“Jesús me
invita a salir de mi egoísmo”
Bienvenidos hermanos
y hermanas a la Casa del Señor.
Dispongámonos a
estar con Jesús Eucaristía un momento, procuremos que sea un momento de
Encuentro con el Maestro, tratemos de dejar nuestros pendientes en sus manos y
concentrémonos en su presencia eucarística; sentémonos cómodos, si alguien
desea cerrar los ojos para ayudar a la reflexión lo puede hacer, lo importante
es propiciar el Encuentro con nuestro Dios.
Pidamos pues que el
Señor llene este lugar con su Espíritu, que sea éste quien nos conduzca durante
esta Hora Santa, que sea el Espíritu Santo quien actúe en nosotros y nos
muestre todo aquello que nos impide entregarnos al Señor y a su servicio
plenamente.
Canto: Sólo Tú eres Santo
Solo Tú eres Santo,
solo Tú eres digno,
Tú eres precioso
y maravilloso.
Derrama Tu Espíritu,
y que Tu luz brille,
que Tu gloria llene
ahora mismo este
lugar. (2x)
Solo Tú eres Santo,
solo Tú eres digno,
Tú eres precioso
y maravilloso.
Derrama Tu Espíritu,
y que Tu luz brille,
que Tu gloria llene
ahora mismo este
lugar. (2x)
El Señor nos ha convocado
a su presencia; estaremos orando, adorando desde hoy y hasta el sábado,
reflexionando delante de Él sobre nuestro caminar como Iglesia y nuestra
respuesta a su llamada.
Todos nosotros hemos
sido llamados por el Señor para servirle, ninguno de nosotros tiene mérito en
eso; ha sido Él quien fijó su mirada en cada uno de nosotros, invitándonos a su
servicio; lo que sí depende de nosotros es la respuesta que le damos al Señor.
Nos dice Jesús en la
Escritura: “Si alguno quiere venir detrás
de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga”. Mateo 16, 24
El Evangelio y en
general la Escritura nos exhortan a la alegría y, asimismo, a aceptar el
sufrimiento, la cruz, inseparable del seguimiento de Jesús. ¿Tengo experiencia
de ambas realidades? ¿Sé armonizarlas en mi vida?
A nadie le gusta
sufrir. Pero el sufrimiento viene sin que lo busquemos. Todos podemos hablar de
nuestra cruz de cada día. También de la lucha por “detrás de Jesús” en medio de
una sociedad que piensa y vive lo contrario.
En este Evangelio,
Jesús nos animará a seguirlo, a poner nuestros pasos en sus huellas. Jesús nos
invita a superar nuestro egoísmo, nos invita a decir NO al egoísmo, nos pide
renunciar a nosotros mismos, a tomar nuestra cruz y a dar la vida por su reino.
La recompensa será enorme. Jesús nos invita a servirle plenamente, nos pide
entrega. Cuando hablamos de Entrega, estamos hablando de ofrenda, consagración,
renuncia, confianza.
Pensemos un momento:
¿Cómo ha sido mi
respuesta a Dios?
¿No me he integrado
a ningún grupo apostólico? ¿Por qué?
Llevo años en el
ministerio, en el apostolado
¿Estoy entregado, me
he entregado al Señor?
¿He ofrendado,
consagrado mi vida a Él?
¿He renunciado a mis
egoísmos para servirle con mayor autenticidad?
¿Qué le falta a mi
respuesta a la invitación del Señor a servirle?
Momento de
silencio para la reflexión personal
En este momento te
invito hermano, hermana a hacer un análisis personal, analiza, si realmente tu
servicio denota una respuesta de confianza, de ofrenda, de entrega al Señor; pon
en sus manos los egoísmos que te falta vencer, es un momento personal, de
intimidad con Dios, tú y Él, no busques justificarte, Dios no necesita que lo
hagas, Él nos conoce, preséntate pues ante Él y deja que su amor vaya tocando
tu interior y que sea Él quien te muestre aquello en lo que tienes que trabajar
más.
Canto: Renuévame
Renuévame señor
Jesús
ya no quiero ser
igual
renuévame Señor
Jesús
pon en mi tu corazón.
Porque todo lo que
hay dentro de mí
necesita ser
cambiado Señor
porque todo lo que
hay
dentro de mi corazón
necesita más de ti.
Renuévame señor
Jesús
ya no quiero ser
igual
renuévame Señor
Jesús
pon en mi tu
corazón.
Porque todo lo que
hay dentro de mí
necesita ser
cambiado Señor
porque todo lo que
hay
dentro de mi corazón
necesita más de ti.
El egoísmo es la
esencia del mal y es la mayor expresión de rebeldía contra Dios. Es una idea
(mentira) que nos hace creer que tenemos derecho a hacer lo que se nos ocurra,
aunque le causemos daños a otras personas o a nosotros mismos. El egoísmo es
ese sentido de: “Tengo derecho a…”; o “me lo merezco”.
Cuando el egoísmo
nos controla solamente pensamos en nosotros mismos, vivimos en el constante
“yo, yo, yo”; estamos tan abstraídos en nosotros mismos y “nuestras
necesidades” que no descubrimos que Dios puede obrar grandes maravillas, hacia
nosotros y hacia quienes nos rodean, con tan sólo estar dispuestos a renunciar
a nosotros mismos, a dejar que el amor de Dios actúe en nuestro interior y así,
vencer nuestros egoísmos que tanto daño nos hacen y dañan.
El pescador y
los cangrejos
Cierto día Juan acababa de pescar dos cangrejos, los
cuales puso en un cubo. Un amigo suyo que lo acompañaba le preguntó:
-¿Cómo los dejas ahí tan tranquilo? ¿No temes que se
escapen?
A lo que Juan respondió con serenidad:
- Hace mucho tiempo aprendí que cuando en un cubo hay al
menos dos cangrejos, mientras uno intenta trepar al borde, el otro tira de él
hacia abajo.
Reflexionemos ¿Qué enseñanza me deja este pequeño
relato?
Cuando el egoísmo
nos controla, vemos las cosas como los cangrejos, no podemos ver a alguien que
sobresalga porque enseguida lo tiramos para abajo, y no nos damos cuenta de que
si, tratamos de trabajar juntos podemos obtener mejores resultados.
Hoy Jesús nos invita
a salir de nosotros mismos y mirar al hermano de al lado, fijarnos en sus
necesidades, pero también nos invita a ser generosos en nuestra respuesta a su
invitación.
La generosidad es una de las virtudes fundamentales
del cristiano. La generosidad es la virtud que nos caracteriza en nuestra
imitación de Cristo, en nuestro camino de identificación con Él. Esto es porque
la generosidad no es simplemente una virtud que nace del corazón que quiere dar
a los demás, sino la auténtica generosidad nace de un corazón que quiere amar a
los demás. No puede haber generosidad sin amor, como tampoco puede haber amor
sin generosidad. Es imposible deslindar, es imposible separar estas dos
virtudes.
¿Qué amor puede existir en quien no quiera darse? ¿Y
qué don auténtico puede existir sin amor? Esta unión, esta intimidad tan
estrecha entre la generosidad y la misericordia, entre la generosidad y el
amor, la vemos clarísimamente reflejada en el corazón de nuestro Señor, en el
amor que Dios tiene para cada uno de nosotros, y en la forma en que Jesucristo
se vuelca sobre cada una de nuestras vidas dándonos a cada uno todo lo que
necesitamos, todo lo que nos es conveniente para nuestro crecimiento espiritual.
Este darse de Cristo lo hace nuestro Señor a costa de
Él mismo. Como diría San Pablo: “Bien saben lo generoso que ha sido nuestro
Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes
se hiciesen ricos con su pobreza”. Ésta es la clave verdadera del auténtico
amor y de la auténtica generosidad: el hacerlo a costa de uno.[1]
Por tanto hermanos y
hermanas, ser generoso es darse, donarse plenamente; quien es generoso no
escatima ni regatea, ¡se da por entero! Jesús nos ha llamado, nos ha invitado a
ser partícipes y colaboradores en la construcción del Reino aquí en la Tierra.
Ya hemos respondido, pues ahora nos toca dar el siguiente paso, salir de
nuestro egoísmo y ser generosos, compartir con nuestros hermanos los dones que
el mismo Señor nos da, donar, desgastar nuestra vida en favor de nuestros
hermanos, para ello es necesario que nuestro corazón esté lleno de Jesús, de su
amor. Dejemos pues que el Señor toque nuestro corazón, lo limpie y lo
purifique; pidamos que cambie nuestro corazón egoísta por un corazón generoso,
dispuesto a darse a los demás.
Canto: Toma mi vida
Vengo,
A pedir, Señor y te
ofrezco
Todo mi amor y mis
defectos
Quiero que sepas
quien soy.
Vengo
A orar ante Ti y a
confesarte
Mis sufrimientos y
mis penas
Quiero que sepas
quien soy (2)
Toma mi vida
Cámbiala toda,
Mira que sufro al
saber quién soy,
Quiero sentir la
mirada de tus ojos
Que traiga la calma a
mi corazón.
Perdóname Señor,
Perdona lo que soy
Ya para concluir este
momento en presencia de Jesús Eucaristía, en silencio, pongamos a sus pies esas
actitudes egoístas que nos impiden crecer como personas y como comunidad.
Oración Comunitaria
Cántico: EL PLAN
DIVINO DE SALVACIÓN - Efesios 1, 3-10
Coro 1
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro
Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido
en la persona de Cristo
con toda clase de
bienes espirituales y celestiales.
Coro 2
El nos eligió en la
persona de Cristo,
antes de crear el
mundo,
para que fuésemos
consagrados
e irreprochables ante
él por el amor.
Coro 1
Él nos ha destinado
en la persona de Cristo,
por pura iniciativa
suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria
de su gracia,
que tan
generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo, redunde
en alabanza suya.
Coro 2
Por este Hijo, por
su sangre,
hemos recibido la
redención,
el perdón de los
pecados.
El tesoro de su
gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche
para con nosotros,
dándonos a conocer
el misterio de su voluntad.
Coro 1
Éste es el plan
que había proyectado
realizar por Cristo
cuando llegase el
momento culminante:
hacer que todas las
cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las
de la tierra.
Todos
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Concluimos con la
oración que Jesucristo nos enseñó: Padre nuestro…
Y a nos encomendamos
a nuestra Madre santísima: Dios te salve María…
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