miércoles, 11 de marzo de 2009

EL PERDON


¿Cuántas veces debo perdonar? ...

Esta fue una de tantas preguntas que los apóstoles le hicieron a Jesús. A ellos les interesaba conocer sobre: Como orar, sobre quien se sentaría a su derecha en el reino, pero también les interesaba saber sobre una de las cosas más difíciles de lograr para el ser humano, difícil incluso para los cristianos.
A esta pregunta Jesús respondió: “Hasta 70 veces 7”. Que en otras palabras significa "siempre". No cabe duda que es difícil perdonar una vez, no se diga dos veces, pero Jesucristo nos deja en su enseñanza que no una, ni dos, ni siquiera siete veces debemos perdonar, debemos hacerlo siempre.
Y no 70 veces siete en toda nuestra vida a todas las personas sino 70 veces 7 a cada persona. (Quien quiera seguirme, que tome su cruz y que me siga).

No podemos evitar los conflictos, nunca se ha podido, hay guerra entre los países, conflictos en las ciudades y dificultades en las familias. Dios sabe entonces que tendremos desavenencias con los que nos rodean y que por nuestra debilidad y pequeñez nos será difícil perdonarnos por eso es que nos brinda en su Palabra la oportunidad de ir avanzando en el camino del perdón.

Vamos a seguir algunos pasos que nos ayudarán a ir conociendo lo que realmente es perdonar, además de ir creciendo como cristianos para prepararnos para perdonar así, como Jesús respondió a sus discípulos, a perdonar siempre.

Los pasos del perdón

1er paso: Delimitar la zona del conflicto.

Identificar con quien es el problema.
El primer paso y que ayuda al inicio de la solución del problema y que evita que se haga más grande es: Identificar con quien es el problema.

Éxodo 23;4-5 "Cuando encuentres perdido el buey o el burro de tu enemigo, se lo llevarás. Si ves caído con la carga el burro del que te quiere mal, no pases de largo, sino ayúdalo a levantarse".

En este texto bíblico, el Señor nos quiere enseñar que si tenemos alguna dificultad, esta tiene que ver con una persona y no con los que lo rodean, que si tenemos un problema con nuestro hermano mayor (por ejemplo) no tenemos que estar haciéndoles la vida de cuadritos también a nuestros padres y al resto de nuestros hermanos. Y más aún si nuestro problema (siguiendo el ejemplo) es en nuestra casa, entonces no tienen que sufrir las consecuencias de nuestro mal humos también en nuestro trabajo o escuela.

- No podemos evitar los conflictos, nunca se ha podido, pero debemos delimitarlo, definir con quien es nuestro problema y no llevarlo más allá.
- Hasta aquí, aún no hemos perdonado a nadie, el texto bíblico no nos dice que perdonemos a nuestro enemigo, sino que no se dañe a nadie más y con esto llevamos ya un gran avance.


2do. paso: Hacer una ofensa igual.

Una vez que todos los inocentes quedan fuera del problema, es momento de enfocarnos en quien nos hizo daño. Hemos recibido una ofensa, que es el motivo de nuestro rencor, pues La Biblia nos concede el derecho de hacer un daño igual.

Levítico 24;17-22 ...El que cause alguna lesión a su prójimo, como él hizo, así se le hará: fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él ha causado al otro...

Este texto nos habla de justicia, justicia muy primitiva si queremos verlo así, pero actualmente ni siquiera esto sabemos hacer. Cuando alguien nos hace un daño, ni siquiera esta ley conocida como del Talión, sabemos ejercer correctamente. Siempre superamos el daño, si alguien no nos dirige el saludo una mañana, nosotros le dejamos de hablar para siempre; si alguien nos falla una vez, entonces nosotros le fallamos diez.

En este segundo paso la Biblia nos concede el derecho de desquitarnos, con una ofensa igual, hasta aquí no se habla aún de perdonar; hasta aquí se nos indica que no debemos ir más allá de la ofensa recibida.



Para estas alturas seguramente más de un lector se encontrará inquieto por lo expresado en el punto anterior, pero recordemos que estos son pasos hacia el perdón, y que para algunos caminar lentamente es la única manera de llegar a la meta, que finalmente será: preparar nuestro corazón para perdonar.

Sabemos que La Biblia es palabra de Dios, y que todo lo que está en ella no tiene error, por tanto lo leído en el punto anterior es totalmente válido, pero, también sabemos que los católicos no somos cristianos de un solo versículo, que la Verdad de la Palabra de Dios se encuentra en toda la Biblia, por tanto sigamos descubriendo la verdad sobre el Perdón.



3er. paso: No desquitarse.

Hasta aquí hemos aprendido que en primer lugar, para evitar que el problema se haga más grande debemos dejar fuera del conflicto a todos los inocentes. En segundo lugar, sabemos que podemos hacer un daño igual al que recibimos pero no mayor.

En este tercer paso Dios nos invita a trascender, a crecer como verdaderos cristianos; puedes vengarte, pero Yo te apreciaré y bendeciré más si no lo haces.

Levítico 19;18 No seas vengativo ni rencoroso...

En pocas palabras se resumiría hasta aquí: Siente el consuelo (humano) de que puedes desquitarte, pero si realmente te dices seguidor de Cristo, entonces no lo hagas.

Aún como se observa no se habla de perdón, sólo estamos hablando de no desquitarse, aunque muchos de nosotros, erróneamente, cuando llegamos a este punto decimos que estamos perdonando, cuando estamos a mitad del camino. Y es por eso que el problema persiste por años y que en la primera oportunidad el conflicto se reanuda, porque aún la ofensa no se ha perdonado, tan sólo se ha hecho un esfuerzo por olvidarla.

Hasta aquí el Antiguo Testamento.
- Si logras llegar hasta aquí serías un perfecto Israelita.
- Pero la Ley del Antiguo Testamento, no contenía la perfección de las enseñanzas de Jesús.

Saltemos a lo perfecto, a lo nuestro. Nosotros ya conocemos a Jesucristo.

4to paso: Poner la otra mejilla.

Tal como veíamos en las películas antiguas cuando el protagonista era un sacerdote pensamos que la invitación de Jesús a ofrecer nuestras dos mejillas para que sean golpeados se refiere meramente al aspecto físico.
Esta enseñanza va mucho más allá e incluso nos invita a un esfuerzo todavía mayor, por tanto más santificante.

Mateo 5;38-42 Ustedes saben que se dijo: "Ojo por ojo y diente por diente." En cambio, yo les digo: No resistan a los malvados. Preséntale la mejilla izquierda al que te abofetea la derecha...

Pensamos que dejar que nos golpeen ambas mejillas resulta difícil, ya no sólo de aceptar sino también de permitir, pero este paso tiene mayor trascendencia, se trata sí, de poner nuestra cara, pero poner nuestra otra mejilla, significa responder con lo contrario al daño o agresión que recibimos.

- Tú eres ofensa, yo pongo la otra cara. Tú eres negro, yo soy blanco. Tu vienes a mí lleno de ira, mi respuesta es la calma. Tu vienes a mí con gritos, estos se estrellarán con mi serenidad. Tu me haces el mal, yo te responderé con un bien.

Esto realmente es para cristianos, para lograr esto necesitamos realmente hacernos violencia en nuestro corazón, no desquitarse es una cosa, pero devolver el mal recibido con un bien, esto si requiere de una voluntad férrea.
Llegar a este punto del perdón interior hace que la posibilidad de poner nuestra otra mejilla físicamente para que sea golpeada, resulte un juego de niños.

5to. paso: Restituir a la persona en su lugar.

Este punto es el máximo del perdón, que las relaciones vuelvan a ser como antes de la ofensa, siempre y cuando sea posible. (Ejemplo: físicamente no podrá darse si la parte ofensora a fallecido)

A la pregunta inicial: ¿Cuántas veces debemos perdonar? Jesús responde con hechos.

Jesús ama y confía en Pedro.
Mateo 16;18-19 Tú eres pedro y sobre esta piedra...
Vas a tener las llaves del reino, Serás la piedra de mi iglesia.

Sin embargo Pedro niega a Jesús.
Lucas 22 Pedro niega a Jesús 3 veces.

Aún así, Jesús perdona a Pedro y le confirma las promesas que le había hecho.
Juan 21;15-17 Pedro ¿Me amas...? "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Entonces Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas".

Esto es realmente perdonar.
Jesús no le dijo a Pedro: Te perdono, pero...
- No te saco de los doce pero te pongo al último, ya no será es primero.
- Recuerdas que serías la piedra sobre la que edificaría mi Iglesia, pues ya no será así.
- Te acuerdas de las llaves del reino, pues no te las voy a dar.

Jesús confirmó tres veces el cariño de Pedro y lo restituyó en su lugar y le confirmo las promesas, Jesús se olvidó de todo y lo perdonó.


Concluimos el Tema con una anécdota que nos ilustrará:
Cierto hombre caído en desgracia se encontraba sentado a la orilla de aquel camino pidiendo limosna a quien pasaba por ahí. Pasó entonces un hombre rico y el pobre le solicito una ayuda, pero el rico en vez de eso sólo respondió con burlas y azotando a su caballo dejó lleno de polvo a aquel hombre. Este se levantó tomó una roca de buen tamaño y se alistó para arrojarla sobre el hombre que se había mofado de él, pero, al levantarse se dio cuenta que este ya se encontraba demasiado lejos y que no lograría descargar su furia.
Pero no logró serenarse y decidió guardar en su gastado morral aquella piedra en espera de la oportunidad para desquitarse.
Y pasaron varios años y cierto día aquel pobre hombre pudo ver como la policía llevaba casi a rastras a un hombre, y pudo observar que era aquel que tiempo atrás le había causado tan enorme disgustó. Aquel hombre rico ahora había caído en desgracia y lo llevaban para ponerlo preso.
Nuestro hombre presuroso buscó en su raído morral aquella roca que había cargado ahí precisamente para esa ocasión, la encontró sin dificultad debido a su gran tamaño y empuñándola con fuerza la levantó para arrojarla sobre quien lo había ofendido.
Levantó su mano, esperó el momento en que aquella comitiva estuviera cerca de él, pero aquel tumulto pasó y este hombre no arrojó su piedra. Cuando todos pasaron, nuestro hombre bajo su brazo y dejando caer aquella pesada piedra dijo: "No, para que".


Aquel hombre había cargado su rencor por años, para darse cuenta finalmente que todo aquel tiempo había sufrido cargando un peso inútil.

Basado en el Tema: "Los pasos del Perdón"
Por: Salvador Gómez.

La cruz estéril del mal ladrón Por Pbro. Dr. Enrique Cases


¿Es conveniente la pena de muerte? En el siglo XX es un tema controvertido, se dan altos y bajos en la discusión, existen partidarios y detractores, zonas en que se aplica y zonas donde se prohíbe. En tiempos de Jesús era aceptada por todos, y aplicada con frecuencia. El derecho romano pretendía evitar las arbitrariedades de los tiranos o de autoridades venales; fijaba los procesos y los delitos. Pero, aún así el sistema penal romano era objetivamente duro.

La crucifixión era el modo escogido para aplicar la pena de muerte por ser especialmente cruento y lento. El objetivo era escarmentar a los delincuentes en cabeza ajena. El crucificado, además de sufrir mucho, sufría a la vista de todos de una manera infamante. En el Imperio romano este tipo de muerte se reservaba para los esclavos y para los criminales insignes. Cicerón lo llamaba "crudelísimo suplicio"[784].

Los clavos atravesaban las muñecas adhiriendo el cuerpo a la cruz. Al levantar la cruz todo el cuerpo quedaba pendiente de los clavos con una forzada inmovilidad. La respiración era muy difícil y se nublaba la mente al no poder tener aire puro en los pulmones. Para respirar debían erguirse sobre los clavos. Los músculos de las piernas y del estómago se contraían con calambres. La fiebre aparecía pronto, así como convulsiones y espasmos, y también las moscas, que las llagas y la sangre atraían a centenares. Y con todo, como ningún órgano vital estaba herido, aunque todos los miembros estaban en tensión, el condenado podía permanecer un día, dos, y aún más en el cruel árbol antes de que llegase la muerte.

Tal proceso era bien conocido por todos y especialmente por los condenados a la crucifixión. ¿Cuales eran sus pensamientos? Miedo y terror; existía la posibilidad de salvarse por el indulto que se solía conceder en la Pascua; pero ya había sido dado a Barrabás. El ser humano es muy complejo y sus reacciones ante las mismas situaciones no son uniformes. Saber con certeza cuanto tiempo queda de vida, sin el sedante de la enfermedad, es un suplicio no pequeño. Arrepentimiento o desesperación son los extremos en que se puede mover el condenado. Caben otras reacciones como morir con valentía sólo por motivos humanos. Pero la disyuntiva central es: o rectificar ante Dios una vida desastrosa, o morir blasfemando con lo que la muerte se convertía en puerta dolorosa para otro suplicio peor en el infierno. Los dos ladrones crucificados junto a Jesús esperarían este momento con verdadera angustia.

Jesús fue condenado a muerte con apresuramiento. Unas horas, escasamente, pasaron entre su llegada al pretorio y su salida con la Cruz a cuestas hacia el Calvario. La hora de su condena coincidió, de una manera no casual, con la del sacrificio oficial del cordero pascual que se celebraba en el Templo. Jesús era inocente y fue condenado al suplicio más infamante y humillante que existía entonces. Además no estaba solo pues con Él crucificaron a dos ladrones: uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: Y fue contado entre los malhechores [785]. Juan precisa que fue crucificado en medio[786] , como indicando que su delito era el mayor de los tres.

Era una humillación más entre las muchas que recibió El Señor. La compañía aumenta la ignominia. Esa humillación a Jesús será, sin embargo, una oportunidad preciosa para los ladrones, sólo aprovechada por uno de ellos, pero es un descrédito más de Jesús ante el pueblo. Los comienzos de la crucifixión no pudieron ser peores, pues los ladrones también le injuriaban[787]. Lucas precisa que sólo era uno el que le insultaba y el otro le recriminaba[788].

Los hechos debieron ser complejos a lo largo de aquellas horas de extraña compañía. Es de suponer que en un comienzo los dos ladrones injuriasen a todos y a todo. Después se fijarían en los insultos que los sanedritas, los sacerdotes y los escribas dirigían a Jesús y se unirían a ellos. Oyen que dicen: Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo reedificas, sálvate a tí mismo si eres Hijo de Dios y baja de la cruz[789]. Esta expresión es la que recoge uno de los ladrones ¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti y a nosotros[790].



Era como un coro de endemoniados. Aquellos insultos eran una auténtica blasfemia que condensaba todas las tentaciones que superó Jesús: cambiar la salvación del pecado por una salvación terrena. ¿Qué hubiera sucedido si Jesús accede a su petición? salvarse de aquellos dolores, retrasar la muerte, pero no se habría realizado la redención, y la Humanidad permanecería alejada de Dios. También será tema de otra meditación el contenido de esta tentación radical. Centrémonos de nuevo en el ladrón blasfemo.

Es comprensible la desesperación del condenado a muerte, pero no lo es tanto su resistencia al arrepentimiento teniendo la muerte tan cerca. Quizá sus pecados anteriores le ciegan de tal modo que le impiden recurrir a Dios en el último trance. Su cruz es una cruz estéril. Muere rebelde. Muere impenitente, desesperado, blasfemando. Está lleno de odio a todos, incluido a Dios. No sabemos si al final rectificó como su compañero, pero es muy posible que los evangelistas lo hubieran transmitido con gozo. Aquel hombre no supo morir, no quiso pedir perdón a quien podía concedérselo. Murió rebelde.

La cruz del mal ladrón es una cruz inútil. Su dolor es un dolor estéril. Su rebeldía es absurda. Vio morir a Jesús. ¡Qué diferencia!. Escuchó el arrepentimiento de su compañero de pena y de insultos, así como la extraña respuesta de Jesús que le promete el Paraíso. ¿Por qué no reflexionó entonces?. No lo sabemos. Después pudo contemplar las tinieblas que llenaron la tierra y oscurecieron totalmente la luz del sol; escucharía con sobresalto el gran grito de Cristo cuando entregó su vida y expiró. Sentiría bambolearse la cruz con el temblor de tierra que se produjo. Quizá también escuchó al centurión que se convierte al ver morir a Jesús, así como el pánico de los que le enseñaron a insultar a Cristo. Pero nada de esto le hizo reaccionar.

¿Por qué? Meditar en su muerte nos debe ayudar a evitar todo lo que pueda producir similares reacciones. Aquel hombre estaba demasiado cegado, y ya no quedaban resquicios para que entrase luz en su alma y poder así arrepentirse. La lluvia de la gracia resbaló en la dureza de su conciencia. La proximidad del divino Paciente no le ablandó sino que le irritó. Y se dejó caer en el pozo de la desesperación. No podemos olvidar que la esperanza se pierde cuando no queda ni pizca de amor en el corazón. Era un pecador obstinado. Sólo se condenan los pecadores obstinados, no los que se arrepienten con esperanza, por grandes que sean sus miserias.

Jesús refiriéndose a Judas Iscariote había dicho: Más le valiera no haber nacido[791]. Esta expresión es válida para expresar la desgracia de todo pecado cometido. También sirve para lamentar la horrible pena en que incurre el pecador obstinado, en este caso Judas el traidor. No cabe pena mayor que la pena del infierno, eterna y mucho más dolorosa y desesperante que todos los dolores de la cruz. Podía Dios quitar la posibilidad de pecar pero sólo al precio de desposeer al hombre de la libertad, y Dios lo estima como un mal mucho mayor.

Todo condenado cae en la blasfemia, como los demonios. Sabe que Dios existe y ama. Cree, pero odiando. Cuesta llegar a captar esa rebeldía consciente, pero ahí está. En el condenado se expresa el orgullo humanamente pleno y absurdo en su impotencia. Ciertamente, "más les valiera no haber nacido".

Jesús en la Ultima Cena dijo palabras consoladoras: Cuando estaba con ellos, yo los guardaba por el nombre que tú me has dado. He velado, y ninguno de ellos se ha perdido, excepto el hijo de la perdición[792]. Consuelan porque nos cuida a cada uno de los hombres en nuestras particularidades con una proximidad mayor aún que la de los Apóstoles. Sólo debemos no separarnos de esa divina protección. No ser hijos de la perdición. Dejarnos querer y saber temer las consecuencias de separarnos del Salvador del dolor, de la muerte y del pecado. Y convertir las cruces y el dolor en medios de arrepentimiento, no en ocasiones para cavar más honda la sepultura del alma.

La cruz del mal ladrón es una cruz horrible no aceptada ni aprovechada ni robada al corazón de Cristo tan sólo crucificada por su furibundo junto a Cristo sin Cristo esa oscura madera sin cara ni gloria esa cruz sin paraíso hoy mismo ni mañana ni tal vez nunca la cruz del mal ladrón maldita cruz [793].



El contraste con la bendita Cruz de Cristo, o con la cruz del arrepentimiento del buen ladrón, es tan grande, que nos llevan a considerar como posible para todo ser humano un triste final semejante al del ladrón rebelde si no somos capaces de llevar la propia cruz con amor a arrepentimiento.

Hombre, amigo, que tienes que llevar tu cruz, a pesar tuyo. Tu cruz será la misma. Vendrá sobre ti aunque no quieras. Pero tu cruz, tu vida, tendrá un sentido y un valor distinto, según el espíritu con que la lleves.

Estás condenado a muerte y no hay quien te libre de esta condena. Lo mismo acontece con los golpes que caen sobre ti a pesar tuyo.

Por mucho que hagas, no puedes ni cambiar la sentencia, ni retrasar tu ejecución. Tu deseo de vivir tiene el poder de hacerte creer que es largo el tiempo corto, y que es incierta tu muerte segura.

Vivir no es tan necesario como amar.

Te tienes por prudente y no niego que lo seas, ¿pero cómo es posible que seas tan ciego y vivas tan de espaldas a la realidad de tu muerte? ¡Qué empeño de apegarte a la tierra y engañarte, engañando a otros, de que ésta es la vida! Y sólo consigues ser un hombre más, de los que han pasado inútilmente por la tierra, gastando su tiempo en el deseo imposible de quedarse.

¡Abrázate a la cruz!

Que solamente una vez se vive.

Decídete por la cruz. Y llévala como Cristo la llevó

martes, 10 de marzo de 2009

Viviendo la Cuaresma


Durante este tiempo especial de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal.
Ante todo, la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios. En la oración, si el creyente ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia divina penetre su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre la oración del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).

Asimismo, también debemos intensificar la escucha y la meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo la práctica del ayuno, según las posibilidades de cada uno.
La mortificación y la renuncia en las circunstancias ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir el espíritu de Cuaresma. No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias, sino más bien, de saber ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que nos son molestas, de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos que se nos presentan a diario. De la misma manera, el saber renunciar a ciertas cosas legítimas nos ayuda a vivir el desapego y desprendimiento.

De entre las distintas prácticas cuaresmales que nos propone la Iglesia, Ia vivencia de Ia caridad ocupa un lugar especial. Así nos lo recuerda San León Magno: "Estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante al ejercicio de Ia caridad; si deseamos Ilegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialisimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en si a las demás y cubre multitud de pecados".

Esta vivencia de la caridad debemos vivirla de manera especial con aquél a quien tenemos más cerca, en el ambiente concreto en el que nos movemos. Así, vamos construyendo en el otro "el bien más precioso y efectivo, que es el de Ia coherencia con la propia vocación cristiana" (Juan Pablo II).

Cómo vivir la Cuaresma

1. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome.

Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Éste es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de la Iglesia para poder hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para estructurar tu confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo.

2. Luchando por cambiar.

Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de un escalón en un escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser realista, práctico y concreto para poderlo cumplir.

3. Haciendo sacrificios.

La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa "hacer sagrado". Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio.

4. Haciendo oración.

Aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para Cuaresma. Puedes leer en la Biblia pasajes relacionados con la Cuaresma.

Y ahora, como en otro rollo, voy a dar unos puntos importantes para vivir la cuaresma, nada más que los míos son 19:

1. Procura ser amable con las personas con quienes convives.

2. Haz un esfuerzo por dialogar en familia sobre aquellos asuntos que convienen al espíritu familiar.

3. Sé atento con tus semejantes. y si conduces, hazlo cristianamente.

4. Recorta las horas de T. V. y amplia las de reflexión y oración.

5. Haz alguna lectura que te ayude a profundizar tu fe.

6. Controla tus apetitos: dulces, refrescos, tabaco, y sé más libre.

7. Dedica algún tiempo diario a la lectura de la Palabra de Dios.

8. Lucha contra el malhumor y la tristeza. Saborea lo bello de la vida.

9. Presta mayor atención a las personas que a las cosas. En especial quienes más lo necesitan: ancianos, necesitados. Trátalos con cariño.

10. Comparte tu dinero un poco más con otros que tienen menos, a costa de caprichos, chucherías, aperitivos, etc, etc.

11. Mejora en el trabajo, consciente de tu ideal cristiano.

12. Cuida la naturaleza como don de Dios, evitando todo desorden.

13. Evita la crítica negativa, viendo y hablando de lo positivo que puedes descubrir en cada semejante.

14. Disminuye el consumo de alcohol y si alguien cercano se excede, ayúdale a planteárselo e intentar superar el vicio.

15. Fomenta la paz a tu alrededor. Prescinde de enfados, violencias, malos modales, groserías, insultos, etc.

16.
Participa más en los actos y celebraciones de la Comunidad y de los Sacramentos.

17. Di la verdad. Habla claro, sin hipocresías ni mentiras.

18. Intenta hacer felices a los tuyos, con tus de talles y cariños.

19. Haz un propósito concreto, signo principal de tu ejercicio cuaresmal, de tu primera atención; y participa en todas las celebraciones de Cuaresma y Pascua.

lunes, 9 de febrero de 2009

VIVIR INTENSAMENTE LA CUARESMA PARA SER MEJORES DISCIPULOS Y MISIONEROS


Lectura del Evangelio según San Juan 4,3-30.39

Hemos leído sobre el poderoso encuentro entre Jesús y la samaritana. Es un encuentro poderoso porque las mujeres samaritanas estaban consideradas por los judíos impuras, y por tanto, a los judíos se les prohibía tomar de alguna vasija que haya sido tocada por alguna de ellas.

Es Jesús quien inicia la conversación pidiendo agua, para después revelarle a la mujer que Él es el Cristo, el que ha de venir. Esta petición de Jesús no es otra cosa que el llamado, es decir, Jesús está llamando a la samaritana, tiene una misión para ella. La mujer se convirtió en misionera inmediatamente: “Vengan a ver un hombre que me ha dicho todo cuanto hice… y muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por el testimonio de aquella mujer.

Unos puntos muy importantes de este pasaje son:

Primeramente, Jesús es quien inicia la conversación, sale al encuentro; Jesús sabía muy bien que aquella mujer no le hablaría por dos razones: ser mujer y más aún, ser samaritana. Jesús toma la iniciativa: “Dame de beber”. Así lo hizo contigo, salió a tu encuentro, no tú lo encontraste sino Él.

En segundo lugar, Jesús se presenta: “Ese soy yo, el que habla contigo”. Soy yo que podemos traducir al “Yo soy” del Antiguo Testamento que designa a Yahvé; Jesús deja así al descubierto su personalidad divina.

Otro punto es el agua. Recordemos que los antepasados de los judíos eran pastores que andaban errantes de una fuente a otra. Los más famosos, como Jacob construyeron pozos; Jesús le pide a la mujer agua y a cambio le ofrece el agua viva, el agua de vida que puede saciar cualquier sed, el agua que es fuente de toda vida y de felicidad verdadera y que sólo Jesús puede dar y que es el Espíritu Santo, dador de vida, decimos en el Credo.

Y el cuarto punto que Jesús nos quiere enfatizar es que su Reino no se encierra entre las paredes del Templo, de la construcción de bloques y cemento, sino que su Reino es de puentes. Le dio una misión a una extranjera, a una marginada que estaba fuera del círculo religioso de su tiempo pues la mujer no tenía ni ocupaba ningún lugar en la sociedad de entonces.

Ahora bien, nosotros catequistas ¿tenemos estás mismas actitudes de Jesús en nuestra comunidad? ¿Nuestro corazón está abierto y dispuesto a dar amor a todos? ¿Nos parecemos a la mujer samaritana que no le importó nada, sino que al contrario tuvo un corazón abierto a la purificación y a la gracia de la conversión o nos cerramos ante la mano poderosa de Dios? Cuando llega alguien nuevo al sector, a la capilla, al catecismo ¿Lo recibimos con amor y felicidad o los rechazamos? Cuando algún hermano se encuentra necesitado ¿lo a poyamos o lo negamos como Alicia Ferreira a Tomás Mora?

Durante este tiempo especial de purificación contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la cuaresma como camino de conversión.

Ante todo, la vida de oración, condición indispensable para el encuentro de Dios. En la oración, si nos abandonamos y entramos en un diálogo íntimo con Dios, la gracia del Señor penetra en nuestro corazón, y a semejanza de María y de la samaritana se abre y da una respuesta generosa al llamado de Jesús.

Asimismo debemos intensificar la escucha y meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo la práctica del ayuno, según nuestras posibilidades.

La mortificación y la renuncia en las circunstancias ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir la cuaresma. No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias, sino más bien, de saber ofrecer aquellas situaciones cotidianas que nos son molestas, de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos que se nos presentan a diario. De la misma manera el saber renunciar a ciertas cosas legítimas nos ayuda a vivir el desapego y desprendimiento.

También debemos vivir la caridad. Nos dice San León Magno: “Estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante al ejercicio de la caridad; si deseamos llegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialísimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en sí a las demás y cubre multitud de pecados”. Esta vivencia de la caridad debemos vivirla especialmente con aquél a quien tenemos más cerca, en el ambiente concreto en que nos movemos y con aquellos que nos hacen daño.

Cómo vivir la Cuaresma

1.- Dando el paso de la conversión, que es la actitud que se nos pide en este tiempo. La conversión es una transformación total en nuestra manera de vivir y que se da de manera gradual. La conversión es gracia de Dios, no nuestra.

2.- Arrepintiéndonos de nuestros pecados y confesarnos.

3.- Luchar por cambiar. Analicemos nuestra conducta para descubrir en que estamos fallando y hacernos el propósito de cambiar.

4.- Hacer sacrificios. La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa “hacer sagrado”, por eso hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor.

5.- Hacer oración. Toda nuestra vida debe ser de oración.

Son tres las prácticas que hacen que nuestra fe se mantenga firme y que debemos vivir más especialmente en la cuaresma: la oración, el ayuno y la misericordia, que es el amor hacia los más necesitados.

Ahora nos reuniremos por sectores y vamos a reflexionar sobre los temas de hoy y nos vamos a proponer dos compromisos, uno como sector, como capilla y otro personal, pueden ser varios compromisos, pero yo preferiría que fuera uno y uno para poder cumplirlos. Se les va a repartir un papelito para que escriban su compromiso personal.

HORA SANTA 12 Pasos para una Hora Santa


1. Alabanzas festivas al Señor.

Se exalta a nuestro Dios y Popurrí

2. Cantos varios al Señor.

Llena este lugar

3. Batalla espiritual. Leer Efesios 6.

“Hijos, obedezcan a sus padres pues esto es un deber: honra a tu padre y a tu madre. Es, además, el primer mandamiento que va acompañado de una promesa, para que seas feliz y goces de larga vida en la tierra. Y ustedes, padres, no sean pesados con sus hijos, sino más bien edúquenlos usando las correcciones y advertencias que pueda inspirar el Señor.
Siervos, obedezcan a sus patrones de este mundo con respeto y responsabilidad, con corazón sincero, como quien obedece a Cristo. No se fijen en si son vigilados o si ganarán consideración, pues ustedes son siervos de Cristo que hacen con gusto la voluntad de Dios. hagan su trabajo con empeño, por el Señor y no por los hombres, sabiendo que el Señor retribuirá a cada uno según el bien que haya hecho, sea siervo o sea libre.
Y ustedes, patrones, actúen con sus siervos de la misma manera y dejen a un lado las amenazas; tengan presente que ellos y ustedes tienen en el cielo un mismo Señor, y que ese no hace distinción de personas.
Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con su energía y su fuerza. Llevan con ustedes todas las armas de Dios para que puedan resistir las maniobras del diablo. Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.
Por eso pónganse la armadura de Dios, para que el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas.
Tomen la verdad como cinturón y la justicia como coraza; estén bien calzados, listos para propagar el evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio. Por último, usen el casco de la salvación y la espada del espíritu, o sea, la palabra de Dios.
Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo a favor de todos los santos, sus hermanos.”


4. Momento de entrega. Abandono en el Amor del Señor. Leer Apocalipsis 3, 20.

“Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo.”

5. Invocación al Espíritu Santo.

Fluye en mí

6. Arrepentimiento. Disponer nuestro corazón.

Piensa en las veces que has ofendido a Dios, a tus hermanos, a tus semejantes, aún a ti mismo.

7. Perdón. Hacer un examen de conciencia. Leer Marcos 11, 25.

“Y cuando se pongan de pie para orar, si tienen algo contra alguien, perdónenlo...”

8. Reflexión sobre alguna cita bíblica. Mt. 11, 28.

“Vengan a mí los que van cansados llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.”

Llévame a ti

9. Oración en silencio. Escuchar a Dios.

Sanctus

10. Intercesión. Orar por la humanidad. Leer 1 Timoteo 2, 1.

“Ante todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, sin distinción de personas; ...”

11. Peticiones. Orar por nuestras necesidades. Leer Hebreos 4, 16.

“Por lo tanto, acerquémonos con plena confianza al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y hallar la gracia del auxilio oportuno.”

Trono de gracia (Delante de ti)

12. Acción de Gracias. Es Dios quien nos da la vida, démosle gracias.

Te doy las gracias Señor

HORA SANTA Para pedir por los jóvenes y estudiantes

Oración Inicial.

Señor mío Jesucristo, que por el amor que tienes a los hombres estás de noche y de día en este Sacramento, lleno de piedad y de amor. Esperando... llamando... y recibiendo a cuantos vienen a visitarte. Creo realmente que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todos los dones que me has hecho, especialmente por haberme dado en este Sacramento tu cuerpo, sangre, alma, y divinidad; por haberme dado como abogada a tu Santísima Madre, la siempre Virgen, María, y por haberme llamado a visitarte en este santo lugar. Por eso te consagró esta hora de adoración. Amén.

Canto: Si conocieras como te amo.

Reflexión. El niño que no sabía usar sus ojos.

Había un vez un niño que no usaba sus ojos, a pesar de que sus mamá siempre le decía: Niño, los ojos son para ver.
Pero él no ponía atención y seguía sin usarlos, tropezando con todo, con las puertas, con las sillas, son los escalones, con las piedras, con los árboles y con las personas, con todo... por eso siempre andaba con la ropa rota, las manos y los pies lastimados, los ojos morados, descalabrado, en fin con muy mal aspecto, como es natural.
Además no conocía nada, nunca había visto las mariposas, los pájaros, las flores, las nubes, mucho menos la luna y las estrellas... ni siquiera conocía las lagartijas.
Una mañana salió de su casa y al atravesar el llano, que estaba en frente de ella, como de costumbre no uso los ojos y no vio acercarse a una señora que venía en sentido contrario cargando un bote de leche y una canasta llena de huevos, el niño fue a estrellarse contra ella, metió la cabeza dentro de la canasta, rompió los huevos con ella, llenándose el pelo, los ojos, la nariz, la boca de clara y yema y de pedazos de cascarón, la camisa, los pantalones y aún los zapatos...
La señora muy enojada, le sacó la cabeza de la canasta, al mismo tiempo que le propinaba una fuerte nalgada, él asustado echó a correr y como no usó los ojos, fue a dar dentro de un charco, del que salió lleno de lodo.
Se limpió con las manos los ojos y buscó el camino para regresar a su casa, conforme iba caminando, el sol y el viento le iban secando el lodo, el huevo y la leche, la cara se le entiesó y parecía una máscara, en la que solo brillaban los ojos; la ropa se le endureció dándole el aspecto de un gran muñeco de cartón.
Así llegó hasta la puerta de su casa, pero el perro que tenía lo desconoció; empezó a ladrar, gruñéndole y enseñándole los dientes, como dispuesto a morderle.
Su mamá extrañada, se asomó para ver que sucedía y quedó espantada al ver al niño, ¡casi no lo conocía!
Alejó al perro y al lo llevó al baño. ¡Qué trabajo para dejarlo limpio! Hubo que cortarle los mechones de pelo, pues los pedazos de cascarón se le habían adherido fuertemente en ellos; frotarlo muchas veces, para desprenderle el lodo, y lavarlo y lavarlo con agua caliente y con jabón.
Cuando salió el niño del baño, el perro movió la cola y el por primera vez se dio cuenta que su perro tenía una oreja blanca y otra negra. Desde ese día el niño usa sus ojos; conoció y admiró todas las cosas que había a sus alrededor... hasta las lagartijas y nunca más volvió a tropezar con las sillas, las puertas, las piedras, los árboles y mucho menos a estrellarse contra las personas.

Canto: Toma mi vida.
Mensaje del Papa. Si es tu voluntad.

“Queridos jóvenes: el mundo necesita ser tocado y curado por la belleza y la riqueza del amor de Dios. Jóvenes, el mundo les necesita, no tengáis miedo, necesita que vosotros seáis la sal de la tierra y la luz del mundo. No tengáis miedo de seguir a Cristo por el camino de la cruz. No tengáis miedo de ser santos, la santidad es siempre joven como es eterna la juventud de Dios. queridos jóvenes dejaos conquistar por la luz de Cristo y difundidla en el ambiente en que vivís. Ningún miedo es tan grande para ahogar completamente la esperanza que brota eterna en el corazón de los jóvenes.”
¡Padre, que se haga tu voluntad y no la mía! Lc. 22, 42.
¿Cuántas veces hemos dicho la oración de Jesús? La repetimos un y otra vez, sea tu voluntad y no la mía... Sin embargo, muchas veces lo decimos de labios para afuera, por dentro se siente la rebeldía de quien no se conforma con los hechos y acontecimientos. No somos coherentes, no nos gusta cargar con nuestra cruz, ni escuchar un “no” como respuesta, aunque ese “no” venga de Jesús.
La voluntad de Dios trae momentos de intensa alegría, pero también tiene el gran peso de la cruz. Aún no aprendemos a sonreír en los momentos de dolor y a mantener la serenidad a la ara de la presión. No logramos admitir que el dolor forme parte del gran proyecto de Dios, entonces comenzamos a luchar en contra y terminamos pidiendo lo que es nuestra voluntad y no la de Dios.
Pedimos que Jesús haga lo que nosotros queremos, de la manera que lo queremos y en el plazo determinado por nosotros. Para disfrazar nuestras exigencias añadimos un tímido “si es tu voluntad”, pero allá en nuestro interior es nuestra voluntad la que prevalece, condicionamos a Dios. Necesitamos aprender de Jesús y María, cuando ellos dijeron sí lo hicieron con su vida.
Esa es la razón por la que muchas veces nos va mal, no le encontramos solución a nuestros problemas, porque no nos atrevemos a decirle sí a Jesús. Nos hemos reunido hoy ante la presencia de Jesús Sacramentado para pedirle eso precisamente, que nos ayude a decir “que se haga tu voluntad y no la mía”.

Canto: Enséñame.

Oración del estudiante.

El Señor te conoce y sabe tus necesidades, sin embargo El quiere que en este momento le pidas por tus estudios, por esa asignatura que sientes que no puedes con ella, por ese maestro que te cae mal, que no soportas. Quiere escucharte pedir que te ayude a no escaparte de clases, aprovecha tus dones no seas como el niño que no usaba sus ojos. Repite después de mi:
Señor, recuérdame con frecuencia, la obligación que tengo de estudiar.
Hazme responsable: que santifique mi trabajo de estudiante.
Que prepare bien mi misión en la vida. Que sepa agradecer el privilegio de poder estudiar.
Que me capacite a conciencia. Que haga rendir mi juventud.
Que haga una buena sementera en mi inteligencia.
Dame humildad para echarme en cara la negligencia con que cumplo a veces mis tareas.
Dame valentía y constancia para aprovechar todos los instantes en el estudio.
Enséñame a estudiar con método, a leer con reflexión, a consultar a los que saben más para, el día de mañana, ser útil a mis hermanos y un verdadero dirigente de la humanidad.
Padre providente que eres llamado fuente de luz y de sabiduría, ilumina mi entendimiento y disipa las tinieblas que me envuelven, en la que he nacido y la de mi ignorancia.
Concédeme la facultad de aprender, la facilidad para entender, la capacidad para retener, la sutileza para interpretar y el don de saber hablar, así sea.

Canto: El Espíritu de Dios.

sábado, 31 de enero de 2009

HORA SANTA Para pedir por la vocación del catequista.

1. Oración Inicial.

Señor mío Jesucristo, que por el amor que tienes a los hombres estás de noche y de día en este Sacramento, lleno de piedad y de amor. Esperando... llamando... y recibiendo a cuantos vienen a visitarte. Creo realmente que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todos los dones que me has hecho, especialmente por haberme dado en este Sacramento tu cuerpo, sangre, alma, y divinidad; por haberme dado como abogada a tu Santísima Madre, la siempre Virgen, María, y por haberme llamado a visitarte en este santo lugar.

Canto: Entra en la presencia.

2. Amame como eres.

Conozco tu miseria, las luchas y las tribulaciones de tu alma, las deficiencias y las enfermedades de tu cuerpo; sé de tu pequeñez, de tus pecados, y aún así te pido: Dame tu corazón, ámame como eres.
Si esperas ser un ángel para abandonarte al amor, no amarás nunca. Aún si eres mezquino en la práctica del deber y de la virtud, si vuelves a caer a menudo en aquellas culpas que quisieras no cometer más, no te permito que no me ames. Al contrario, ámame como eres.
En cada instante y en cualquier situación que te encuentres, en el fervor o en la aridez, en la fidelidad o en la infidelidad, ámame como eres. Quiero el amor de tu pobre corazón; si esperas ser perfecto, no me amarás nunca. ¿Acaso no podría Yo hacer de cada granito de arena un serafín radiante de pureza, nobleza y amor? ¿Acaso no soy Yo el Omnipotente? Y si me gusta dejar en la nada a aquellos seres maravillosos y preferir el pobre amor de tu corazón, ¿No soy dueño de mi amor?
Hijo mío, deja que te ame, quiero tu corazón. Ciertamente que deseo con el tiempo transformarte, pero por ahora te amo tal y como eres. Y deseo que tú hagas lo mismo; Yo quiero ver surgir el amor desde lo más bajo de tu miseria. Amo en ti incluso tu debilidad; amo el amor de los pobres y de los miserables; quiero que desde los harapos se eleve continuamente un gran grito: “Jesús, te amo”.
Quiero únicamente el canto de tu corazón, no necesito tu ciencia, ni tu talento. Una sola cosa me importa, verte trabajar con amor. No son las virtudes lo que Yo deseo; si te las diera, eres tan débil, que alimentaría tu amor propio; no te preocupes por eso. Habría podido destinarte a grandes cosas; pero no, serías el siervo inútil. Te quitaré hasta lo poco que tienes porque te he creado sólo para el amor. Hoy estoy ante la puerta de tu corazón como un mendigo, ¡Yo, rey de reyes, llamo y espero, apresúrate a abrirme! No alegues tu miseria; si conocieras totalmente tu indigencia, morirías de dolor. Lo que heriría mi corazón sería verte dudar de mí y que no me tuvieras confianza.
Quiero que pienses en mi cada hora del día y de la noche; quiero que hagas la acción más insignificante sólo por amor. Cuento contigo para darme alegría.
No te preocupes por no poseer virtudes; te daré las mías. Cuando tengas que sufrir, te daré fortaleza. Me has dado tu amor, te daré el saber amar más allá de cuanto puedas soñar; pero recuerda... ámame como eres. Te he dado a mi Madre, haz pasar todo por su corazón purísimo, cualquier cosa que suceda. No esperes a ser santo para abandonarte al amor o no me amarías nunca.

Canto: Abandónate a mí.

3. Jesús es el Señor.

La vida del hombre sobre la tierra es dolorosa. Nadie es plenamente feliz. Nadie obtiene lo que desea. Nadie es perfecto. Nuestras limitaciones nos hacen sufrir. Nuestras enfermedades nos hacen sufrir. Nuestros semejantes, incluso nuestros seres queridos, nos hacen sufrir.
Vivimos en un mundo de miedo, en el que la violencia esta a la orden del día. Vivimos en un mundo de pecado, en el que ya no se distingue entre el bien y el mal. Sentimos un vacío en nuestras vidas por la falta de amor y comprensión.
La soledad, la tristeza, la angustia e incluso la desesperación nos agobian. Con frecuencia la vida nos parece absurda y sin sentido y nos justificamos fácilmente, echando la culpa a nuestra mala suerte o a la maldad de los demás. Y, a veces, incluso llegamos al extremo de querer solucionar nuestras enfermedades y problemas con el suicidio. Todo nos parece oscuridad y maldad a nuestro alrededor, como si no hubiera salida para nosotros.
Pero, he ahí, que en la oscuridad de este abismo sin salida aparece una luz: Jesucristo, la luz del mundo. El viene a darnos la esperanza, El nos enseña el camino de la verdad y de la felicidad, El nos habla del amor de un Dios bueno y poderoso. El nos trae la liberación y la salvación. El nos habla de paz, de luz y de vida. Por eso digamos con confianza:
Yo te adoro, OH Dios mío, con la sumisión que me inspira la presencia de tu soberana grandeza. Creo en ti porque eres la verdad misma, espero en ti porque eres infinitamente bueno, te amo con todo mi corazón, porque eres soberanamente amable, y amo a mi prójimo como a mí mismo, por tu amor, no por mérito propio.
Dios mío venimos con toda confianza a dirigirte nuestras oraciones en común, los unos por los otros, porque todos formamos juntos una sola familia, ante tus ojos. Concédenos la gracia de amarnos como hermanos, esparce tus más abundantes beneficios sobre aquellos a quienes amamos, ya estén aquí o lejos de nosotros. Haz que los padres y las madres sean bendecidos de sus hijos y les den en todo buen ejemplo; Que los hijos sean sumisos y reconocidos con sus padres; que los amos velen con bondad de sus criados, y que éstos sean fieles a sus amos.
Que toda división, toda envidia, todo rencor, sean desterrados de nosotros. Que nuestra casa sea hospitalaria, que nuestras manos estén siempre abiertas para dar y que nuestro corazón esté siempre dispuesto a compadecer y a perdonar.
Haz que cesen todos los escándalos sociales, y que vuelva a reinar la modestia, el pudor y la pureza de costumbres, en los hogares cristianos.
No olvides, OH Dios mío, a aquellos de entre tus hijos a quienes oprime la miseria y el dolor, a aquellos que viajan lejos del hogar y de su familia; a aquellos que languidecen sobre el lecho del sufrimiento; y a quienes toca ya su última hora y cuya alma debe comparecer muy pronto ante ti.
Esparce tu divina luz sobre todo aquél que no te conoce, sobre tanto hereje que esta fuera de tu Iglesia, sobre todo pecador que vive alejado de tu gracia.
Una súplica especialísima, Señor, por el clero, a fin de que encendidos todos los sacerdotes en el fuego de tu amor, abunden en castidad y en celo para ganarte muchas almas.
Compadécete, Señor, de nuestra patria; haz que reconozca sus errores y sus vicios, que vuelva a ti, que busque en ti el alivio de sus males; que en ti hallé su consuelo, su esperanza y su salvación. Olvídate, Señor, de sus pecados y acuérdate únicamente de tu gran misericordia.
Dios de bondad, ten compasión de las almas que sufren en el purgatorio, libra la de nuestros padres, de nuestros hermanos, de nuestros amigos; de todos aquellos cuya memoria será siempre querida, así como de la de aquellos de quien nadie se acuerda aquí en la tierra y por la de los que no se te dirigen oraciones. Amén.

Canto: Tal como soy.

4. Sal y luz del mundo. Mt. 5, 13-16.

“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal deja de ser sal, ¿Cómo podrá ser salada de nuevo? Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera y es pisoteada por la gente.
Ustedes son la luz del mundo: ¿Cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte?
Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón; la ponen más bien sobre un candelero, y alumbrará a todos los que estén en la casa.
Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean sus buenas obras, y por ello den gloria al padre de ustedes que está en los cielos.”

Es preciso que la luz de Cristo brille en nosotros, que seamos luz para los demás. Ese es el llamado y la exigencia principal de nuestro ministerio. Pidamos pues al Señor que nunca nos apaguemos ni permitamos que nuestras debilidades humanas nos hagan apartar del camino a nuestros hermanos. Que Dios derrame el fuego de su Espíritu Santo en nosotros y nos encienda con una luz inextinguible.

(Nota: en este momento se reparten las velas.)

Canto: Enciende una luz.

HORA SANTA

12 Pasos para una Hora Santa.

1. Alabanzas festivas al Señor.


2. Cantos varios al Señor.


3. Batalla espiritual. Leer Efesios 6.


4. Momento de entrega. Abandono en el Amor del Señor. Leer Apocalipsis 3, 20.


5. Invocación al Espíritu Santo.


6. Arrepentimiento. Disponer nuestro corazón.


7. Perdón. Hacer un examen de conciencia. Leer Marcos 11, 25.


8. Reflexión sobre alguna cita bíblica.


9. Oración en silencio. Escuchar a Dios.


10. Intercesión. Orar por la humanidad. Leer 1 Timoteo 2, 1.


11. Peticiones. Orar por nuestras necesidades. Leer Hebreos 4, 16.


12. Acción de Gracias. Es Dios quien nos da la vida, démosle gracias.

viernes, 30 de enero de 2009

LA CONFESIÓN

Dios entregó a su propio Hijo a la muerte para salvar a los hombres pecadores y reconciliarlos con Él. La iglesia, cumple la misión de perdonar los pecados.

- En el Bautismo se perdona todos los pecados.

- Cuando pecamos, en el sacramento de la penitencia Dios nos perdona. Nos reconciliamos con Dios.

PARTES DEL SACRAMENTO:

Examen de conciencia.

Es reflexionar que hemos hecho para apartarnos de Dios. Momento en el que reconocemos nuestros pecados.

Dolor de los pecados.

También se llama contrición, consiste en el arrepentimiento de haber pecado. Nos damos cuenta de que nos hemos desviado del camino que nos lleva a Él. Y que Dios nos ha amado mucho y no se merece que pequemos. Por eso nos sentimos tristes.

Propósito de la enmienda.

Es cuando no queremos el pecado, lo rechazamos porque queremos ser buenos y hacer lo que Dios quiere. Es luchar por ser mejor.

Confesión de los pecados.

Es decirle al ministro de Jesús (Sacerdote) los pecados para recibir el perdón de Dios. Con sinceridad y confianza. En la parábola del hijo pródigo refleja este momento.

Oveja perdida Mt 18, 12-14.

Absolución

Es el momento más importante de la confesión.

La fórmula que se utiliza es:

Dios Padre bueno que reconcilió consigo al mundo por la muerte y resurrección de su Hijo, y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados te conceda por el ministerio de la Iglesia el perdón y la paz, yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. AMEN.

Penitencia

Son las obras que el Sacerdote propone al que se ha confesado. Que sirve para agradecerle a Dios el perdón y también manifestación seria de enmendar la conducta y de hacerse convertido.


Cuando pecamos nos ensuciamos a nosotros y también a la Iglesia porque somos miembros de ellas.

Cuando nos vamos a confesar lo tenemos que hacer con alegría siempre.

Jesucristo dijo:

“TUS PECADOS ESTÁN PERDONADOS, VETE EN PAZ”

“PERDONAD Y SEREIS PERDONADOS”


Primera carta de San Juan 1, 8-10 –Si decimos que no hemos pecado…

ORACIONES DEL CATECISMO

LOS 10 MANDAMIENTOS



Amarás a Dios sobre todas las cosas.
No tomarás el nombre de Dios en vano.
Santificarás las fiestas.
Honrarás a tu padre y a tu madre.
No matarás.
Nocometerás actos impuros.
No hurtarás.
No dirás falso testimonio ni mentirás.
No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
No codiciarás los bienes ajenos.
LOS MANDAMIENTOS DE LA
DE LA SANTA MADRE IGLESIA
Oir,Misa entera todos los domingos
y fiestas de guardar.
Confesar los pecados mortales al
menos una vez al año y en peligro
de muerte y si se ha de comulgar
Comulgar por pascua de resurreción.
Ayunar y abstenerse de comer carne
cuando lo mande la Santa Madre Iglesia
Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.
EL AVE MARIA

Dios te salve, Maria;
llena eres de gracia;
el señor es contigo;
Bendita tú eres entre todas
las mujeres , y bendito
es el fruto de tu vientre,Jesús.
Santa Maria, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra
muerte,
Amén.
GLORIA


Gloria al Padre
y al hijo y al
Espíritu Santo.
Como era en el
principio
ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos.
Amén

LOS SACRAMENTOS


Bautismo.
Confirmación.
Penitencia.
Eucaristia.
Unción de
los enfermos.
Orden Sacerdotal
Matrimonio.



LOS PECADOS CAPITALES




Soberbia
Avaricia
Lujuria
Ira
Gula
Envidia
Pereza


EL CREDO

Creo en DIOS PADRE todopoderoso.
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en jesucristo, su único hijo, nuestro señor;
que fue concebido por obra y gracia
del ESPIRITU SANTO,
nació de Santa Maria Virgen;
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado;
descendió a los infiernos,
al tercer dia resucitó de entre los muertos;
subió a los cielos y esta sentado a la
diestra del padre;
desde alli ha de venir a juzgar
a los vivos y a los muertos.
Creo en el ESPIRITU SANTO;
la Santa Iglesia Católica,
el perdon de los pecados;
la resirrección de la carne;
y la vida eterna.
Amén. LA SALVE


Dios te salve, Reina y Madre
de Misericordia, vida, dulzura
y esperanza nuestra; Dios te salve.
A Ti llamamos los desterrados hijos
de Eva;
A Ti suspiramos, gimiendo y
llorando, en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora,abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos
tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen Maria!
ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén. EL PADRENUESTRO



Padre nuestro que
estas en los cielos
santificado sea tu nombre
venga a nosotros tu reino
hágase tu voluntad
aqui en la tierra
como en el cielo
dános hoy nuestro pan
de cada dia
perdona nuestras ofensas,
como tambien
perdonamos a los
que nos ofenden
no nos dejes de caer
en la tentación
y libranos del mal.
Amen.

jueves, 29 de enero de 2009

LA SANTA BIBLIA

LA SAGRADA BIBLIA





A.- ¿QUE ES LA BIBLIA?



1. La Biblia es un libro que contiene la Palabra de Dios, escrita para nuestra salvación. La palabra Biblia, es una palabra griega que significa " Libros".



2. Nosotros, generalmente no la llamamos "La Biblia ", sino que le damos otros nombres que expresan la naturaleza de este libro, la fe de la Iglesia y la reverencia con que lo trata.



Estos son algunos de estos nombres:

LIBROS SANTOS, LAS ESCRITURAS, LA ESCRITURA, SANTAS ESCRITURAS, SAGRADAS LETRAS, LIBRO SAGRADO.



3. La Sagrada Escritura está dividida en dos grandes partes:

ANTIGUO TESTAMENTO Y NUEVO TESTAMENTO



4. Aquí la palabra "Testamento " no significa la disposición que hace de sus bienes una persona de antes de morir. Aquí significa Alianza o Pacto.

Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, no significan en primer lugar dos colecciones de libros, sino que expresan dos etapas de la historia de la salvación:



a. El Antiguo Testamento es "etapa de preparación", tiene su centro en la alianza pactada en el monte Sinaí con Israel, por mediación de Moisés.

Contiene todos los escritos que nos narran todo aquello que sucedió en la historia de la salvación, antes de la venida de Jesucristo.

b. El Nuevo Testamento es la "etapa de plenitud". Tiene su centro en la Nueva y eterna Alianza pactada con la humanidad por medio de Jesucristo en el calvario.

Contiene la obra de salvación realizada por Jesucristo y la obra y la predicación apostólica.



c. La Biblia está conformada por 73 libros:

El antiguo testamento está compuesto por 46 libros que se pueden clasificar en tres géneros literarios: Libros históricos 21, Libros didácticos 7, y Libros proféticos 18.

El antiguo testamento está compuesto por 27 libros que igualmente se pueden clasificar en tres géneros: Libros históricos 5, Libros didácticos 21, y Libros proféticos 1.



Las Biblias protestantes sólo tienen 66 libros pues no aceptan como inspirados los siete libros que nosotros llamamos Deuterocanónicos.





B. LA REVELACION DIVINA



1. Revelar, significa: Quitar el velo que cubre algo desconocido. Dar a conocer algo que estaba en secreto.

Aquí hablamos de la Revelación Divina, es decir, nos referimos a todas aquellas palabras y acciones, por las cuales Dios se nos ha dado a conocer.



2. ¿Que es lo que Dios nos revela?



a. En primer lugar El mismo se nos da a conocer, nos da a conocer su Santo Nombre (Exodo 3;13-15), es decir, su propia personalidad.



b. Nos abre su corazón expresándonos sus deseos y su voluntad, sus planes y designios de salvación.



c. Nos da a conocer el camino que nos conduce a la salvación, es decir, hasta El mismo.



3. ¿Cómo se revela Dios?

La Revelación divina se lleva acabó a través de obras y palabras íntimamente ligadas. Así las obras que Dios realiza en la historia, manifiestan y confirman lo que su Palabra anuncia; y a su vez, las palabras proclaman que las obras y explicar su sentido profundo.



4. ¿Cómo se transmitió la Revelación Divina?

Esta revelación divina se transmite de dos maneras: Primero por LA TRADICIÓN ORAL, después quedó consignada por escrito en la Santa Biblia.



a. La Tradición Oral

La palabra de Dios, antes de transmitirse por escrito, se transmitió oralmente, es decir, de viva voz, antes de quedar guardaba en un Libro, quedo guardaba en el corazón del pueblo de Dios. Así sucedió, tanto con el Antiguo Testamento como con el Nuevo Testamento.



b. La Palabra de Dios se escribe.

Quiso Dios en su infinita bondad y sabiduría que su Palabra, grabada ya en el corazón y en la vida de su pueblo, quedara consignada por escrito como un testimonio perenne de su amor y su fidelidad, como la expresión escrita de su voluntad.



1. ¿Quién escribió la Biblia?

La Biblia, aunque es palabra de Dios, fue puesta por escrito por autores humanos, que usaron todas sus facultades y cualidades para escribir la Santa Biblia bajo la inspiración del Espíritu Santo. A estos escritores humanos les llamamos HAGIOGRAFOS o Escritores Sagrados.

Cómo vimos antes la Biblia no es un libro, sino una colección de 73 libros. Con esto ya podemos saber que no fue una sola persona quién escribió la Biblia, sino varias.



En el tiempo en que se escribió la Biblia, no se le daba tanta importancia al autor, la literatura solía ser anónima; las composiciones, orales o escritas pertenecían a la comunidad, no al individuo. Esto hace muy difícil que podamos saber quiénes son los autores que escribieron la Biblia, sobre todo del Antiguo Testamento. De manera muy sencilla podemos decir que del Nuevo Testamento nos quedaremos con los nombres de los autores que tradicionalmente se reconocen como escritores de los libros.

Pero no olvidemos que el Autor de las Escrituras es Dios mismo.



2. Materiales de escritura.

La Biblia se escribió usando los materiales de escritura de aquella época. La Biblia fue escrita en Papiro y Pergamino.

El papiro, era usado en Egipto desde el año 3000 a.C.. Es una planta acuática cultivada en estanques que todo el antiguo Egipto. Con la fibra interior de su caña se hacían tiras de " papel " de unos 36 cms. de largo por 25 cms. de ancho, pegadas una sobre otra con almidón, hasta hacer hojas de papel blanco que duraban bastante tiempo.



El pergamino era un material más caro y más durable. Se usaban para su elaboración pieles de ternera, oveja o cabra.



La tinta con que escribían se hacía mezclando hollín y aceite con una sustancia mucilaginosa que producía una tinta bastante durable.

Estos escritos se conservaban en rollos cosiendo las hojas de papiro o pergamino unas con otras, hasta formar largas tiras que luego se enrollaban para facilitar su lectura y guardarse.



3. ¿Dónde se escribió la Biblia?

La Biblia no se escribió en un solo lugar, ni siquiera en un solo país. Podemos decir que la mayoría de los libros bíblicos del A.T. fueron escritos en Palestina y quizá algunos en Egipto. Los del N.T. algunos se escribieron en Palestina, en Asia Menor, en Grecia, y Macedonia.



4. ¿Cuándo se escribió la Biblia?

La composición del A.T. empezó alrededor del año 1000 a.C. y se terminó alrededor del año 50 a.C. con el libro de la Sabiduría.

El N.T. se empezó a escribir alrededor del año 50 d.C. y se terminó el año 100 o 150 d.C. de tal manera que para escribir la Biblia como la tenemos ahora, duraron para escribirla alrededor de 1150 años.



5. Las lenguas bíblicas

El A.T. fue escrito en Hebreo, excepto los libros de Sabiduría y II Macabeos que fueron escritos en Griego, fueron escritos también en griego las adiciones deuterocanónicas de los libros de Esther y Daniel y unos pequeños pasajes en Arameo.

El N.T. fue escrito todo en griego.



C. INSPIRACIÓN

La Iglesia, enseñada por el Espíritu Santo, siempre ha creído que la Biblia es verdaderamente Palabra de Dios.



Veamos como expresa la Iglesia esta fe:

"La Revelación que la Sagrada Escritura contiene y ofrece, ha sido escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo. La Santa Madre Iglesia, fiel a la fe de los apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo testamento, con todas sus partes, son Sagrados y canónicos, porque fueron escritos por inspiración del Espíritu Santo (vea Juan 20;31, 2Timoteo 3;16) y Dios es el Autor.

En la composición de los Libros sagrados, Dios evadió de hombres elegidos, que usaban todas sus facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores pusieron por escrito aquello y sólo aquello de Dios quería. (D.V. 11)



Tanto el antiguo Israel como la Iglesia, ha tenido siempre la firme convicción de poseer unas Escrituras sagradas en la que escuchan la Palabra de Dios y son la Regla Suprema de su Fe y de su conducta.



1. ¿Que es la Inspiración?

a. Es la acción que Espíritu Santo ha ejercido en los Escritores sagrados, para impulsarlos a escribir bajo su influencia directa y guiándolos constantemente mientras escriben, para que pongan por escrito aquella verdad que Dios quiere comunicar para nuestra salvación.



b. Influjo especial del Espíritu Santo que impulsa a los autores bíblicos a escribir, bajo su influencia directa y guiándolos constantemente mientras escriben (1Corintios 2;13), de tal forma que lo que escriben es la autorizada Palabra de Dios con plena cualidad de revelación divina.



2. El canon de las escrituras.

La palabra "canon ", significa: Regla, medida, norma.

Cuando hablamos del Canon de las Escrituras, estamos diciendo, en primer lugar que Las Sagradas Escrituras son "la norma suprema de nuestra fe y de nuestra conducta", tal como nos lo ha enseñado siempre la Iglesia.



El segundo sentido de la palabra Canon es: La lista oficial de los libros que la Iglesia ha reconocido como inspirados. En este sentido vamos a estudiar el " Canon de las Escrituras ".



3. ¿Que es el Canon de las escrituras?

Es la lista o colección, regulada por la Tradición y la autoridad de la Iglesia, de los libros, que por tener un origen divino y una autoridad infalible contiene o forman ellos mismos la regla de la Verdad inspirada por Dios para la instrucción de los hombres.

Cuando decimos que un libro es Canónico, estamos diciendo que la Iglesia lo ha reconocido oficialmente como INSPIRADO POR DIOS.



El pueblo de Dios, guiado por el Espíritu Santo, fue aprendiendo a reconocer aquellos escritos inspirados por Dios y a distinguirlos de otros escritos religiosos que pretendían pasar como inspirados sin serlo.

Recuerdo de nuevo que la Biblia no es un libro, sino una colección de libros que la Iglesia reconoce como inspirados por el Espíritu Santo. Tuvo que pasar un tiempo de experimentación y análisis para que el Pueblo de Dios los reconociera como inspirados.



4. La Verdad de las escrituras

Si decimos que la Biblia es la Palabra de Dios porque en ella está consignada por escrito la Divina Revelación, entonces surge una consecuencia fundamental: en la Biblia está contenida aquella Verdad que Dios quiso revelarnos para nuestra salvación, de tal manera que la Santa Biblia no puede contener ningún error o mentira. Así nos lo dice la Iglesia:

"Como todo lo que afirman los Hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el Espíritu Santo, entonces se sigue que los Libros Sagrados ENSEÑAN SÓLIDAMENTE, FIELMENTE Y SIN ERROR LA VERDAD QUE DIOS HIZO CONSIGNAR EN DICHOS LIBROS PARA SALVACION NUESTRA. Toda la escritura, inspirada por Dios es útil para enseñar, reprender, corregir, instruir en la justicia; para que el hombre de Dios esté en forma, equipado para toda obra buena". (D.V. 11)



5. ¿Cómo encontrar en la Biblia esta Verdad?.

Es cierto que en la Santa Biblia está consignada aquella Verdad que nos salva y debemos buscarla allí. Pero es igualmente cierto que está Verdad puede ser interpretada mal, ya sea por ignorancia, por defender posiciones personales o de un grupo, o por abierta malicia. Y es tan grave está incorrecta interpretación de la Biblia que puede llevarnos a la perdición (2a. Pedro 3;16).

Por eso es necesario tener claros algunos criterios para hacer una lectura sana de la Biblia. Vamos a ver algunos que son fundamentales.



1er. Criterio: La Verdad que está en TODA la Escritura.

La verdad está contenida en la Santa Biblia, reside en la totalidad de la Escritura y no en los textos aislados.

Aunque la Biblia es una colección de 73 libros, tienen entre ellos una perfecta y maravillosa unidad y armonía que nos hace ver que aunque son muchos, todos tienen un mismo origen: Dios.

En el conjunto total de las Escrituras está la verdad que no lleva a la salvación y ningún texto o libro de la Escritura puede ser entendido aisladamente, sino que debe ser cotejado y descifrado a la luz del conjunto, del mensaje total del Antiguo y Nuevo Testamento.



2o. Criterio: La Revelación Divina es progresiva.

Dios se fue revelado poco a poco, PROGRESIVAMENTE, con una pedagogía, como un verdadero Maestro que va enseñando la ciencia que la medida en que el alumno va siendo capaz de entender.

El Antiguo Testamento, es revelación divina, pero como preparación, como promesa, como profecía, como sombra y figura de lo que habría de venir. (Hebreos 8;5)

En el Nuevo Testamento está la plenitud de la Revelación Divina. En él, Dios nos habla por medio de su Verbo hecho carne (Juan 1;1-14)



Estos criterios son muy importantes. La clave para entender toda la Biblia es Cristo Jesús. Toda la Biblia, la Ley, los Profetas y los Salmos hablar de Jesús, el Antiguo y el Nuevo Testamento giran en torno a El y hacia El se orienta toda la Revelación divina.



3er. Criterio: Leer la Biblia con la Iglesia.

"Pero ante todo, tengan presente QUE NINGUNA PROFECIA DE LA ESCRITURA PUEDE INTERPRETARSE POR CUENTA PROPIA; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo han hablado de parte de Dios" (2Pedro 1;20)



Jesucristo confió a su Iglesia la tarea de ENSEÑAR y de prometió su asistencia permanente (Mateo 28;19).



Debemos leer las Escrituras en comunión con la Iglesia, asidos firmemente al bastón Pastoral del Papa y los Obispos.



D. LAS VERSIONES

Llamamos "VERSIONES" a las traducciones de los libros bíblicos que se han hecho a lo largo de los siglos a los diferentes idiomas. Cada traducción es una "Versión".



1. Los manuscritos originales. De los manuscritos originales de la Biblia, es decir los escritos por la misma mano del autor, no existe ninguno, ni del A.T. ni del N.T. sólo copias muy antiguas.



2. Versiones que Español. Se han hecho muchas Versiones de la Biblia español. Tanto de la Biblia completa como del A.T. solo o del N.T. solo.



Veamos un poco de la historia de estas Versiones de la Biblia español fijándonos sólo en las más importantes y conocidas.



a. La Septuaginta: Es una traducción de las Escrituras Hebreas del A.T. al griego, hecha entre los años 250 y 150 a.C.



b. La Vulgata: Es la Biblia completa traducida de las lenguas originales, hebreo y griego al latín por San Jerónimo. Fue terminada cerca del año 400 d.C.



c. El Texto Masorético: Una edición del texto hebreo del A.T., desarrollada por judíos eruditos del año 500 al 950 d.C.. Fueron introducidos los puntos que hacen de vocales que el texto hebreo consonántico. "MASORA" significa "TRADICION".



Las Versiones Españolas



d. La Biblia Alfonsina: Hecha en 1260, esa primera versión castellana de que tenemos noticia. Contiene todo el A.T. traducido al español de la Vulgata de San Jerónimo. Fue hecha por orden del rey Alfonso X.



e. Biblia de Quiroga: El cardenal Quiroga tradujo de la Vulgata el A.T. en 1527.



f. La Biblia de Scio: Traducida de la Vulgata Latina al español por Felipe Scio de San Miguel.



g. Torres Amat: Traducida de la Vulgata Latina al español por Felix Torres Amat en 1825.



Versión Protestante.



h. La Biblia del Oso: Hecha en 1569 por el protestante Casiodoro de Reina. Es la primera traducción hecha al español de la Biblia completa, A.T. y N.T. traducida directamente de las lenguas originales. Se llama " del oso " porque en su portada aparece un oso que con deleite, come la miel de un panal, fiel emblema del creyente y la Palabra.

Esta Versión fue revisada por Cipriano de Valera, por lo que posteriormente fue conocida como la Versión Reina-Valera, y a sido desde entonces la versión referida de las comunidades protestantes de habla hispana.

La Biblia del OSO si contiene los Libros Deuterocanónicos.



Las Versiones Católicas modernas (en español)



i. Nacar-Colunga: En 1943 se inicia una nueva época en las versiones católicas de la Biblia. Eloíno Nácar y Alberto Colunga hacen una traducción de la Biblia al español, pero ya no de la Vulgata Latina, sino directamente de las lenguas originales.

Está versión que apareció en 1944 y de aquí en adelante sólo se harán Versiones al español traducidas de las lenguas originales.



j. Bover-Cantera: Hecha en España en 1947 también traducida de las lenguas originales.



k. Straubinger: Traducida de los originales por el obispo Straubinger. Tiene la característica especialísima de haber sido hecha y editada en Argentina en 1952. Contiene hermosos comentarios sobre todo de los Santos Padres. Fue la primera versión que se hizo en América.



l. La Biblia de Jerusalén: Apareció en 1967. Está es una versión de grandes méritos. Magnífico instrumento para el estudio de la Biblia.



m. La Biblia Latinoamericana: Apareció en 1972. Está pensada especialmente para las comunidades cristianas de América Latina, utiliza un lenguaje popular y sencillo adaptado al español que hablamos los latinoamericanos. Contiene valiosos comentarios que orientan para la lectura bíblica.



n. La Nueva Biblia Española: Realizada en 1976. Traducción hecha por Luis Alonso Shokel y Juan Mateos. Hecha con mucho cuidado sobre todo en el aspecto literario, lo cual facilita mucho su lectura.



Versión Ecuménica.



o. La Versión Popular "Dios Habla Hoy": Apareció en 1979, Versión hecha por eruditos católicos y protestantes, por iniciativa de "Las Sociedades Bíblicas Unidas" y aprobada para el uso de los católicos en 1979.



Extractado de: "Introducción a la Biblia"

de: Escuela Bíblica Católica.

SESION DE CATECISMO

¿CÓMO PREPARAR UNA CATEQUESIS?

A todos nos ha ocurrido que, al llegar al grupo de catequesis, de repente nos tiemblan las piernas, no nos sale la voz, se nos olvida lo que queríamos decir, etc., son pequeñas cosas que no deben desmotivarnos. Dar una catequesis es menos complicado de lo que parece.
Iniciar a los demás a la vida cristiana ha sido una práctica de la Iglesia a lo largo de toda su historia y han sido, en la mayoría de los casos, cristianos sencillos, los que han comunicado a otros la fe recibida, de manera competente y fructífera. Así que no te desanimes, todos estamos llamados a catequizar siendo humildes, sencillos y poniéndonos al servicio del Señor, confiando en que es Él quien hace crecer la semilla que plantamos.



Para dar una catequesis existen muchos métodos, sería demasiado extenso describir todos ellos. Para unificar un poco la metodología del catequista salesiano, a continuación encontrarás algunos criterios que seguramente serán útiles.
Preparar una catequesis es, ante todo, no improvisar:
¿Qué tema toca hoy? ¡Ah, sí, ya me acordé! , y empezamos a titubear y decir lo primero que se nos ocurre del tema.
Preparar tampoco es precipitar: una lectura rápida del texto cinco minutos antes, un ir pensando alguna actividad mientras voy de camino hacia la catequesis, la preocupación de lo que me pasó horas antes, llegar al grupo con el tiempo justo y, ¡Bueno, ya me voy!, hasta la próxima.

Preparar una catequesis requiere TIEMPO, DEDICACIÓN,ENTREGA,COMPROMISO, SINCERIDAD para reconocer mis limitaciones de todo tipo.

Criterios para la preparación de una catequesis:

1 Empezar por la experiencia del Catequizando:

Debemos sensibilizarnos con la experiencia personal, humana del catequizando (o del grupo de catequesis): la vida concreta que está viviendo y que tiene importancia para él y por lo tanto para mí: ¿qué le afecta?,¿ qué le impacta?
No se trata de partir de la experiencia personal del catequista.
Es importante conocer también el marco socio-económico y cultural en el que se desarrolla el catequizando. No podemos hacer una catequesis olvidándonos de estas situaciones reales por las que pasa el catequizando.

El estudio de las características sociales, culturales, políticas, debemos hacerlo en los lugares que frecuenta al catequizando:
 la familia: economía familiar, profesión de los padres, religión de la familia, situación que ocupa el catequizando en casa con respecto a los hermanos, etc.
 la escuela: principalmente en catequesis extraescolar nos interesa saber ¿qué clase de religión recibe el niño en la escuela o colegio?. Luego debemos cuestionarnos si nuestra catequesis va en la línea de la Educación Religiosa que recibe el niño en la escuela.
 el barrio o localidad: es importante saber si el barrio es rural, ambiente urbano, céntrico o periférico, obrero o burgués, etc.;
 la parroquia: ¿las actividades de la parroquia y comunidad cristiana avalan la catequesis que estamos impartiendo en la misma parroquia?

Después se ayuda al catequizando a profundizar en su experiencia (buscar sus causas, sus consecuencias), a que la relacione con lo que les pasa también a otros.
Esa experiencia humana, esa parte de la vida humana es la que se ilumina y transforma con el Mensaje.

2 La Experiencia es vista a la luz del evangelio:

La experiencia del catequizando es importante para él, pero también es importante para Dios, para Cristo. En este paso ayudamos al catequizando a descubrir la significación cristiana de su experiencia concreta, es decir: la presencia-ausencia de Dios en esa experiencia: un Dios que ama al Catequizando, que quiere encontrarlo en su propia vida, que lo llama, lo juzga, lo salva. La luz del Evangelio algunas veces iluminará nuestra experiencia, otras veces la criticará, la juzgará; otras veces nos acusará, invitará, despertará, empujará. Debemos provocar en la catequesis el encuentro del catequizando con Dios, encuentro que lleva al catequizando a convertirse, a vivir como vivió Jesús, como quiere Dios.


3 La respuesta desde la experiencia de fe:

La vivencia de la fe, de la conversión, no llega a ser parte vital de la persona si no se expresa, se exterioriza.
Así, haciendo suyo el Mensaje, el catequizando vive las mismas experiencias de las que ha partido la Catequesis, pero de una forma cristiana.

La exteriorización de la fe puede darse por medio de:
- Actividades
- Celebraciones
- Compromisos

Actividades tales como: dibujos, diapositivas,fotos,
representaciones, carteles, murales, cantos, trabajos en equipo, investigaciones, visitas,etc.; se trata de buscar actividades que expresen lo mejor posible el sentir de los catequizandos, el significado cristiano de su experiencia.

Se celebra la experiencia por medio de oraciones, cantos, celebraciones litúrgicas, que digan, proclamen, “celebren” lo que se quiere vivir.

El catequizando se compromete (según su edad, capacidad, nivel de maduración de su fe) a vivir cristianamente. Es el aspecto fundamental de la sesión de catequesis.
Momentos en la Catequesis:

• Conexión: La Catequesis nunca debe darse a base de “llego, digo, hago callar y me voy” Se supone que llevo la sesión preparada, pero antes de decir lo que toca en ese día, tengo que esforzarme por conectar con los del grupo, por ver e intuir ¿cómo está hoy el grupo? de niños, jóvenes o adultos; debo estar consciente de la realidad: conecto con lo que se hizo el último día.
• Transmisión: La catequesis es un anuncio de los acontecimientos de salvación vividos como pueblo y en la historia; realizados en la Iglesia. El mensaje, la buena nueva, no puede inventarse ni cambiarse; exige una transmisión fiel. Que no sean catequesis sin contenido, con muchas palabras que no dicen nada, con abundancia de gestos insignificantes.
• Reacción: No todos los temas ni todas las sesiones tienen la misma intensidad, pero si hablamos, profundizamos en el mensaje y vemos que no llega a los catequizandos, que no se ve la connversión al Evangelio... es que falta algo, ahí no hay catequesis.

• Comunicación: Debe existir diálogo fraterno entre catequista y catequizando, para que la catequesis pueda ser vida. En la catequesis todos son interlocutores.

• Celebración: Que lo expuesto, descubierto, comunicado, vivido, no quede en conocimiento o sentimiento. Debe celebrarse. Sea grito, sea canto, sea oración, que la catequesis vivida culmine en realidad celebrada.

Desarrollo de la sesión de catequesis:

a) Es importante aclarar que la programación de la catequesis no es algo estático: toda la programación debe ser:

-Flexible: no todo lo que se prepara tiiene que salir tal y como lo habíamos pensado; hay que dar un cierto margen a la creatividad del catequizando.
-Con unidad: todos los apartados deben elaborarse siguiendo una misma línea y en función de los mismos objetivos.
-Continua: Cada sesión debe guaardar relación con la anterior y con la siguiente.
-Adecuada a la realidad: para lo cual ees importante el conocimiento del catequizando y su contexto.

b) Para la reunión de la catequesis es importante que se observen varios aspectos:

-El catequista es un colaborador del grrupo, que ilumina y enriquece con su experiencia.

-La hora, el lugar y la puntualidad dell grupo son aspectos a tener en cuenta para que la asistencia a la catequesis sea regular. Si la catequesis no se hace de una forma atrayente para el catequizando, posiblemente a las dos semanas el grupo se haya reducido y al poco tiempo desaparecido, con la consiguiente desmotivación del catequista.

-El catequista debe ejercer el control del grupo; es el animador que interviene en los momentos cruciales de la reunión. El resto del tiempo son los catequizandos los propios protagonistas.

c) Las aplicaciones de juegos y técnicas, de dinámicas de grupo son importantes para hacer la reunión más dinámica y amena. Posiblemente se aprenda más, ya que favorecen la participación del catequizando.

Es importante nuestro papel motivador como catequistas. Motivar es hacer que el catequizando se interese por el tema que vamos a tratar. Para motivarlos se puede hacer alguna experiencia al principio de la reunión en la que participen todos, o un juego del que se saquen consecuencias prácticas (no jugar por llenar espacios vacíos).
Los aspectos anteriores sumados a la experiencia particular del catequista, ayudarán a que la preparación de la sesión de catequesis dé los resultados esperados.





Unas preguntas claves
Para darte una idea de lo que debes tomar en cuenta al organizar la catequesis, presentamos algunos interrogantes:
 ¿A qué destinatarios estamos llamados a catequizar? ¿En qué situación viven? ¿Cuál es su condición personal?
 ¿Cuál (es) objetivo (s) corresponden a la realidad de los catequizandos?
 ¿Qué experiencias educativas son positivos y eficaces para la transmisión de la Palabra en la catequesis?
 ¿Cómo organizar esta experiencia (secuencia de aprendizaje, unidad,...) en vista a los objetivos fijados?
 ¿Cómo verificar si los objetivos, experiencias y metodología utilizados son válidos?

CUESTIÓNATE:
• ¿Conozco la realidad de los niños y jóvenes entre los cuales realizo mi trabajo catequístico?
• ¿Tengo claramente definidos los objetivos que deben prevalecer en la actividad catequética?
• ¿Selecciono el método adecuado para la catequesis?
• ¿El método que he empleado hasta hoy, en qué me ha ayudado? ¿En qué ha desfavorecido?
• ¿Adapto los objetivos, contenidos y metodología, a la realidad de los destinatarios?
• ¿Creo que la evaluación es importante? ¿Por qué?
• ¿En qué puede ayudar la evaluación de la catequesis?

SER CATEQUISTA

ITINERARIOS DE FE PARA LA FORMACIÓN ESPIRITUAL DEL
«MINISTRO DE LA PALABRA»

SER CATEQUISTA HOY 6-5
por GAETANO GATTI



V

LA ALEGRÍA


VUESTRA ALEGRÍA NADIE OS LA PODRÁ QUITAR (Jn 16,22)
«HE AQUÍ QUE OS ANUNCIO UNA GRAN ALEGRÍA» (Lc 2,10)

Las actitudes interiores que experimentas en ti mismo están
destinadas a manifestarse cuando te encuentres con los
muchachos de tu grupo. Estás preocupado, pensativo, contento,
triste, aburrido, sereno... Todo esto no es una simple premisa a la
comunicación catequética, sino que es ya anuncio de la Palabra de
Dios que se trasluce de tu rostro, de tu modo de accionar, del tono
de tu voz...
Fiarse de los estados emocionales de un determinado momento
es, por tanto, condicionar ya el contenido del anuncio cristiano. Por
este motivo, la propuesta de fe exige de ti una actitud interior
fundamental que debe acompañarla de continuo. Todo encuentro
con el Señor es anunciado en términos de alegría: «He aquí que
os anuncio una gran alegría»' (Lc 2,10).
«Es muy humano el que a veces el catequista se sienta tentado
por el aburrimiento y el cansancio. Pero el alumno no deberá
percibir talas sentimientos en su mirada y en su rostro, sino la
alegría. El Señor ama al que da con alegría (2 Cor 9,7). Estas
palabras pueden aplicarse de manera especial al catequista, y el
Señor no consentirá que le falte el Espíritu de la alegría que hace
gustar la sobria embriaguez de los apóstoles en el día de
Pentecostés'' (Card. Giovanni Colombo).


1. LA PALABRA DE DIOS ES SIEMPRE
UNA «BUENA NOTICIA»
EV/BUENA-NOTICIA: Toda comunicación catequética es
siempre un «evangelio», es decir, que, por naturaleza, es una
«buena noticia», por el contenido que ofrece, por la meta que
propone y por las normas de vida que presenta.
Es un aspecto intrínseco de la Palabra que no puede ser
desatendido sin comprometer seriamente la autenticidad del
anuncio.
La alegría cristiana, más que un contenido temático, es una
dimensión permanente de la catequesis que no puede hacerse
depender del flujo y reflujo de los estados de ánimo del catequista,
de su temperamento o de su carácter. En realidad, es una actitud
interior que no depende de factores externos, porque esta
profundamente enraizada en la vertiente de la relación con Dios.
No resulta fácil y, sin embargo, tienes que presentarte en la
catequesis con la alegría en el alma, con la sonrisa en los labios,
con el entusiasmo en el corazón, no sólo porque en el plano
pedagógico tu tarea resultara más atrayente, los muchachos se te
mostrarán con una imagen distinta y disminuirán las dificultades,
sino sobre todo porque la alegría es un componente fundamental
del ministerio catequético. Pero, ¿que clase de alegría? _.

La alegría del corazón de Cristo
ALEGRIA-CRA: De suyo, la alegría del catequista no proviene
de que los muchachos correspondan o no a su ministerio. Esta
sería una alegría que significaría una recompensa y un premio
visible al esfuerzo. Tal vez esta satisfacción se te conceda pocas
veces, porque no serán muchos los resultados que puedas
verificar.
La alegría cristiana sólo se comprende en la fe, porque no es
una conquista, sino un don del Espíritu.
«Fruto del Espíritu es... la alegría» (Gal 5,22). De hecho, «la
alegría cristiana es esencialmente participación espiritual en la
alegría insondable, a un mismo tiempo humana y divina, que habita
en el corazón de Jesucristo glorificado» (DG 2). Es en Cristo, por lo
tanto, donde se invita al catequista a alcanzar la alegría y a
transmitírsela a los muchachos. En Jesucristo, el Padre presenta la
verdadera alegría y la comunica en el Espíritu. La alegría de
Jesucristo consiste:
­en sentirse amado por el Padre: «Me has amado antes de la
creación del mundo» (Jn 17,24);
­en dar gloria al Padre a través del ministerio de la Palabra: «Te
he glorificado... llevando a cabo la obra que me encomendaste»
(Jn 17,4);
­en sentirse en comunión con el Padre: «Yo estoy en el Padre y
el Padre está en mi» (Jn 14,10);
­en cumplir la voluntad del Padre: «Yo amo al Padre y obro
según el Padre me ha ordenado» (Jn 14,3 1).

Es una alegría que proviene del Padre y se manifiesta en las
diversas circunstancias de la vida, incluso en el dolor y en la
prueba, porque se fundamenta en Dios. Es una alegría teologal.
El Espíritu, al infundir en el cristiano el amor de Dios, comunica
la misma alegría de Jesucristo y le introduce en la experiencia de la
relación con el Padre.
En particular, la alegría del catequista consiste en desempeñar
su ministerio en comunión de vida con Cristo, es decir, en saber
que el Señor le acompaña y está cerca de él en su servicio de
anuncio de la salvación.
No trata de averiguar, por consiguiente, los resultados del propio
ministerio, sino que le es suficiente haber dado gloria a Dios
proclamando su Palabra a los muchachos. No pretende otra cosa.


El anuncio de la mañana de pascua
EV/RS: La alegría cristiana lleva siempre el sello pascual, porque
se remite siempre al anuncio de la resurrección del Señor, que es
su motivo central.
La pascua es el alegre anuncio que, por su importancia y su
significado, está destinado a volver del revés la vida de los
hombres y a determinar un nuevo rumbo a la historia y a los
acontecimientos. Es el «evangelio», es decir, la buena noticia que
el Padre nos ofrece en Jesucristo.
En el lenguaje del protocolo imperial, de donde está tomado, el
término «evangelio» se refiere por lo general al nacimiento del
príncipe o de un heredero del trono: en la comunidad cristiana, en
general, indica la muerte y la resurrección del Señor.
Este es, en realidad, el «evangelio» de los creyentes que hay
que proclamar a todos a través de los heraldos oficiales, en
contraposición con el carácter más bien secreto de la profesión de
fe de los grupos religiosos de aquel tiempo. El catequista lleva
siempre a los muchachos el anuncio de la mañana de pascua,
cuya alegría prolonga.
Pero no es el suyo el relato de un episodio del pasado, sino la
presentación de la experiencia de la comunidad cristiana.
­Es la comunidad cristiana la que, con su vida, confirma y
anuncia con alegría que el Señor ha resucitado, porque en ella se
trata de vivir como resucitados, dando testimonio de ello a las
nuevas generaciones.
­La alegría pascual es una realidad cotidiana, en el sentido de
que se propone como programa de vida de cada día, de que se
anuncia al Señor vivo presente en medio de nosotros y al que hay
que descubrir y proclamar.
­Para el cristiano todos los días son pascua; más aún, él mismo
es el signo más válido de la pascua del Señor. «Se ilumina de vida
la condición cristiana y se descubre la situación más atrayente de
nuestra experiencia de creyentes. Somos en verdad la pascua del
mundo» (G. Agresti).

Para los catequistas la pascua es un día sin ocaso, destinado a
prolongar siempre la hora de la resurrección del Señor, para que
cada muchacho viva el encuentro con el resucitado, ante todo en
el interior de la propia experiencia.

La alegría por la salvación
La pascua es el día de la alegría por ser el día de la salvación.
El sentido de la salvación acompaña siempre. como nota
inconfundible y original, a la alegría cristiana.
Es evidente, por tanto, que uno de los momentos privilegiados
del evangelio en los que se encuentra la alegría es el del retorno
del hombre después del pecado. Es la alegría de la salvación que
se experimenta después del extravío, la confusión, el pesar de
haberse alejado de Dios. Ahora bien, dicha alegría es ante todo
alegría de Dios que le es comunicada al hombre. En tales
circunstancias, cada uno de nosotros puede experimentar la
alegría misma de Dios y comunicarla a los demás.
­Dios encuentra su alegría en perdonar los pecados y en
purificar el corazón humano. Esto «será para mi un nombre
evocador de alegría, será prez y ornato para todas las naciones de
la tierra» (Jer 33,9). En las parábolas de la misericordia es
particularmente evidenciada la alegría de Dios, más que la del
hombre.
­La alegría del hombre tiene su origen en la salvación llevada a
cabo por Dios, cuya misericordia, amor, bondad y perdón
proclama. Canta el salmista: «Vuélveme la alegría de tu salvación»
(Ps 51,14).
­La alegría acompaña de una manera particular al
(ALEGRIA/ENCONTRAR-J) encuentro con Jesucristo. Se trata de
una alegría esperada y prometida: Abraham se regocijó pensando
en ver mi día» (de Cristo) (Jn 8,56); es un don en María de
Nazaret: «Alégrate, el Señor está contigo» (Lc 1,28), es anuncio
para los pastores: «Os anuncio una gran alegría» (Lc 2,10); es
consolación para Simeón: «Mis ojos han visto tu salvación» (Lc
2,30); es encuentro pascual: «Los discípulos se alegraron de ver
al Señor» (Jn 20,20).

El ministerio de la Palabra, que por su naturaleza tiende a
comunicar la salvación, se convierte en un lugar privilegiado en el
que poder compartir la alegría de Dios al entrar en comunión de
vida con los que te escuchaban y ayudar a tus muchachos a
redescubrir, en el misterio de la pascua, la fuente de la verdadera
alegría.


2. LA ALEGRÍA DEL CATEQUISTA
CR/ALEGRIA: La alegría del catequista proviene de una
disposición interior habitual que trasciende toda su vida de
creyente. En realidad, donde a diario se perfila la alegría que el
catequista comparte con sus muchachos, es en la experiencia
cotidiana del compromiso familiar, del estudio y del trabajo.

Existe hoy día «necesidad de un paciente esfuerzo de educación para
aprender, o volver a aprender, a gustar sencillamente las múltiples
alegrías humanas que el Creador pone ya en nuestro camino: la alegría
del amor casto y santificado; la alegría sedante de la naturaleza y del
silencio; la alegría transparente de la pureza, del servicio, de la
participación; la alegría exigente del sacrificio... La alegría cristiana
presupone un hombre capaz de alegrías naturales. Muchas veces
partiendo de ellas, Cristo ha anunciado el reino de Diosa (GD I,7).

Solo de esta manera podrá el catequista llegar a ser «donante
gozoso de riquezas espirituales».

Un servicio humilde y alegre
El catequista, antes que nada, vive su ministerio con un
profundo sentido de alegría. Lo mismo que el profeta, también él
ha de poder decir: «Se presentaban tus palabras, y yo las
devoraba; era tu palabra para mi un gozo y alegría de corazón,
porque se me llamaba por tu Nombre, Yahveh, Dios Sebaot» (Jer
15,16). En este sentido se siente él enviado a «ayudar a los
hermanos a encaminarse por los senderos de la alegría
evangélica, en medio de las realidades que constituyen su vida y
de las que no podrían evadirse» (GD V,8).
Se trata de una alegría que se expresa también en el servicio
humilde y escondido de anunciar la Palabra de Dios a un grupo de
muchachos.
­El catequista acoge «con alegría y gratitud el propio don
espiritual» (RdC 182), desempeñando su ministerio con «la dulce y
confortadora alegría de evangelizar, aun cuando haya que
sembrar con lágrimas» (EN 80).
­Habla de Jesucristo, animado de un profundo entusiasmo que
deja traslucir en el tono de su voz, pero sobre todo en la
experiencia de la familiaridad que vive él con el Señor.
­La alegría interior del catequista coexiste también ante las
dificultades, las incomprensiones, la indiferencia. También en estas
ocasiones ha de saber alegrarse, tal como se anuncia en el
evangelio: «bienaventurados seréis cuando os injurien, y os
persigan, y digan contra vosotros toda clase de mal por mi causa.
Alegraos y regocijaos...» (Mt 5,11-12).

Es verdad que los muchachos de hoy esperan recibir «la buena
nueva no de evangelizadores tristes y desalentados, ansiosos e
impacientes, sino de ministros del evangelio cuya vida irradie
fervor, que hayan recibido previamente en si mismos la alegría de
Cristo...» (EN 80).

La verdadera alegría en el encuentro con el Señor
El catequista adquiere la alegría cristiana a través de un
encuentro asiduo con el Señor, de manera particular con la
participación en la experiencia sacramental. En el encuentro
comunitario con el Señor resucitado, celebra en la alegría el
misterio de la pascua que se renueva bajo los signos de los
sacramentos.
­En la reconciliación, el catequista descubre el rostro de un Dios
que, en Jesucristo, se revela misericordioso, pronto al perdón y a
la rehabilitación. La confesión se convierte, por lo tanto, en fuente
de santidad, de paz y de alegría» (GD V,10). El sentirse renovado,
acogido continuamente por el Señor, suscita un sentido de
admiración que no puedes dejar de transmitir a tus muchachos.
­El pensamiento de un Dios en el que se puede siempre
encontrar confianza y amor, por encima de nuestras infidelidades,
es motivo de una profunda alegría interior. ¿Cómo hablar de él sin
sentirse agradecido? Debería resultarte natural desempeñar tu
ministerio «con amor, celo y alegría siempre crecientes» (EN 1)
­En la eucaristía vive el catequista la experiencia del amor de
Dios Padre, que se manifiesta en el don de Jesucristo muerto y
resucitado. Es un misterio del que proviene la alegría de sentirse
hijos del Padre y acogidos como hermanos en su gran familia. En
la eucaristía alcanzas la alegría de la Iglesia, que celebra la
salvación y proclama a todos los hombres. Al despedirte de la
asamblea litúrgica deberías sentirte enviado por la comunidad a
anunciar, con entusiasmo, a Jesucristo.

Sin una participación frecuente en los sacramentos te será difícil
transmitir la alegría cristiana. Tu palabra podrá ser tal vez
agradable, simpática, atrayente, pero, si carece de la alegría que
se experimenta en el encuentro con el Señor, es siempre vacía y
pobre, destinada, por consiguiente, a decepcionar.

Catequista: heraldo de la alegría pascual
CATI/HERALDO PREDICADOR/HERALDO: El catequista es un
heraldo de la alegría pascual. El heraldo es el portavoz oficial de
un mensaje gozoso en nombre de otro. Tu palabra repropone a
distancia, pero con la misma fuerza incisiva, el anuncio del
evangelio: «Ha resucitado, no está aquí... ¿por qué buscáis entre
los muertos al que vive?» (Lc 24,5s), y la queja de Jesús a los
discípulos de Emaús: «¿Por qué os turbáis y por qué se suscitan
dudas en vuestro corazón?» (Lc 24,38). El catequista es fiel a la
alegría de pascua con la que sabe animar, con diversos acentos,
su comunicación a los muchachos. Se presenta ante ellos como un
heraldo, imagen grata al apóstol Pablo, que habitualmente inicia
sus cartas a las comunidades cristianas con el anuncio de un
mensaje de alegría, de paz, de gracia de parte del Señor.
El evangelista Juan proclama al comienzo de su carta: «Os
escribimos esto para que vuestro gozo sea completo» (1 Jn 1,4).
Todo catequista se sitúa frente a los muchachos con estas
actitudes.
­Es un heraldo, es decir, un enviado, un escogido, un mandado
de confianza por la comunidad a anunciar que el Señor ha
resucitado. Según el protocolo imperial del que está tomado, el
término «heraldo» designa siempre a un amigo del rey, el cual ha
comprobado previamente sus aptitudes y la potencia de su voz.
Para ti, catequista, la fuerza de tu anuncio se encuentra en otra
parte; depende de la profundidad de tu fe y de la intensidad con la
que tu comunidad viva y testimonie el misterio pascual en su propia
vida.
­El heraldo desempeña siempre una función sacerdotal, porque
proclama la presencia de Dios en medio de su pueblo, al que dirige
la invitación a alabar al Señor por las maravillosas obras que ha
realizado. El paso de la alegría a la acción de gracias y a la
expresión cultural es inmediato.
­El heraldo congrega con su voz, a fin de que su anuncio sea
conocido por todos, pero especialmente para que el gozo sea
comunitario. La propuesta que él ha venido a traer es un
acontecimiento alegre para todo el pueblo y para su historia.

La riqueza de la imagen del heraldo, a quien es confiado el
anuncio del Evangelio», perfila tu identidad de catequista con
relieves que confieren un significado gozoso al ministerio de la
Palabra. Deberías ser capaz de encontrarte siempre con tus
muchachos con un «evangelio» es decir, una buena noticia que
Dios, a través de ti, quiere comunicarles a ellos


3. EDUCAR EN LA ALEGRÍA CRISTIANA
EDUCO/EN-LA-ALEGRIA ALEGRIA/EDUCAR-EN-LA: En una
apoca en la que los muchachos están precozmente en contacto
con las contradicciones de la sociedad y, consiguientemente, más
inclinados a captar los aspectos negativos, es menester enseñar a
gustar la alegría cristiana en las realidades de cada día.
La critica disgregadora no deja a veces traslucir el empano, la
buena voluntad, las intenciones que animan a aquellos que
trabajan por el bien de todos en medio de múltiples dificultades. De
ello se deriva una visión negativa que provoca la violencia y la
rebelión. El espíritu critico es autentico si sabe captar también los
aspectos positivos, es decir, los gérmenes de bondad, de
generosidad, escondidos en las relaciones humanas y que dejan
espacio a la esperanza y a la alegría. Se trata de una exigencia
pedagógica, pero para los creyentes es, antes que nada, una
respuesta de fe a la Palabra de Dios.
La educación cristiana es, en realidad, inseparable de la alegría,
es decir, de una visión positiva de la realidad, sin por ello pasar
por alto el mal, sino captándolo dentro de una perspectiva en la
que todo converge, en los individuos aislados y en la sociedad, a
la construcción del reino de Dios. Esto comporta la adopción de
una pedagogía de la alegría que prepare a la conversión al
evangelio, para celebrar después la propia fe en la asamblea
litúrgica.

La pedagogía de la alegría
El anuncio de la alegría, implícito en la Palabra de Dios, es
inseparable del entramado de relaciones que el catequista acierte
sabiamente a establecer entre él y quienes le escuchan, entre los
muchachos, la propuesta cristiana y la finalidad a la que tiende.
Se sitúa, por tanto, en el centro de una serle de mediaciones
que implican directamente el mensaje cristiano. No cabe duda de
que la alegría se expresa, ante todo, procurando guardar una
serie de requisitos que transforman el encuentro catequético en un
momento agradable, esperado y querido.
­El catequista tiene que esmerarse particularmente en la acogida
de los muchachos, expresándoles personalmente la alegría de
poder verles de nuevo con el saludo, la sonrisa, entreteniéndose
con ellos en una conversación cordial. San Agustín dice del
catequista: «Cuanto más alegre se muestre, tanto más agradable
resultará para los que le escuchan... Si, efectivamente, Dios ama al
que da con alegría las riquezas materiales, con mayor razón amará
al que da con alegría riquezas espirituales». Pero no debes
engañarte pensando que la alegría que consigues transmitir
depende de ti. «Hacer conocer tal alegría en el momento oportuno
corresponde a la misericordia de aquel que enseña a ser
generosos» (S. Agustín).
­El ambiente en que se desarrolla el encuentro catequético debe
poder transmitir a los que en él entran una sensación de alegría,
que se refleja en los objetos, la ornamentación, los posters,
cuadros murales, etc. La elección de los mismos instrumentos
didácticos, para poder transmitir la alegría del mensaje cristiano,
debe asociarse al sentido de lo bello, de lo sugestivo y de lo
atrayente
­El catequista no tiene que aburrir nunca a los muchachos
siendo demasiado prolijo en la explicación, demasiado exigente en
las preguntas o incomprensible en el lenguaje que emplea. Es
indispensable que sea breve y eficaz en el modo de proponer la fe
y capaz de mantener despierta la atención, a fin de que su palabra
sea acogida con alegría. Si se acierta, «Alegrémonos, porque ello
complace no a nosotros, sino a Dios» (S. Agustín)

Este conjunto de formalidades es un modo de colaborar con el
Espíritu para que conceda a los muchachos la alegría de la
acogida de la Palabra de Dios. A este propósito nada debe
parecerte secundario en la catequesis, porque la simple omisión
de algunos detalles, por modestos que sean, como la cómoda
disposición de los muchachos o la armonía del ambiente, puede ir
acompañada de una sensación de tedio y de aburrimiento que son
preludio de la impaciencia y, más tarde, del rechazo.

La conversión al evangelio
La alegría del mensaje cristiano debe acentuarse de una
manera particular cuando las propuestas que ofrece son
comprometedoras. No en vano la conversión, que es el cambio
radical que Jesús exige, es considerada siempre en función de un
Evangelio: «convertíos... al evangelio» (Mc 1,15); en función del
reino de Dios, que es la alegre noticia; en función de la Palabra,
que es siempre un anuncio gozoso.
En esta dimensión se sitúa la respuesta de fe que el catequista
trata de hacer madurar en los muchachos.
­Lo creado constituye el lugar del descubrimiento de los dones
gratuitos del Padre; constituye, pues, un «evangelio» del amor de
Dios a todo ser humano, bueno o malo, del cual cuida él siempre.
Es una deferencia de la que brota un sentido de gozoso
agradecimiento que libera de toda utilización egoísta.
­La pertenencia a la Iglesia (I/ALEGRIA-DE-SER), cuya vida es
comunión con el Señor, es tal vez un dato fáctico que ya no causa
admiración. Y sin embargo, la comunidad cristiana es un
«evangelio» que anuncia cómo cada uno, dentro de ella, es amado
como hijo, hermano y amigo por el Padre, por Jesucristo y por el
Espíritu Santo. Es menester convertirse a la gozosa conciencia de
haber sido bautizados, confirmados, acogidos a la mesa
eucarística, a la reconciliación...
­La propuesta moral es un «evangelio» para el cristiano, en el
sentido de que quienes la viven son «bienaventurados». La
conversión que requiere es ya un camino hacia la alegría, es un
abandonar algo para volver a encontrar el todo; un desasirse para
hacerse libres. Todo muchacho tiene que ser «consciente de que
su fe se halla en armonía con las aspiraciones mas secretas del
corazón humano... seguro de que su gozosa esperanza está
destinada a difundirse» (RdC 51).

La celebración de la alegría en la comunidad
La alegría del catequista adquiere y recupera el timbre pascual
en las celebraciones litúrgicas. Aquí es donde se revive y se
actualiza para la comunidad y para cada uno de sus miembros el
misterio de la pascua. Por esta razón el catequista participa en las
asambleas litúrgicas con un sentimiento de alegría e introduce en
ella a los muchachos, a fin de que también ellos vivan tal
experiencia de una manera alegre.
­El poder alabar a Dios y, consiguientemente, ejercer el culto es
un motivo de alegría, porque es expresión del propio
agradecimiento que se asocia al de la comunidad entera.
­La alegría cristiana es siempre comunitaria, puesto que las
maravillosas obras realizadas por el Señor conciernen a todo el
pueblo de Dios. Por lo tanto, únicamente con otros existe
verdadera alegría, haciendo comunión con formas expresivas que
creen la unidad recíproca. Entre ellas, el canto es un modo
privilegiado. No sé si estarás acostumbrado a hacer cantar a los
muchachos en la catequesis. Y sin embargo, es ésta una
respuesta comunitaria a la Palabra ya en el grupo, que se expresa
en cuanto tal.
­La alegría cristiana va unida a la fiesta semanal de la pascua
que se celebra en el día del Señor. Es importante, pues, iniciar a
los muchachos en el sentido del domingo como día de fiesta para
el Señor y con el Señor.

Sin la celebración de la alegría cristiana en la comunidad
reunida, de manera particular el domingo, resultará difícil para
cada uno de nosotros conservar en el ánimo el sentido de la
alegría que proviene de Dios.

PARA LA ORACIÓN
Danos, Padre, te pedimos, el gozo
de la presencia vivificante de tu Espíritu.
Concédenos que él esté siempre con nosotros,
el Espíritu que espera compasivo al que se descarría,
que acoge con amor al que regresa,
que sostiene el caminar del fatigado,
da esperanza a quien ha desesperado,
defiende el derecho de quien padece opresión.
Infunde, Padre, vigor a nuestra dulzura,
da tu luz sapiencial a nuestra mente:
haznos fuertes en la fe
y ardientes en la práctica del amor. Amén.
(De la Liturgia mozárabe)

GAETANO GATTI
SER CATEQUISTA HOY
Itinerario de fe para la formación espiritual
del "Ministro de la Palabra"
SAL-TERRAE Santander-1981. Págs.123-164

HORA SANTA PASOS PARA LA PROSPERIDAD # 1

  HORA SANTA PASOS PARA LA PROSPERIDAD # 1   Queridos hermanos y hermanas, estamos reunidos esta noche en Presencia de Jesús Eucarist...