jueves, 2 de julio de 2015

JORNADAS EUCARÍSTICAS PARROQUIALES

 “Jesús me invita a salir de mi egoísmo”

Bienvenidos hermanos y hermanas a la Casa del Señor.

Dispongámonos a estar con Jesús Eucaristía un momento, procuremos que sea un momento de Encuentro con el Maestro, tratemos de dejar nuestros pendientes en sus manos y concentrémonos en su presencia eucarística; sentémonos cómodos, si alguien desea cerrar los ojos para ayudar a la reflexión lo puede hacer, lo importante es propiciar el Encuentro con nuestro Dios.

Pidamos pues que el Señor llene este lugar con su Espíritu, que sea éste quien nos conduzca durante esta Hora Santa, que sea el Espíritu Santo quien actúe en nosotros y nos muestre todo aquello que nos impide entregarnos al Señor y a su servicio plenamente.

Canto: Sólo Tú eres Santo


Solo Tú eres Santo,
solo Tú eres digno,
Tú eres precioso
y maravilloso.

Derrama Tu Espíritu,
y que Tu luz brille,
que Tu gloria llene
ahora mismo este lugar. (2x)

Solo Tú eres Santo,
solo Tú eres digno,
Tú eres precioso
y maravilloso.

Derrama Tu Espíritu,
y que Tu luz brille,
que Tu gloria llene
ahora mismo este lugar. (2x)



El Señor nos ha convocado a su presencia; estaremos orando, adorando desde hoy y hasta el sábado, reflexionando delante de Él sobre nuestro caminar como Iglesia y nuestra respuesta a su llamada.

Todos nosotros hemos sido llamados por el Señor para servirle, ninguno de nosotros tiene mérito en eso; ha sido Él quien fijó su mirada en cada uno de nosotros, invitándonos a su servicio; lo que sí depende de nosotros es la respuesta que le damos al Señor.

Nos dice Jesús en la Escritura: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga”. Mateo 16, 24

El Evangelio y en general la Escritura nos exhortan a la alegría y, asimismo, a aceptar el sufrimiento, la cruz, inseparable del seguimiento de Jesús. ¿Tengo experiencia de ambas realidades? ¿Sé armonizarlas en mi vida?

A nadie le gusta sufrir. Pero el sufrimiento viene sin que lo busquemos. Todos podemos hablar de nuestra cruz de cada día. También de la lucha por “detrás de Jesús” en medio de una sociedad que piensa y vive lo contrario.

En este Evangelio, Jesús nos animará a seguirlo, a poner nuestros pasos en sus huellas. Jesús nos invita a superar nuestro egoísmo, nos invita a decir NO al egoísmo, nos pide renunciar a nosotros mismos, a tomar nuestra cruz y a dar la vida por su reino. La recompensa será enorme. Jesús nos invita a servirle plenamente, nos pide entrega. Cuando hablamos de Entrega, estamos hablando de ofrenda, consagración, renuncia, confianza.

Pensemos un momento:
¿Cómo ha sido mi respuesta a Dios?
¿No me he integrado a ningún grupo apostólico? ¿Por qué?
Llevo años en el ministerio, en el apostolado
¿Estoy entregado, me he entregado al Señor?
¿He ofrendado, consagrado mi vida a Él?
¿He renunciado a mis egoísmos para servirle con mayor autenticidad?
¿Qué le falta a mi respuesta a la invitación del Señor a servirle?

Momento de silencio para la reflexión personal

En este momento te invito hermano, hermana a hacer un análisis personal, analiza, si realmente tu servicio denota una respuesta de confianza, de ofrenda, de entrega al Señor; pon en sus manos los egoísmos que te falta vencer, es un momento personal, de intimidad con Dios, tú y Él, no busques justificarte, Dios no necesita que lo hagas, Él nos conoce, preséntate pues ante Él y deja que su amor vaya tocando tu interior y que sea Él quien te muestre aquello en lo que tienes que trabajar más.

Canto: Renuévame


Renuévame señor Jesús
ya no quiero ser igual
renuévame Señor Jesús
pon en mi tu corazón.

Porque todo lo que hay dentro de mí
necesita ser cambiado Señor
porque todo lo que hay
dentro de mi corazón
necesita más de ti.
Renuévame señor Jesús
ya no quiero ser igual
renuévame Señor Jesús
pon en mi tu corazón.

Porque todo lo que hay dentro de mí
necesita ser cambiado Señor
porque todo lo que hay
dentro de mi corazón
necesita más de ti.



El egoísmo es la esencia del mal y es la mayor expresión de rebeldía contra Dios. Es una idea (mentira) que nos hace creer que tenemos derecho a hacer lo que se nos ocurra, aunque le causemos daños a otras personas o a nosotros mismos. El egoísmo es ese sentido de: “Tengo derecho a…”; o “me lo merezco”.

Cuando el egoísmo nos controla solamente pensamos en nosotros mismos, vivimos en el constante “yo, yo, yo”; estamos tan abstraídos en nosotros mismos y “nuestras necesidades” que no descubrimos que Dios puede obrar grandes maravillas, hacia nosotros y hacia quienes nos rodean, con tan sólo estar dispuestos a renunciar a nosotros mismos, a dejar que el amor de Dios actúe en nuestro interior y así, vencer nuestros egoísmos que tanto daño nos hacen y dañan.

El pescador y los cangrejos
Cierto día Juan acababa de pescar dos cangrejos, los cuales puso en un cubo. Un amigo suyo que lo acompañaba le preguntó:
-¿Cómo los dejas ahí tan tranquilo? ¿No temes que se escapen?
A lo que Juan respondió con serenidad:
- Hace mucho tiempo aprendí que cuando en un cubo hay al menos dos cangrejos, mientras uno intenta trepar al borde, el otro tira de él hacia abajo.

Reflexionemos ¿Qué enseñanza me deja este pequeño relato?

Cuando el egoísmo nos controla, vemos las cosas como los cangrejos, no podemos ver a alguien que sobresalga porque enseguida lo tiramos para abajo, y no nos damos cuenta de que si, tratamos de trabajar juntos podemos obtener mejores resultados.

Hoy Jesús nos invita a salir de nosotros mismos y mirar al hermano de al lado, fijarnos en sus necesidades, pero también nos invita a ser generosos en nuestra respuesta a su invitación.

La generosidad es una de las virtudes fundamentales del cristiano. La generosidad es la virtud que nos caracteriza en nuestra imitación de Cristo, en nuestro camino de identificación con Él. Esto es porque la generosidad no es simplemente una virtud que nace del corazón que quiere dar a los demás, sino la auténtica generosidad nace de un corazón que quiere amar a los demás. No puede haber generosidad sin amor, como tampoco puede haber amor sin generosidad. Es imposible deslindar, es imposible separar estas dos virtudes.

¿Qué amor puede existir en quien no quiera darse? ¿Y qué don auténtico puede existir sin amor? Esta unión, esta intimidad tan estrecha entre la generosidad y la misericordia, entre la generosidad y el amor, la vemos clarísimamente reflejada en el corazón de nuestro Señor, en el amor que Dios tiene para cada uno de nosotros, y en la forma en que Jesucristo se vuelca sobre cada una de nuestras vidas dándonos a cada uno todo lo que necesitamos, todo lo que nos es conveniente para nuestro crecimiento espiritual.

Este darse de Cristo lo hace nuestro Señor a costa de Él mismo. Como diría San Pablo: “Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hiciesen ricos con su pobreza”. Ésta es la clave verdadera del auténtico amor y de la auténtica generosidad: el hacerlo a costa de uno.[1]

Por tanto hermanos y hermanas, ser generoso es darse, donarse plenamente; quien es generoso no escatima ni regatea, ¡se da por entero! Jesús nos ha llamado, nos ha invitado a ser partícipes y colaboradores en la construcción del Reino aquí en la Tierra. Ya hemos respondido, pues ahora nos toca dar el siguiente paso, salir de nuestro egoísmo y ser generosos, compartir con nuestros hermanos los dones que el mismo Señor nos da, donar, desgastar nuestra vida en favor de nuestros hermanos, para ello es necesario que nuestro corazón esté lleno de Jesús, de su amor. Dejemos pues que el Señor toque nuestro corazón, lo limpie y lo purifique; pidamos que cambie nuestro corazón egoísta por un corazón generoso, dispuesto a darse a los demás.

Canto: Toma mi vida


Vengo,
A pedir, Señor y te ofrezco
Todo mi amor y mis defectos
Quiero que sepas quien soy.

Vengo
A orar ante Ti y a confesarte
Mis sufrimientos y mis penas
Quiero que sepas quien soy (2)
Toma mi vida
Cámbiala toda,
Mira que sufro al saber quién soy,
Quiero sentir la mirada de tus ojos
Que traiga la calma a mi corazón.

Perdóname Señor,
Perdona lo que soy



Ya para concluir este momento en presencia de Jesús Eucaristía, en silencio, pongamos a sus pies esas actitudes egoístas que nos impiden crecer como personas y como comunidad.

Oración Comunitaria
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Efesios 1, 3-10
Coro 1
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Coro 2
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Coro 1
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Coro 2
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Coro 1
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Todos
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Concluimos con la oración que Jesucristo nos enseñó: Padre nuestro…
Y a nos encomendamos a nuestra Madre santísima: Dios te salve María…




[1] P. Cipriano Sánchez García

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