viernes, 17 de julio de 2015

JORNADAS EUCARISTICAS PARROQUIALES II

“Jesús me invita a vivir en comunidad”
(Contra la pérdida del sentido comunitario)

Demos gracias a Dios hermanos y hermanas porque nos reúne una vez más en torno a su presencia.

Vamos a disponernos física, mental y espiritualmente para estar con Jesús Sacramentado durante una hora; relajémonos, respiremos profundamente, tratemos de respirar la presencia de Dios, disfrutemos estar delante del Señor.

Canto: Dios está aquí


Dios esta aquí
tan cierto como el aire que respiro,
tan cierto como la mañana se levanta
tan cierto como yo te hablo y me puedes oír.

Dios esta aquí
tan cierto como el aire que respiro,
tan cierto como la mañana se levanta
tan cierto como yo te hablo y me puedes oír.

Lo puedes sentir en este mismo instante
lo puedes sentir muy cerca de tu corazón
te puede ayudar en ese problema que tienes
Jesús esta aquí si tú quieres lo puedes sentir.

Dios esta aquí
tan cierto como el aire que respiro,
tan cierto como la mañana se levanta
tan cierto como yo te hablo y me puedes oír,
tan cierto como yo te hablo y me puedes oír,
tan cierto como yo te hablo y me puedes oír.



Nuestro Encuentro con Cristo debe ser un proceso, no solamente personal, sino también comunitario, es decir, lo que vivo personalmente en mi interior, debo traducirlo en obras en mi comunidad, en la parroquia, pues estamos llamados a construir la comunidad.

Hemos sido creados para amar y ser amados, por lo tanto, hemos sido creados para vivir en comunidad no para vivir solos, mucho menos aislados; el Señor quiere, nos invita a que con nuestra entrega amorosa, transformemos nuestra comunidad ¿cómo hacerlo? Con nuestro testimonio, nuestra vida debe hablar del Señor, debe transmitir el amor de Dios a nuestros hermanos ¡esa es la transformación que el Señor quiere en nuestras comunidades eclesiales! Que los servidores, los parroquianos, todos los bautizados atraigamos a más y más hermanos a Él, con nuestro testimonio.

Es muy triste ver cómo el egoísmo divide y destruye nuestra comunidad. En el libro de Hechos de los apóstoles podemos leer cómo el pueblo se admiraba de la primera comunidad cristiana, al grado de exclamar “Miren cómo se aman”. El amor es una virtud indispensable en el cristiano, por consiguiente, nunca debe faltar en nuestra comunidad.

Preguntémonos hermanos y hermanas:
¿Cuál es mi actitud en la comunidad, en la parroquia?
¿Procuro la reconciliación y unidad entre los hermanos?
¿Soy causa de división?

Momento de silencio para la reflexión personal

En la primera comunidad cristiana todos veían por todos y se ayudaban mutuamente, ponían sus bienes al servicio de la comunidad (Cfr. Hechos 2,42-47). Urge hoy más que nunca recobrar el sentido comunitario dentro y fuera de la Iglesia. La indiferencia va ganando terreno, poco a poco nos preocupamos menos unos por otros, el egoísmo que tanto daño nos hace, crece y crece cada vez más en los corazones. Y si al egoísmo le sumamos la indiferencia que muchas veces tenemos ante las necesidades del hermano, la cosas se agravas todavía más.

Hoy el Señor nos invita  a abrir nuestro corazón a nuestros hermanos, a colaborar cada quien con su granito de arena en la construcción de nuestra comunidad, nos invita a poner nuestros dones al servicio de la comunidad, a que nos entreguemos generosamente para transformar nuestra comunidad, nos está pidiendo que nos pongamos las pilas, que asumamos de una vez por todas, el compromiso y seriedad que implican nuestra respuesta a su llamada; nos está diciendo el Señor, que ofrendemos nuestro tiempo, nuestra vida, ¡que seamos generosos! Y nos donemos plenamente a nuestros hermanos, por medio de nuestro servicio; nos está diciendo también, que es Él quien actúa, que debemos dejar que transforme nuestra vida, para poder nosotros transformar a los demás, a nuestra comunidad.

Canto: Cristo te necesita para amar


Cristo te necesita para amar, para amar,
Cristo te necesita para amar. (2)

NO TE IMPORTEN LAS RAZAS,
NI EL COLOR DE LA PIEL,
AMA A TODOS COMO HERMANOS
Y HAZ EL BIÉN. (2)

Al que sufre y al triste, dale amor, dale amor,
al humilde y al pobre, dale amor. (2)

Al que vive a tu lado, dale amor, dale amor,
al que viene de lejos, dale amor. (2)

Al que habla otra lengua, dale amor, dale amor,
al que piensa distinto, dale amor. (2)

Al amigo de siempre, dale amor, dale amor,
al que no te saluda, dale amor.



El barril de vino[1]
"Cierto día se organizó en el pueblo una gran fiesta. Todo estaba preparado para el gran evento. En la plaza del pueblo habían construido un gran barril para el vino. Se habían puesto todos de acuerdo en que cada uno iba a llevar una botella de vino para verterla en el gran barril, y así disponer de abundante bebida para la fiesta. Se acercaba la noche, y Juan, viendo que llegaba la hora de partir hacia la plaza, tomó su botella vacía para llenarla con vino de su barril. Pero de pronto lo asaltó un pensamiento: "Yo soy muy pobre, y para mí es un sacrificio muy grande comprar el poco vino que hay en mi casa. ¿Por qué tengo que llevar igual que todos los demás? Voy a hacer una cosa: llenaré mi botella con agua, y cuando llegue a la plaza la verteré en el barril, así todos verán que hago mi aporte, y no vaciaré mi barril de vino. De todos modos somos muchos, y mi poquitito de agua se mezclará con el vino de los demás y nadie notará la falta".

Así lo hizo. Llegada la noche, se acercó ante la vista de todos los vecinos y vació el contenido de su botella en el barril de la plaza. Nadie sospechó nada. Todo el resto del pueblo fue aportando su parte de vino en el gran barril.

Comenzó la fiesta, la música, la danza. Y cuando llegó la hora de servir el vino ¡oh sorpresa! Abrieron la canilla del barril y... ¡salió solamente agua cristalina! ¿Quién iba a pensar que a todos se les iba a ocurrir pensar lo mismo que Juan? Y todos los del pueblo, avergonzados, agacharon la cabeza y se retiraron a sus casas. Y la fiesta se terminó."

Desde el relato anterior podemos ver cómo el egoísmo, que reflexionábamos ayer, repercute de manera negativa en la comunidad, todos pensaron en su propio interés y no en el bien común.

Ejercicio en silencio
¿Alguna vez has vivido alguna experiencia parecida a la del relato?
¿Tú la causaste? ¿Otro la causó?
¿Qué enseñanza tomamos para nuestra familia y nuestra comunidad?
En la tarea misionera todos aportamos nuestro granito de arena y, por pequeño que parezca nuestro aporte, es importante. Todos tenemos un papel que jugar en la tarea evangelizadora, pequeño o grande, pero es nuestro, y nadie puede hacerlo por nosotros.

Les invito hermanos y hermanas a cerrar los ojos un instante, pidámosle a Dios que nos hable y nos muestre cuál es nuestra tarea específica en la comunidad, qué tenemos que hacer para ayudar a construir y fortalecer nuestra comunidad.

Canto: Hoy en oración


Hoy en oración quiero preguntar Señor
quiero escuchar tu voz, tus palabras con amor.
Ser como eres Tú servidor de los demás,
dime cómo en qué lugar te hago falta más.

DIME SEÑOR EN QUÉ TE PUEDO SERVIR
DÉJAME CONOCER TU VOLUNTAD
DIME SEÑOR EN TI YO QUIERO VIVIR
QUIERO DE TI APRENDER, SABER AMAR.
Hoy quiero seguir tu camino junto al mar
tu Palabra, tu verdad ser imagen de ti.
Ser como eres Tú servidor de los demás,
dime cómo en qué lugar te hago falta más.

DIME SEÑOR EN QUÉ TE PUEDO SERVIR
DÉJAME CONOCER TU VOLUNTAD
DIME SEÑOR EN TI YO QUIERO VIVIR
QUIERO DE TI APRENDER, SABER AMAR.



A veces en nuestro caminar, en nuestra convivencia comunitaria van surgiendo malos entendidos entre nosotros; a veces decimos cosas sin pensar y lastimamos a los demás o a la inversa, alguien dice algo y lo tomamos para nosotros y, muchas veces en vez de hablarlo tomamos una actitud de enojo, nos vamos alejando poco a poco y cuando nos damos cuenta, ya no participamos más que lo mínimo. Decíamos al principio que el amor es fundamental en la comunidad, por eso hermanos y hermanas debemos esforzarnos por practicar la corrección fraterna entre nosotros, debemos siempre buscar el diálogo para poder caminar juntos, para escucharnos y poder entendernos ¿Cómo entender a mi hermano si no lo escucho primero? Debemos esforzarnos por propiciar la armonía en la comunidad y nos los chismes y las divisiones.

En definitiva, la comunidad cristiana demuestra que ha renacido del Espíritu Santo cuando busca la armonía —no la división interna—; cuando busca la pobreza —no acumular riquezas para sí, porque las riquezas están para el servicio—, y cuando no se enfada ante las dificultades, ni se ofende, sino que es paciente como Jesús.

Nos vendrá bien pensar en nuestras comunidades —sean diocesanas, parroquiales, familiares o tantas otras—, y pedir la gracia de la armonía —que es más que unidad: la unidad armónica, la armonía como don del Espíritu—, pedir la gracia de la pobreza —no de la miseria, sino de la pobreza; ¿qué significa? Que si tengo lo que tengo, debo gestionarlo para el bien común y con generosidad—, y pedir la gracia de la paciencia. Que el Señor nos haga entender que no solo individualmente, en el Bautismo, recibimos la gracia de renacer en el Espíritu, sino también nuestras comunidades.[2]

Pidamos pues, que el Espíritu Santo venga y renueve nuestros corazones, y con ello nuestra comunidad. Mientras vamos cantando pensemos en esas situaciones específicas que nos están impidiendo crecer como comunidad y pongámoslas en las manos del Señor, para que con la fuerza del Espíritu Santo, sean transformadas en frutos de su gracia.

Canto: Espíritu Santo, ven, ven


ESPÍRITU SANTO, VEN, VEN,
ESPÍRITU SANTO, VEN, VEN,
ESPÍRITU SANTO, VEN, VEN,
EN EL NOMBRE DE JESÚS.
Acompáñame, condúceme,
toda mi vida.
Santifícame, transfórmame,
Espíritu Santo, ven, ven.
Resucítame, conviérteme,
todos los días.
Glorifícame, renuévame,
Espíritu Santo ven, ven.

Fortaléceme, consuélame,
en mis pesares. 
Resplandéceme, libérame,
Espíritu Santo, ven, ven.

Ilumíname, inspírame,
cuando decaiga.
Aniquílame, consúmeme,
Espíritu Santo, ven, ven.



Oración Comunitaria
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.



Coro 1
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.



Coro 2
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

Coro 1
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

Coro 2
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.




Todos
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Para concluir mis queridos hermanos y hermanas, les invito a ponerse de pie y tomarse todos de las manos. Somos una familia, la gran familia de la parroquia N__________, el Señor nos llena de bendiciones a cada instante del día y nos regala sus dones, no para que los guardemos ¡sino para que los pongamos al servicio de los hermanos! Seamos dóciles y dejemos que su amor nos transforme, para que así, podamos nosotros a la vez, transformar con nuestro testimonio, nuestra comunidad. Pidámosle que dejemos atrás toda actitud individualista y que seamos como la primera comunidad cristiana, que todos se preocupaban por el bien común. ¡Demos gracias a Dios porque somos una comunidad! ¡Somos familia! ¡La familia de Dios! Y como familia, unidos en una sola voz digamos la oración que Jesucristo nos enseñó:
Padre nuestro…

Pidamos a nuestra Madre María, que interceda por nuestras necesidades: Dios te salve María…



[1] Anthony de Mello
[2] Homilía Papa Francisco 14/04/2015

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