viernes, 17 de julio de 2015

JORNADAS EUCARISTICAS PARROQUIALES III

“Jesús me llama a trabajar en unidad y orden”
(No a la acciones desarticuladas)

Con gozo nos reunimos en nuestro tercer y último día de nuestras Jornadas Eucarísticas Parroquiales. Durante los días anteriores reflexionamos sobre salir de nuestro egoísmo y, con generosidad entregarnos al servicio del Señor en nuestros hermanos y nuestra comunidad; igualmente delante de Dios, analizamos nuestra respuesta a la llamada del Señor a construir y fortalecer nuestra comunidad parroquial venciendo la indiferencia que poco a poco va ahogando al mundo entero.

El Señor nos conoce bien y Él sabe que hay cosas y situaciones que a veces nos cuesta trabajo poder superar. Pongamos pues como una de nuestras intenciones de este día, que podamos vencer el egoísmo y la indiferencia que nos impiden trabajar en unidad y orden en beneficio de nuestra comunidad y nosotros mismos; especialmente presentemos al Señor esa situación o relación específica que nos impide poder trabajar, servir en armonía.

Canto: Me has seducido Señor


Señor, no soy nada.
¿Por qué me has llamado?
Has pasado por mi puerta y Tú bien sabes
que soy pobre y soy débil.
¿Por qué te has fijado en mí?

Me has seducido, Señor,
con tu mirada,
me has hablado al corazón
y me has querido.
Es imposible
conocerte y no amarte.
Es imposible
amarte y no seguirte.
¡me has seducido, Señor! (2)
Señor, yo te sigo,
y quiero darte lo que pides,
aunque a veces me cuesta darlo todo.
Tú bien sabes, yo soy tuyo.
Camina, Señor, junto a mí.

Me has seducido, Señor,
con tu mirada…



El día de ayer decíamos que hemos sido creados para vivir en comunidad. Dios ha creado al hombre como un ser social: "No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2,18). Por ello, a lo largo de nuestra vida, vamos formando parte de distintos grupos sociales. Los grupos primarios de los que formamos parte son: la familia, el grupo de amigos, el grupo de estudio o de trabajo. También formamos parte de otros grupos mayores como el barrio, la parroquia, la ciudad, la patria, la humanidad.
Dios llama a los hombres a vivir, no solamente en grupo sino en Comunidades y no en simples comunidades sino en Comunidades Cristianas. Una comunidad cristiana es una comunidad en la cual, el elemento principal que une a sus integrantes es Cristo, razón suficiente para mantenerlos unidos más allá de cualquier diferencia humana. El modelo de comunidad cristiana son las primeras comunidades, de las cuales nos hablan el Libro de los Hechos de los Apóstoles y las Cartas del Nuevo Testamento. Las "reglas" de convivencia en las comunidades cristianas están enunciadas en Hechos de los Apóstoles 2,42-46.[1]

Vida de la comunidad
Los que habían sido bautizados se dedicaban con perseverancia a escuchar la enseñanza de los apóstoles, vivían unidos y participaban en la fracción del pan y en las oraciones. Todos estaban impresionados, porque eran muchos los prodigios y señales realizados por los apóstoles. Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común. Vendían sus posesiones y haciendas y las distribuían entre todos, según las necesidades de cada uno. Con perseverancia acudían diariamente al templo, partían en pan en las casas y compartían los alimentos con alegría y sencillez de corazón.

Ejercicio en silencio
¿Qué dice el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto?
¿Qué le quiero decir yo a Dios sobre el texto?
¿Qué hacer como resultado de la oración?

Canto: Hoy en oración


Hoy en oración quiero preguntar Señor
quiero escuchar tu voz, tus palabras con amor.
Ser como eres Tú servidor de los demás,
dime cómo en qué lugar te hago falta más.

DIME SEÑOR EN QUÉ TE PUEDO SERVIR
DÉJAME CONOCER TU VOLUNTAD
DIME SEÑOR EN TI YO QUIERO VIVIR
QUIERO DE TI APRENDER, SABER AMAR.
Hoy quiero seguir tu camino junto al mar
tu Palabra, tu verdad ser imagen de ti.
Ser como eres Tú servidor de los demás,
dime cómo en qué lugar te hago falta más.

DIME SEÑOR EN QUÉ TE PUEDO SERVIR
DÉJAME CONOCER TU VOLUNTAD
DIME SEÑOR EN TI YO QUIERO VIVIR
QUIERO DE TI APRENDER, SABER AMAR.


Para que una comunidad crezca y prospere es preciso intensificar nuestros esfuerzos para lograr la unidad, claro que puede haber opiniones diferentes, ideas opuestas y eso es bueno, que cada uno tenga su propio criterio, sin embargo no debemos perder de vista el bien común y sobre todo a quién servimos.

También es muy importante la unidad en nosotros mismos, en nuestra existencia no puede haber dos vidas paralelas: por una parte, la denominada vida "espiritual", con sus valores y exigencias; y por otra, la denominada vida "secular", es decir, la vida de familia, del trabajo, de las relaciones sociales, del compromiso político y de la cultura. El sarmiento arraigado en la vid que es Cristo, da fruto en cada sector de su actividad y de su existencia. En efecto, todos los distintos campos de la vida laical entran en el designio de Dios, que los quiere como el "lugar histórico" del revelarse y realizarse de la caridad de Jesucristo para gloria del Padre y servicio a los hermanos. Toda actividad, toda situación, todo esfuerzo concreto —como por ejemplo, la competencia profesional y la solidaridad en el trabajo, el amor y la entrega a la familia y a la educación de los hijos, el servicio social y político, la propuesta de la verdad en el ámbito de la cultura— son ocasiones providenciales para un "continuo ejercicio de la fe, de la esperanza y de la caridad".[2]

Otra característica o requisito fundamental para hacer prosperar nuestra comunidad hermanos y hermanas, es el orden. En todo grupo existen "reglas" grupales, cuyo cumplimiento favorecen la vida armónica del grupo, y cuyo no cumplimiento la entorpecen. Es importante conocer estas "reglas de juego” para conservar la armonía, el orden y unidad del grupo.

“¿Cómo, pues, hermanos, se debe proceder? Si cuando se reúnen, uno canta, otro enseña, otro comunica una revelación, otro habla un lenguaje misterioso, otro, en fin, interpreta ese lenguaje, que todo sea para el bien de la Iglesia. En cualquier caso, que todo se haga con orden y decoro.” 1 Corintios 14, 26.40

De alguna forma el mundo nos ha hecho creer que el orden y la disciplina son cosas malas. Es una pérdida de tiempo ordenar la casa, si enseñamos a nuestros hijos a ser ordenados los vamos a cohibir, no debemos de planear para el futuro - todas éstas son ideas falsas que el mundo nos vende.

A través de la Biblia, se considera que el orden es algo bueno, y el caos es destructivo. Todo en la vida tiene un orden, la creación misma tiene un orden.
“Cuando al principio creó Dios sus obras, una vez hechas les asignó un lugar. Ordenó para siempre sus obras, desde sus orígenes y por todas las edades. No sufren hambre ni fatiga y nunca interrumpen su tarea. Ninguna choca con la otra, nunca desobedecen su palabra.Eclesiástico 16, 26-28

La invitación que el Señor nos hace en este tercer día de reflexión hermanos y hermanas, es a trabajar en unidad y orden, solamente de esa manera podremos nosotros construir y fortalecer una verdadera comunidad cristiana. Que haya diferencias entre unos y otros, que no siempre logremos estar todos de acuerdo, es algo muy normal en una comunidad, lo que no es normal es que al no parecernos algo nos enojemos y provoquemos la división, peor aún, la ruptura, la separación de uno o unos miembros de la comunidad.

El Diablo mis hermanos y hermanas, siempre va a querer destruir la Iglesia, siempre va a buscar la manera de que nos peleemos unos con otros, para lograr la división y destrucción de nuestra comunidad, por eso son muy importantes los momentos de oración, la recepción de los sacramentos en nuestra vida, pues son las armas, las herramientas que el Señor nos da para poder vencer los engaños y ataques del maligno, son las herramientas que el Señor nos da para construir en armonía, unidad y orden nuestra comunidad, pues al fin y al cabo, todos somos servidores y colaboradores de Dios, en este maravilloso Plan.

Todos somos servidores y colaboradores de Dios
“Porque, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Simples servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a la fe, cada uno según el don que el Señor le concedió. Yo planté y Apolo regó, pero el que hizo crecer fue Dios. Ahora bien, no cuentan ni el que planta ni el que riega; Dios, que hace crecer, es el que cuenta. El que planta y el que riega forman un todo; cada uno, sin embargo, recibirá su recompensa conforme a su trabajo. Nosotros somos colaboradores de Dios.” 1 Corintios 3,5-9

Canto: Juntos como hermanos


JUNTOS COMO HERMANOS
MIEMBROS DE UNA IGLESIA
VAMOS CAMINANDO
AL ENCUENTRO DEL SEÑOR.
1.     Un largo caminar
por el desierto bajo el sol
no podemos avanzar
sin la ayuda del Señor.
JUNTOS COMO HERMANOS
MIEMBROS DE UNA IGLESIA
VAMOS CAMINANDO
AL ENCUENTRO DEL SEÑOR.
2.     Unidos al rezar,
unidos en una canción
viviremos nuestra fe
con la ayuda del Señor.

JUNTOS COMO HERMANOS
MIEMBROS DE UNA IGLESIA
VAMOS CAMINANDO
AL ENCUENTRO DEL SEÑOR.

3.     La Iglesia en marcha está
a un mundo nuevo vamos ya
donde reinará el amor
donde reinará la paz.



Reflexionemos
¿Qué actitud tengo en mi vida? ¿Construyo o destruyo?
¿Colaboro al crecimiento de la comunidad?

Que sea el Señor hermanos quien nos muestre lo que cada uno tiene que vencer para lograr ser un verdadero colaborador de Dios, así como también, todos aquellos pensamientos, sentimientos, complejos que nos impiden serlo. Esforcémonos por servir con alegría, por ser promotores de la comunidad, pero sobre todo, esforcémonos por escuchar la voz de Dios, lo que nos pide y por cumplir su voluntad.

Agradezcamos también al Señor por el regalo de estos tres días de oración y reflexión en su presencia, agradezcamos por nuestro servicio, nuestro cansancio, sobre todo, agradezcamos al Señor, porque fijó su mirada en nosotros y nos llamó a servirle.

Oramos de forma personal, en silencio
Quiero ser, Señor


Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
que no se queja, que es amable,
que soporta con alegría
el desgaste de la vida,
y por todo ello da gracias a Dios.

Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
con espíritu para animar
a los niños y a los jóvenes,
con un espíritu abierto
a todo lo nuevo,
con un espíritu
lleno de Dios y de su amor.
Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
cuyas palabras
hablan de la sabiduría
que ha brotado
de una vida de intimidad contigo,
de una experiencia viva de Dios.

Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
que no tiene miedo a la muerte
porque sabe que esta vida
es un paso para la otra,
que la muerte es el umbral
de la plenitud con Dios,
que si no hay muerte
no hay resurrección.


Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
que siempre mira hacia adelante,
que espera con gozo
el alborear del nuevo día en plenitud;
después del atardecer de esta vida.

Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
que vive abandonado en Ti,
cuya soledad llene tu presencia,
y el resto de mi vida
sea un canto al amor
y una sencilla oración. Amén.



Nota: Al concluir tu oración, continúa en silencio, adora, contempla la Sagrada Hostia.

Oración Comunitaria
Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR



Coro 1
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

Coro 2
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Coro 1
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.



Todos
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Terminamos con la oración que Jesucristo nos enseñó: Padre nuestro que…

Pedimos a nuestra Madre santísima que interceda por nuestras necesidades: Dios te salve María…





[1] Tema N° 2 "Dios nos llama en comunidad" Animación Misionera de El Salvador.
[2] Conc. Ecum. Vat. II, DEC sobre el apostolado de los laicos Apostolicam actuositatem, 4.

JORNADAS EUCARISTICAS PARROQUIALES II

“Jesús me invita a vivir en comunidad”
(Contra la pérdida del sentido comunitario)

Demos gracias a Dios hermanos y hermanas porque nos reúne una vez más en torno a su presencia.

Vamos a disponernos física, mental y espiritualmente para estar con Jesús Sacramentado durante una hora; relajémonos, respiremos profundamente, tratemos de respirar la presencia de Dios, disfrutemos estar delante del Señor.

Canto: Dios está aquí


Dios esta aquí
tan cierto como el aire que respiro,
tan cierto como la mañana se levanta
tan cierto como yo te hablo y me puedes oír.

Dios esta aquí
tan cierto como el aire que respiro,
tan cierto como la mañana se levanta
tan cierto como yo te hablo y me puedes oír.

Lo puedes sentir en este mismo instante
lo puedes sentir muy cerca de tu corazón
te puede ayudar en ese problema que tienes
Jesús esta aquí si tú quieres lo puedes sentir.

Dios esta aquí
tan cierto como el aire que respiro,
tan cierto como la mañana se levanta
tan cierto como yo te hablo y me puedes oír,
tan cierto como yo te hablo y me puedes oír,
tan cierto como yo te hablo y me puedes oír.



Nuestro Encuentro con Cristo debe ser un proceso, no solamente personal, sino también comunitario, es decir, lo que vivo personalmente en mi interior, debo traducirlo en obras en mi comunidad, en la parroquia, pues estamos llamados a construir la comunidad.

Hemos sido creados para amar y ser amados, por lo tanto, hemos sido creados para vivir en comunidad no para vivir solos, mucho menos aislados; el Señor quiere, nos invita a que con nuestra entrega amorosa, transformemos nuestra comunidad ¿cómo hacerlo? Con nuestro testimonio, nuestra vida debe hablar del Señor, debe transmitir el amor de Dios a nuestros hermanos ¡esa es la transformación que el Señor quiere en nuestras comunidades eclesiales! Que los servidores, los parroquianos, todos los bautizados atraigamos a más y más hermanos a Él, con nuestro testimonio.

Es muy triste ver cómo el egoísmo divide y destruye nuestra comunidad. En el libro de Hechos de los apóstoles podemos leer cómo el pueblo se admiraba de la primera comunidad cristiana, al grado de exclamar “Miren cómo se aman”. El amor es una virtud indispensable en el cristiano, por consiguiente, nunca debe faltar en nuestra comunidad.

Preguntémonos hermanos y hermanas:
¿Cuál es mi actitud en la comunidad, en la parroquia?
¿Procuro la reconciliación y unidad entre los hermanos?
¿Soy causa de división?

Momento de silencio para la reflexión personal

En la primera comunidad cristiana todos veían por todos y se ayudaban mutuamente, ponían sus bienes al servicio de la comunidad (Cfr. Hechos 2,42-47). Urge hoy más que nunca recobrar el sentido comunitario dentro y fuera de la Iglesia. La indiferencia va ganando terreno, poco a poco nos preocupamos menos unos por otros, el egoísmo que tanto daño nos hace, crece y crece cada vez más en los corazones. Y si al egoísmo le sumamos la indiferencia que muchas veces tenemos ante las necesidades del hermano, la cosas se agravas todavía más.

Hoy el Señor nos invita  a abrir nuestro corazón a nuestros hermanos, a colaborar cada quien con su granito de arena en la construcción de nuestra comunidad, nos invita a poner nuestros dones al servicio de la comunidad, a que nos entreguemos generosamente para transformar nuestra comunidad, nos está pidiendo que nos pongamos las pilas, que asumamos de una vez por todas, el compromiso y seriedad que implican nuestra respuesta a su llamada; nos está diciendo el Señor, que ofrendemos nuestro tiempo, nuestra vida, ¡que seamos generosos! Y nos donemos plenamente a nuestros hermanos, por medio de nuestro servicio; nos está diciendo también, que es Él quien actúa, que debemos dejar que transforme nuestra vida, para poder nosotros transformar a los demás, a nuestra comunidad.

Canto: Cristo te necesita para amar


Cristo te necesita para amar, para amar,
Cristo te necesita para amar. (2)

NO TE IMPORTEN LAS RAZAS,
NI EL COLOR DE LA PIEL,
AMA A TODOS COMO HERMANOS
Y HAZ EL BIÉN. (2)

Al que sufre y al triste, dale amor, dale amor,
al humilde y al pobre, dale amor. (2)

Al que vive a tu lado, dale amor, dale amor,
al que viene de lejos, dale amor. (2)

Al que habla otra lengua, dale amor, dale amor,
al que piensa distinto, dale amor. (2)

Al amigo de siempre, dale amor, dale amor,
al que no te saluda, dale amor.



El barril de vino[1]
"Cierto día se organizó en el pueblo una gran fiesta. Todo estaba preparado para el gran evento. En la plaza del pueblo habían construido un gran barril para el vino. Se habían puesto todos de acuerdo en que cada uno iba a llevar una botella de vino para verterla en el gran barril, y así disponer de abundante bebida para la fiesta. Se acercaba la noche, y Juan, viendo que llegaba la hora de partir hacia la plaza, tomó su botella vacía para llenarla con vino de su barril. Pero de pronto lo asaltó un pensamiento: "Yo soy muy pobre, y para mí es un sacrificio muy grande comprar el poco vino que hay en mi casa. ¿Por qué tengo que llevar igual que todos los demás? Voy a hacer una cosa: llenaré mi botella con agua, y cuando llegue a la plaza la verteré en el barril, así todos verán que hago mi aporte, y no vaciaré mi barril de vino. De todos modos somos muchos, y mi poquitito de agua se mezclará con el vino de los demás y nadie notará la falta".

Así lo hizo. Llegada la noche, se acercó ante la vista de todos los vecinos y vació el contenido de su botella en el barril de la plaza. Nadie sospechó nada. Todo el resto del pueblo fue aportando su parte de vino en el gran barril.

Comenzó la fiesta, la música, la danza. Y cuando llegó la hora de servir el vino ¡oh sorpresa! Abrieron la canilla del barril y... ¡salió solamente agua cristalina! ¿Quién iba a pensar que a todos se les iba a ocurrir pensar lo mismo que Juan? Y todos los del pueblo, avergonzados, agacharon la cabeza y se retiraron a sus casas. Y la fiesta se terminó."

Desde el relato anterior podemos ver cómo el egoísmo, que reflexionábamos ayer, repercute de manera negativa en la comunidad, todos pensaron en su propio interés y no en el bien común.

Ejercicio en silencio
¿Alguna vez has vivido alguna experiencia parecida a la del relato?
¿Tú la causaste? ¿Otro la causó?
¿Qué enseñanza tomamos para nuestra familia y nuestra comunidad?
En la tarea misionera todos aportamos nuestro granito de arena y, por pequeño que parezca nuestro aporte, es importante. Todos tenemos un papel que jugar en la tarea evangelizadora, pequeño o grande, pero es nuestro, y nadie puede hacerlo por nosotros.

Les invito hermanos y hermanas a cerrar los ojos un instante, pidámosle a Dios que nos hable y nos muestre cuál es nuestra tarea específica en la comunidad, qué tenemos que hacer para ayudar a construir y fortalecer nuestra comunidad.

Canto: Hoy en oración


Hoy en oración quiero preguntar Señor
quiero escuchar tu voz, tus palabras con amor.
Ser como eres Tú servidor de los demás,
dime cómo en qué lugar te hago falta más.

DIME SEÑOR EN QUÉ TE PUEDO SERVIR
DÉJAME CONOCER TU VOLUNTAD
DIME SEÑOR EN TI YO QUIERO VIVIR
QUIERO DE TI APRENDER, SABER AMAR.
Hoy quiero seguir tu camino junto al mar
tu Palabra, tu verdad ser imagen de ti.
Ser como eres Tú servidor de los demás,
dime cómo en qué lugar te hago falta más.

DIME SEÑOR EN QUÉ TE PUEDO SERVIR
DÉJAME CONOCER TU VOLUNTAD
DIME SEÑOR EN TI YO QUIERO VIVIR
QUIERO DE TI APRENDER, SABER AMAR.



A veces en nuestro caminar, en nuestra convivencia comunitaria van surgiendo malos entendidos entre nosotros; a veces decimos cosas sin pensar y lastimamos a los demás o a la inversa, alguien dice algo y lo tomamos para nosotros y, muchas veces en vez de hablarlo tomamos una actitud de enojo, nos vamos alejando poco a poco y cuando nos damos cuenta, ya no participamos más que lo mínimo. Decíamos al principio que el amor es fundamental en la comunidad, por eso hermanos y hermanas debemos esforzarnos por practicar la corrección fraterna entre nosotros, debemos siempre buscar el diálogo para poder caminar juntos, para escucharnos y poder entendernos ¿Cómo entender a mi hermano si no lo escucho primero? Debemos esforzarnos por propiciar la armonía en la comunidad y nos los chismes y las divisiones.

En definitiva, la comunidad cristiana demuestra que ha renacido del Espíritu Santo cuando busca la armonía —no la división interna—; cuando busca la pobreza —no acumular riquezas para sí, porque las riquezas están para el servicio—, y cuando no se enfada ante las dificultades, ni se ofende, sino que es paciente como Jesús.

Nos vendrá bien pensar en nuestras comunidades —sean diocesanas, parroquiales, familiares o tantas otras—, y pedir la gracia de la armonía —que es más que unidad: la unidad armónica, la armonía como don del Espíritu—, pedir la gracia de la pobreza —no de la miseria, sino de la pobreza; ¿qué significa? Que si tengo lo que tengo, debo gestionarlo para el bien común y con generosidad—, y pedir la gracia de la paciencia. Que el Señor nos haga entender que no solo individualmente, en el Bautismo, recibimos la gracia de renacer en el Espíritu, sino también nuestras comunidades.[2]

Pidamos pues, que el Espíritu Santo venga y renueve nuestros corazones, y con ello nuestra comunidad. Mientras vamos cantando pensemos en esas situaciones específicas que nos están impidiendo crecer como comunidad y pongámoslas en las manos del Señor, para que con la fuerza del Espíritu Santo, sean transformadas en frutos de su gracia.

Canto: Espíritu Santo, ven, ven


ESPÍRITU SANTO, VEN, VEN,
ESPÍRITU SANTO, VEN, VEN,
ESPÍRITU SANTO, VEN, VEN,
EN EL NOMBRE DE JESÚS.
Acompáñame, condúceme,
toda mi vida.
Santifícame, transfórmame,
Espíritu Santo, ven, ven.
Resucítame, conviérteme,
todos los días.
Glorifícame, renuévame,
Espíritu Santo ven, ven.

Fortaléceme, consuélame,
en mis pesares. 
Resplandéceme, libérame,
Espíritu Santo, ven, ven.

Ilumíname, inspírame,
cuando decaiga.
Aniquílame, consúmeme,
Espíritu Santo, ven, ven.



Oración Comunitaria
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.



Coro 1
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.



Coro 2
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

Coro 1
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

Coro 2
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.




Todos
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Para concluir mis queridos hermanos y hermanas, les invito a ponerse de pie y tomarse todos de las manos. Somos una familia, la gran familia de la parroquia N__________, el Señor nos llena de bendiciones a cada instante del día y nos regala sus dones, no para que los guardemos ¡sino para que los pongamos al servicio de los hermanos! Seamos dóciles y dejemos que su amor nos transforme, para que así, podamos nosotros a la vez, transformar con nuestro testimonio, nuestra comunidad. Pidámosle que dejemos atrás toda actitud individualista y que seamos como la primera comunidad cristiana, que todos se preocupaban por el bien común. ¡Demos gracias a Dios porque somos una comunidad! ¡Somos familia! ¡La familia de Dios! Y como familia, unidos en una sola voz digamos la oración que Jesucristo nos enseñó:
Padre nuestro…

Pidamos a nuestra Madre María, que interceda por nuestras necesidades: Dios te salve María…



[1] Anthony de Mello
[2] Homilía Papa Francisco 14/04/2015

jueves, 2 de julio de 2015

JORNADAS EUCARÍSTICAS PARROQUIALES

 “Jesús me invita a salir de mi egoísmo”

Bienvenidos hermanos y hermanas a la Casa del Señor.

Dispongámonos a estar con Jesús Eucaristía un momento, procuremos que sea un momento de Encuentro con el Maestro, tratemos de dejar nuestros pendientes en sus manos y concentrémonos en su presencia eucarística; sentémonos cómodos, si alguien desea cerrar los ojos para ayudar a la reflexión lo puede hacer, lo importante es propiciar el Encuentro con nuestro Dios.

Pidamos pues que el Señor llene este lugar con su Espíritu, que sea éste quien nos conduzca durante esta Hora Santa, que sea el Espíritu Santo quien actúe en nosotros y nos muestre todo aquello que nos impide entregarnos al Señor y a su servicio plenamente.

Canto: Sólo Tú eres Santo


Solo Tú eres Santo,
solo Tú eres digno,
Tú eres precioso
y maravilloso.

Derrama Tu Espíritu,
y que Tu luz brille,
que Tu gloria llene
ahora mismo este lugar. (2x)

Solo Tú eres Santo,
solo Tú eres digno,
Tú eres precioso
y maravilloso.

Derrama Tu Espíritu,
y que Tu luz brille,
que Tu gloria llene
ahora mismo este lugar. (2x)



El Señor nos ha convocado a su presencia; estaremos orando, adorando desde hoy y hasta el sábado, reflexionando delante de Él sobre nuestro caminar como Iglesia y nuestra respuesta a su llamada.

Todos nosotros hemos sido llamados por el Señor para servirle, ninguno de nosotros tiene mérito en eso; ha sido Él quien fijó su mirada en cada uno de nosotros, invitándonos a su servicio; lo que sí depende de nosotros es la respuesta que le damos al Señor.

Nos dice Jesús en la Escritura: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga”. Mateo 16, 24

El Evangelio y en general la Escritura nos exhortan a la alegría y, asimismo, a aceptar el sufrimiento, la cruz, inseparable del seguimiento de Jesús. ¿Tengo experiencia de ambas realidades? ¿Sé armonizarlas en mi vida?

A nadie le gusta sufrir. Pero el sufrimiento viene sin que lo busquemos. Todos podemos hablar de nuestra cruz de cada día. También de la lucha por “detrás de Jesús” en medio de una sociedad que piensa y vive lo contrario.

En este Evangelio, Jesús nos animará a seguirlo, a poner nuestros pasos en sus huellas. Jesús nos invita a superar nuestro egoísmo, nos invita a decir NO al egoísmo, nos pide renunciar a nosotros mismos, a tomar nuestra cruz y a dar la vida por su reino. La recompensa será enorme. Jesús nos invita a servirle plenamente, nos pide entrega. Cuando hablamos de Entrega, estamos hablando de ofrenda, consagración, renuncia, confianza.

Pensemos un momento:
¿Cómo ha sido mi respuesta a Dios?
¿No me he integrado a ningún grupo apostólico? ¿Por qué?
Llevo años en el ministerio, en el apostolado
¿Estoy entregado, me he entregado al Señor?
¿He ofrendado, consagrado mi vida a Él?
¿He renunciado a mis egoísmos para servirle con mayor autenticidad?
¿Qué le falta a mi respuesta a la invitación del Señor a servirle?

Momento de silencio para la reflexión personal

En este momento te invito hermano, hermana a hacer un análisis personal, analiza, si realmente tu servicio denota una respuesta de confianza, de ofrenda, de entrega al Señor; pon en sus manos los egoísmos que te falta vencer, es un momento personal, de intimidad con Dios, tú y Él, no busques justificarte, Dios no necesita que lo hagas, Él nos conoce, preséntate pues ante Él y deja que su amor vaya tocando tu interior y que sea Él quien te muestre aquello en lo que tienes que trabajar más.

Canto: Renuévame


Renuévame señor Jesús
ya no quiero ser igual
renuévame Señor Jesús
pon en mi tu corazón.

Porque todo lo que hay dentro de mí
necesita ser cambiado Señor
porque todo lo que hay
dentro de mi corazón
necesita más de ti.
Renuévame señor Jesús
ya no quiero ser igual
renuévame Señor Jesús
pon en mi tu corazón.

Porque todo lo que hay dentro de mí
necesita ser cambiado Señor
porque todo lo que hay
dentro de mi corazón
necesita más de ti.



El egoísmo es la esencia del mal y es la mayor expresión de rebeldía contra Dios. Es una idea (mentira) que nos hace creer que tenemos derecho a hacer lo que se nos ocurra, aunque le causemos daños a otras personas o a nosotros mismos. El egoísmo es ese sentido de: “Tengo derecho a…”; o “me lo merezco”.

Cuando el egoísmo nos controla solamente pensamos en nosotros mismos, vivimos en el constante “yo, yo, yo”; estamos tan abstraídos en nosotros mismos y “nuestras necesidades” que no descubrimos que Dios puede obrar grandes maravillas, hacia nosotros y hacia quienes nos rodean, con tan sólo estar dispuestos a renunciar a nosotros mismos, a dejar que el amor de Dios actúe en nuestro interior y así, vencer nuestros egoísmos que tanto daño nos hacen y dañan.

El pescador y los cangrejos
Cierto día Juan acababa de pescar dos cangrejos, los cuales puso en un cubo. Un amigo suyo que lo acompañaba le preguntó:
-¿Cómo los dejas ahí tan tranquilo? ¿No temes que se escapen?
A lo que Juan respondió con serenidad:
- Hace mucho tiempo aprendí que cuando en un cubo hay al menos dos cangrejos, mientras uno intenta trepar al borde, el otro tira de él hacia abajo.

Reflexionemos ¿Qué enseñanza me deja este pequeño relato?

Cuando el egoísmo nos controla, vemos las cosas como los cangrejos, no podemos ver a alguien que sobresalga porque enseguida lo tiramos para abajo, y no nos damos cuenta de que si, tratamos de trabajar juntos podemos obtener mejores resultados.

Hoy Jesús nos invita a salir de nosotros mismos y mirar al hermano de al lado, fijarnos en sus necesidades, pero también nos invita a ser generosos en nuestra respuesta a su invitación.

La generosidad es una de las virtudes fundamentales del cristiano. La generosidad es la virtud que nos caracteriza en nuestra imitación de Cristo, en nuestro camino de identificación con Él. Esto es porque la generosidad no es simplemente una virtud que nace del corazón que quiere dar a los demás, sino la auténtica generosidad nace de un corazón que quiere amar a los demás. No puede haber generosidad sin amor, como tampoco puede haber amor sin generosidad. Es imposible deslindar, es imposible separar estas dos virtudes.

¿Qué amor puede existir en quien no quiera darse? ¿Y qué don auténtico puede existir sin amor? Esta unión, esta intimidad tan estrecha entre la generosidad y la misericordia, entre la generosidad y el amor, la vemos clarísimamente reflejada en el corazón de nuestro Señor, en el amor que Dios tiene para cada uno de nosotros, y en la forma en que Jesucristo se vuelca sobre cada una de nuestras vidas dándonos a cada uno todo lo que necesitamos, todo lo que nos es conveniente para nuestro crecimiento espiritual.

Este darse de Cristo lo hace nuestro Señor a costa de Él mismo. Como diría San Pablo: “Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hiciesen ricos con su pobreza”. Ésta es la clave verdadera del auténtico amor y de la auténtica generosidad: el hacerlo a costa de uno.[1]

Por tanto hermanos y hermanas, ser generoso es darse, donarse plenamente; quien es generoso no escatima ni regatea, ¡se da por entero! Jesús nos ha llamado, nos ha invitado a ser partícipes y colaboradores en la construcción del Reino aquí en la Tierra. Ya hemos respondido, pues ahora nos toca dar el siguiente paso, salir de nuestro egoísmo y ser generosos, compartir con nuestros hermanos los dones que el mismo Señor nos da, donar, desgastar nuestra vida en favor de nuestros hermanos, para ello es necesario que nuestro corazón esté lleno de Jesús, de su amor. Dejemos pues que el Señor toque nuestro corazón, lo limpie y lo purifique; pidamos que cambie nuestro corazón egoísta por un corazón generoso, dispuesto a darse a los demás.

Canto: Toma mi vida


Vengo,
A pedir, Señor y te ofrezco
Todo mi amor y mis defectos
Quiero que sepas quien soy.

Vengo
A orar ante Ti y a confesarte
Mis sufrimientos y mis penas
Quiero que sepas quien soy (2)
Toma mi vida
Cámbiala toda,
Mira que sufro al saber quién soy,
Quiero sentir la mirada de tus ojos
Que traiga la calma a mi corazón.

Perdóname Señor,
Perdona lo que soy



Ya para concluir este momento en presencia de Jesús Eucaristía, en silencio, pongamos a sus pies esas actitudes egoístas que nos impiden crecer como personas y como comunidad.

Oración Comunitaria
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Efesios 1, 3-10
Coro 1
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Coro 2
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Coro 1
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Coro 2
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Coro 1
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Todos
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Concluimos con la oración que Jesucristo nos enseñó: Padre nuestro…
Y a nos encomendamos a nuestra Madre santísima: Dios te salve María…




[1] P. Cipriano Sánchez García

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