viernes, 17 de julio de 2015

JORNADAS EUCARISTICAS PARROQUIALES III

“Jesús me llama a trabajar en unidad y orden”
(No a la acciones desarticuladas)

Con gozo nos reunimos en nuestro tercer y último día de nuestras Jornadas Eucarísticas Parroquiales. Durante los días anteriores reflexionamos sobre salir de nuestro egoísmo y, con generosidad entregarnos al servicio del Señor en nuestros hermanos y nuestra comunidad; igualmente delante de Dios, analizamos nuestra respuesta a la llamada del Señor a construir y fortalecer nuestra comunidad parroquial venciendo la indiferencia que poco a poco va ahogando al mundo entero.

El Señor nos conoce bien y Él sabe que hay cosas y situaciones que a veces nos cuesta trabajo poder superar. Pongamos pues como una de nuestras intenciones de este día, que podamos vencer el egoísmo y la indiferencia que nos impiden trabajar en unidad y orden en beneficio de nuestra comunidad y nosotros mismos; especialmente presentemos al Señor esa situación o relación específica que nos impide poder trabajar, servir en armonía.

Canto: Me has seducido Señor


Señor, no soy nada.
¿Por qué me has llamado?
Has pasado por mi puerta y Tú bien sabes
que soy pobre y soy débil.
¿Por qué te has fijado en mí?

Me has seducido, Señor,
con tu mirada,
me has hablado al corazón
y me has querido.
Es imposible
conocerte y no amarte.
Es imposible
amarte y no seguirte.
¡me has seducido, Señor! (2)
Señor, yo te sigo,
y quiero darte lo que pides,
aunque a veces me cuesta darlo todo.
Tú bien sabes, yo soy tuyo.
Camina, Señor, junto a mí.

Me has seducido, Señor,
con tu mirada…



El día de ayer decíamos que hemos sido creados para vivir en comunidad. Dios ha creado al hombre como un ser social: "No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2,18). Por ello, a lo largo de nuestra vida, vamos formando parte de distintos grupos sociales. Los grupos primarios de los que formamos parte son: la familia, el grupo de amigos, el grupo de estudio o de trabajo. También formamos parte de otros grupos mayores como el barrio, la parroquia, la ciudad, la patria, la humanidad.
Dios llama a los hombres a vivir, no solamente en grupo sino en Comunidades y no en simples comunidades sino en Comunidades Cristianas. Una comunidad cristiana es una comunidad en la cual, el elemento principal que une a sus integrantes es Cristo, razón suficiente para mantenerlos unidos más allá de cualquier diferencia humana. El modelo de comunidad cristiana son las primeras comunidades, de las cuales nos hablan el Libro de los Hechos de los Apóstoles y las Cartas del Nuevo Testamento. Las "reglas" de convivencia en las comunidades cristianas están enunciadas en Hechos de los Apóstoles 2,42-46.[1]

Vida de la comunidad
Los que habían sido bautizados se dedicaban con perseverancia a escuchar la enseñanza de los apóstoles, vivían unidos y participaban en la fracción del pan y en las oraciones. Todos estaban impresionados, porque eran muchos los prodigios y señales realizados por los apóstoles. Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común. Vendían sus posesiones y haciendas y las distribuían entre todos, según las necesidades de cada uno. Con perseverancia acudían diariamente al templo, partían en pan en las casas y compartían los alimentos con alegría y sencillez de corazón.

Ejercicio en silencio
¿Qué dice el texto?
¿Qué me dice Dios a mí en este texto?
¿Qué le quiero decir yo a Dios sobre el texto?
¿Qué hacer como resultado de la oración?

Canto: Hoy en oración


Hoy en oración quiero preguntar Señor
quiero escuchar tu voz, tus palabras con amor.
Ser como eres Tú servidor de los demás,
dime cómo en qué lugar te hago falta más.

DIME SEÑOR EN QUÉ TE PUEDO SERVIR
DÉJAME CONOCER TU VOLUNTAD
DIME SEÑOR EN TI YO QUIERO VIVIR
QUIERO DE TI APRENDER, SABER AMAR.
Hoy quiero seguir tu camino junto al mar
tu Palabra, tu verdad ser imagen de ti.
Ser como eres Tú servidor de los demás,
dime cómo en qué lugar te hago falta más.

DIME SEÑOR EN QUÉ TE PUEDO SERVIR
DÉJAME CONOCER TU VOLUNTAD
DIME SEÑOR EN TI YO QUIERO VIVIR
QUIERO DE TI APRENDER, SABER AMAR.


Para que una comunidad crezca y prospere es preciso intensificar nuestros esfuerzos para lograr la unidad, claro que puede haber opiniones diferentes, ideas opuestas y eso es bueno, que cada uno tenga su propio criterio, sin embargo no debemos perder de vista el bien común y sobre todo a quién servimos.

También es muy importante la unidad en nosotros mismos, en nuestra existencia no puede haber dos vidas paralelas: por una parte, la denominada vida "espiritual", con sus valores y exigencias; y por otra, la denominada vida "secular", es decir, la vida de familia, del trabajo, de las relaciones sociales, del compromiso político y de la cultura. El sarmiento arraigado en la vid que es Cristo, da fruto en cada sector de su actividad y de su existencia. En efecto, todos los distintos campos de la vida laical entran en el designio de Dios, que los quiere como el "lugar histórico" del revelarse y realizarse de la caridad de Jesucristo para gloria del Padre y servicio a los hermanos. Toda actividad, toda situación, todo esfuerzo concreto —como por ejemplo, la competencia profesional y la solidaridad en el trabajo, el amor y la entrega a la familia y a la educación de los hijos, el servicio social y político, la propuesta de la verdad en el ámbito de la cultura— son ocasiones providenciales para un "continuo ejercicio de la fe, de la esperanza y de la caridad".[2]

Otra característica o requisito fundamental para hacer prosperar nuestra comunidad hermanos y hermanas, es el orden. En todo grupo existen "reglas" grupales, cuyo cumplimiento favorecen la vida armónica del grupo, y cuyo no cumplimiento la entorpecen. Es importante conocer estas "reglas de juego” para conservar la armonía, el orden y unidad del grupo.

“¿Cómo, pues, hermanos, se debe proceder? Si cuando se reúnen, uno canta, otro enseña, otro comunica una revelación, otro habla un lenguaje misterioso, otro, en fin, interpreta ese lenguaje, que todo sea para el bien de la Iglesia. En cualquier caso, que todo se haga con orden y decoro.” 1 Corintios 14, 26.40

De alguna forma el mundo nos ha hecho creer que el orden y la disciplina son cosas malas. Es una pérdida de tiempo ordenar la casa, si enseñamos a nuestros hijos a ser ordenados los vamos a cohibir, no debemos de planear para el futuro - todas éstas son ideas falsas que el mundo nos vende.

A través de la Biblia, se considera que el orden es algo bueno, y el caos es destructivo. Todo en la vida tiene un orden, la creación misma tiene un orden.
“Cuando al principio creó Dios sus obras, una vez hechas les asignó un lugar. Ordenó para siempre sus obras, desde sus orígenes y por todas las edades. No sufren hambre ni fatiga y nunca interrumpen su tarea. Ninguna choca con la otra, nunca desobedecen su palabra.Eclesiástico 16, 26-28

La invitación que el Señor nos hace en este tercer día de reflexión hermanos y hermanas, es a trabajar en unidad y orden, solamente de esa manera podremos nosotros construir y fortalecer una verdadera comunidad cristiana. Que haya diferencias entre unos y otros, que no siempre logremos estar todos de acuerdo, es algo muy normal en una comunidad, lo que no es normal es que al no parecernos algo nos enojemos y provoquemos la división, peor aún, la ruptura, la separación de uno o unos miembros de la comunidad.

El Diablo mis hermanos y hermanas, siempre va a querer destruir la Iglesia, siempre va a buscar la manera de que nos peleemos unos con otros, para lograr la división y destrucción de nuestra comunidad, por eso son muy importantes los momentos de oración, la recepción de los sacramentos en nuestra vida, pues son las armas, las herramientas que el Señor nos da para poder vencer los engaños y ataques del maligno, son las herramientas que el Señor nos da para construir en armonía, unidad y orden nuestra comunidad, pues al fin y al cabo, todos somos servidores y colaboradores de Dios, en este maravilloso Plan.

Todos somos servidores y colaboradores de Dios
“Porque, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Simples servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a la fe, cada uno según el don que el Señor le concedió. Yo planté y Apolo regó, pero el que hizo crecer fue Dios. Ahora bien, no cuentan ni el que planta ni el que riega; Dios, que hace crecer, es el que cuenta. El que planta y el que riega forman un todo; cada uno, sin embargo, recibirá su recompensa conforme a su trabajo. Nosotros somos colaboradores de Dios.” 1 Corintios 3,5-9

Canto: Juntos como hermanos


JUNTOS COMO HERMANOS
MIEMBROS DE UNA IGLESIA
VAMOS CAMINANDO
AL ENCUENTRO DEL SEÑOR.
1.     Un largo caminar
por el desierto bajo el sol
no podemos avanzar
sin la ayuda del Señor.
JUNTOS COMO HERMANOS
MIEMBROS DE UNA IGLESIA
VAMOS CAMINANDO
AL ENCUENTRO DEL SEÑOR.
2.     Unidos al rezar,
unidos en una canción
viviremos nuestra fe
con la ayuda del Señor.

JUNTOS COMO HERMANOS
MIEMBROS DE UNA IGLESIA
VAMOS CAMINANDO
AL ENCUENTRO DEL SEÑOR.

3.     La Iglesia en marcha está
a un mundo nuevo vamos ya
donde reinará el amor
donde reinará la paz.



Reflexionemos
¿Qué actitud tengo en mi vida? ¿Construyo o destruyo?
¿Colaboro al crecimiento de la comunidad?

Que sea el Señor hermanos quien nos muestre lo que cada uno tiene que vencer para lograr ser un verdadero colaborador de Dios, así como también, todos aquellos pensamientos, sentimientos, complejos que nos impiden serlo. Esforcémonos por servir con alegría, por ser promotores de la comunidad, pero sobre todo, esforcémonos por escuchar la voz de Dios, lo que nos pide y por cumplir su voluntad.

Agradezcamos también al Señor por el regalo de estos tres días de oración y reflexión en su presencia, agradezcamos por nuestro servicio, nuestro cansancio, sobre todo, agradezcamos al Señor, porque fijó su mirada en nosotros y nos llamó a servirle.

Oramos de forma personal, en silencio
Quiero ser, Señor


Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
que no se queja, que es amable,
que soporta con alegría
el desgaste de la vida,
y por todo ello da gracias a Dios.

Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
con espíritu para animar
a los niños y a los jóvenes,
con un espíritu abierto
a todo lo nuevo,
con un espíritu
lleno de Dios y de su amor.
Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
cuyas palabras
hablan de la sabiduría
que ha brotado
de una vida de intimidad contigo,
de una experiencia viva de Dios.

Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
que no tiene miedo a la muerte
porque sabe que esta vida
es un paso para la otra,
que la muerte es el umbral
de la plenitud con Dios,
que si no hay muerte
no hay resurrección.


Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
que siempre mira hacia adelante,
que espera con gozo
el alborear del nuevo día en plenitud;
después del atardecer de esta vida.

Quiero ser, Señor,
el servidor o la servidora
que vive abandonado en Ti,
cuya soledad llene tu presencia,
y el resto de mi vida
sea un canto al amor
y una sencilla oración. Amén.



Nota: Al concluir tu oración, continúa en silencio, adora, contempla la Sagrada Hostia.

Oración Comunitaria
Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR



Coro 1
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

Coro 2
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Coro 1
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.



Todos
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Terminamos con la oración que Jesucristo nos enseñó: Padre nuestro que…

Pedimos a nuestra Madre santísima que interceda por nuestras necesidades: Dios te salve María…





[1] Tema N° 2 "Dios nos llama en comunidad" Animación Misionera de El Salvador.
[2] Conc. Ecum. Vat. II, DEC sobre el apostolado de los laicos Apostolicam actuositatem, 4.

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