“Jesús me llama a trabajar en unidad y orden”
(No a la
acciones desarticuladas)
Con gozo nos
reunimos en nuestro tercer y último día de nuestras Jornadas Eucarísticas
Parroquiales. Durante los días anteriores reflexionamos sobre salir de nuestro
egoísmo y, con generosidad entregarnos al servicio del Señor en nuestros
hermanos y nuestra comunidad; igualmente delante de Dios, analizamos nuestra
respuesta a la llamada del Señor a construir y fortalecer nuestra comunidad
parroquial venciendo la indiferencia que poco a poco va ahogando al mundo
entero.
El Señor nos conoce
bien y Él sabe que hay cosas y situaciones que a veces nos cuesta trabajo poder
superar. Pongamos pues como una de nuestras intenciones de este día, que
podamos vencer el egoísmo y la indiferencia que nos impiden trabajar en unidad
y orden en beneficio de nuestra comunidad y nosotros mismos; especialmente
presentemos al Señor esa situación o relación específica que nos impide poder
trabajar, servir en armonía.
Canto: Me has seducido Señor
Señor, no soy nada.
¿Por qué me has
llamado?
Has pasado por mi
puerta y Tú bien sabes
que soy pobre y soy
débil.
¿Por qué te has
fijado en mí?
Me has seducido,
Señor,
con tu mirada,
me has hablado al
corazón
y me has querido.
Es imposible
conocerte y no
amarte.
Es imposible
amarte y no
seguirte.
¡me has seducido, Señor!
(2)
Señor, yo te sigo,
y quiero darte lo
que pides,
aunque a veces me
cuesta darlo todo.
Tú bien sabes, yo
soy tuyo.
Camina, Señor, junto
a mí.
Me has seducido,
Señor,
con tu mirada…
El día de ayer
decíamos que hemos sido creados para vivir en comunidad. Dios ha creado al hombre como un ser social: "No es bueno que el
hombre esté solo" (Génesis 2,18). Por ello, a lo largo de nuestra vida,
vamos formando parte de distintos grupos sociales. Los grupos primarios de los
que formamos parte son: la familia, el grupo de amigos, el grupo de estudio o
de trabajo. También formamos parte de otros grupos mayores como el barrio, la
parroquia, la ciudad, la patria, la humanidad.
Dios llama a los hombres a vivir, no solamente en
grupo sino en Comunidades y no en simples comunidades sino en Comunidades
Cristianas. Una comunidad cristiana es una comunidad en la cual, el elemento
principal que une a sus integrantes es Cristo, razón suficiente para
mantenerlos unidos más allá de cualquier diferencia humana. El modelo de
comunidad cristiana son las primeras comunidades, de las cuales nos hablan el
Libro de los Hechos de los Apóstoles y las Cartas del Nuevo Testamento. Las
"reglas" de convivencia en las comunidades cristianas están
enunciadas en Hechos de los Apóstoles 2,42-46.[1]
Vida de la comunidad
Los que habían sido
bautizados se dedicaban con perseverancia a escuchar la enseñanza de los
apóstoles, vivían unidos y
participaban en la fracción del pan y en las oraciones. Todos estaban
impresionados, porque eran muchos los prodigios y señales realizados por los
apóstoles. Todos los creyentes vivían
unidos y lo tenían todo en común. Vendían sus posesiones y haciendas y las
distribuían entre todos, según las necesidades de cada uno. Con perseverancia
acudían diariamente al templo, partían en pan en las casas y compartían los alimentos con alegría y sencillez de corazón.
Ejercicio en silencio
¿Qué dice el texto?
¿Qué me dice Dios a
mí en este texto?
¿Qué le quiero decir
yo a Dios sobre el texto?
¿Qué hacer como
resultado de la oración?
Canto: Hoy en oración
Hoy en oración
quiero preguntar Señor
quiero escuchar tu
voz, tus palabras con amor.
Ser como eres Tú
servidor de los demás,
dime cómo en qué
lugar te hago falta más.
DIME SEÑOR EN QUÉ TE
PUEDO SERVIR
DÉJAME CONOCER TU
VOLUNTAD
DIME SEÑOR EN TI YO
QUIERO VIVIR
QUIERO DE TI
APRENDER, SABER AMAR.
Hoy quiero seguir tu
camino junto al mar
tu Palabra, tu
verdad ser imagen de ti.
Ser como eres Tú
servidor de los demás,
dime cómo en qué
lugar te hago falta más.
DIME SEÑOR EN QUÉ TE
PUEDO SERVIR
DÉJAME CONOCER TU
VOLUNTAD
DIME SEÑOR EN TI YO
QUIERO VIVIR
QUIERO DE TI
APRENDER, SABER AMAR.
Para que una
comunidad crezca y prospere es preciso intensificar nuestros esfuerzos para
lograr la unidad, claro que puede haber opiniones diferentes, ideas opuestas y
eso es bueno, que cada uno tenga su propio criterio, sin embargo no debemos
perder de vista el bien común y sobre todo a quién servimos.
También es muy
importante la unidad en nosotros mismos, en nuestra existencia no puede haber dos vidas paralelas: por una parte, la
denominada vida "espiritual", con sus valores y exigencias; y por
otra, la denominada vida "secular", es decir, la vida de familia, del
trabajo, de las relaciones sociales, del compromiso político y de la cultura.
El sarmiento arraigado en la vid que es Cristo, da fruto en cada sector de su
actividad y de su existencia. En efecto, todos los distintos campos de la vida
laical entran en el designio de Dios, que los quiere como el "lugar
histórico" del revelarse y realizarse de la caridad de Jesucristo para
gloria del Padre y servicio a los hermanos. Toda actividad, toda situación,
todo esfuerzo concreto —como por ejemplo, la competencia profesional y la
solidaridad en el trabajo, el amor y la entrega a la familia y a la educación
de los hijos, el servicio social y político, la propuesta de la verdad en el
ámbito de la cultura— son ocasiones providenciales para un "continuo
ejercicio de la fe, de la esperanza y de la caridad".[2]
Otra característica
o requisito fundamental para hacer prosperar nuestra comunidad hermanos y
hermanas, es el orden. En todo grupo existen "reglas" grupales, cuyo
cumplimiento favorecen la vida armónica del grupo, y cuyo no cumplimiento la
entorpecen. Es importante conocer estas "reglas de juego” para conservar
la armonía, el orden y unidad del grupo.
“¿Cómo, pues, hermanos, se debe proceder? Si cuando se
reúnen, uno canta, otro enseña, otro comunica una revelación, otro habla un
lenguaje misterioso, otro, en fin, interpreta ese lenguaje, que todo sea para
el bien de la Iglesia. En cualquier caso, que todo se haga con orden y decoro.” 1 Corintios
14, 26.40
De alguna forma el
mundo nos ha hecho creer que el orden y la disciplina son cosas malas. Es una
pérdida de tiempo ordenar la casa, si enseñamos a nuestros hijos a ser
ordenados los vamos a cohibir, no debemos de planear para el futuro - todas
éstas son ideas falsas que el mundo nos vende.
A través de la
Biblia, se considera que el orden es algo bueno, y el caos es destructivo. Todo
en la vida tiene un orden, la creación misma tiene un orden.
“Cuando al principio creó Dios sus obras, una vez
hechas les asignó un lugar. Ordenó para siempre sus obras, desde sus orígenes y
por todas las edades. No sufren hambre ni fatiga y nunca interrumpen su tarea.
Ninguna choca con la otra, nunca desobedecen su palabra.” Eclesiástico
16, 26-28
La invitación que el
Señor nos hace en este tercer día de reflexión hermanos y hermanas, es a
trabajar en unidad y orden, solamente de esa manera podremos nosotros construir
y fortalecer una verdadera comunidad cristiana. Que haya diferencias entre unos
y otros, que no siempre logremos estar todos de acuerdo, es algo muy normal en
una comunidad, lo que no es normal es que al no parecernos algo nos enojemos y
provoquemos la división, peor aún, la ruptura, la separación de uno o unos
miembros de la comunidad.
El Diablo mis
hermanos y hermanas, siempre va a querer destruir la Iglesia, siempre va a
buscar la manera de que nos peleemos unos con otros, para lograr la división y
destrucción de nuestra comunidad, por eso son muy importantes los momentos de
oración, la recepción de los sacramentos en nuestra vida, pues son las armas,
las herramientas que el Señor nos da para poder vencer los engaños y ataques
del maligno, son las herramientas que el Señor nos da para construir en
armonía, unidad y orden nuestra comunidad, pues al fin y al cabo, todos somos
servidores y colaboradores de Dios, en este maravilloso Plan.
Todos somos servidores y colaboradores de Dios
“Porque, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Simples
servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a la fe, cada uno según el
don que el Señor le concedió. Yo planté y Apolo regó, pero el que hizo crecer
fue Dios. Ahora bien, no cuentan ni el que planta ni el que riega; Dios, que
hace crecer, es el que cuenta. El que planta y el que riega forman un todo;
cada uno, sin embargo, recibirá su recompensa conforme a su trabajo. Nosotros
somos colaboradores de Dios.” 1 Corintios 3,5-9
Canto: Juntos como hermanos
JUNTOS COMO HERMANOS
MIEMBROS DE UNA
IGLESIA
VAMOS CAMINANDO
AL ENCUENTRO DEL
SEÑOR.
1.
Un largo caminar
por el desierto bajo
el sol
no podemos avanzar
sin la ayuda del
Señor.
JUNTOS COMO HERMANOS
MIEMBROS DE UNA
IGLESIA
VAMOS CAMINANDO
AL ENCUENTRO DEL
SEÑOR.
2.
Unidos al rezar,
unidos en una
canción
viviremos nuestra fe
con la ayuda del
Señor.
JUNTOS COMO HERMANOS
MIEMBROS DE UNA
IGLESIA
VAMOS CAMINANDO
AL ENCUENTRO DEL
SEÑOR.
3.
La Iglesia en
marcha está
a un mundo nuevo
vamos ya
donde reinará el
amor
donde reinará la
paz.
Reflexionemos
¿Qué actitud tengo
en mi vida? ¿Construyo o destruyo?
¿Colaboro al
crecimiento de la comunidad?
Que sea el Señor
hermanos quien nos muestre lo que cada uno tiene que vencer para lograr ser un
verdadero colaborador de Dios, así como también, todos aquellos pensamientos,
sentimientos, complejos que nos impiden serlo. Esforcémonos por servir con
alegría, por ser promotores de la comunidad, pero sobre todo, esforcémonos por
escuchar la voz de Dios, lo que nos pide y por cumplir su voluntad.
Agradezcamos también
al Señor por el regalo de estos tres días de oración y reflexión en su
presencia, agradezcamos por nuestro servicio, nuestro cansancio, sobre todo,
agradezcamos al Señor, porque fijó su mirada en nosotros y nos llamó a
servirle.
Oramos de forma personal, en silencio
Quiero ser, Señor
Quiero ser, Señor,
el servidor o la
servidora
que no se queja, que
es amable,
que soporta con
alegría
el desgaste de la
vida,
y por todo ello da
gracias a Dios.
Quiero ser, Señor,
el servidor o la
servidora
con espíritu para
animar
a los niños y a los
jóvenes,
con un espíritu
abierto
a todo lo nuevo,
con un espíritu
lleno de Dios y de
su amor.
Quiero ser, Señor,
el servidor o la
servidora
cuyas palabras
hablan de la
sabiduría
que ha brotado
de una vida de
intimidad contigo,
de una experiencia
viva de Dios.
Quiero ser, Señor,
el servidor o la
servidora
que no tiene miedo a
la muerte
porque sabe que esta
vida
es un paso para la
otra,
que la muerte es el
umbral
de la plenitud con
Dios,
que si no hay muerte
no hay resurrección.
Quiero ser, Señor,
el servidor o la
servidora
que siempre mira
hacia adelante,
que espera con gozo
el alborear del
nuevo día en plenitud;
después del
atardecer de esta vida.
Quiero ser, Señor,
el servidor o la
servidora
que vive abandonado
en Ti,
cuya soledad llene
tu presencia,
y el resto de mi
vida
sea un canto al amor
y una sencilla
oración. Amén.
Nota: Al concluir tu oración, continúa en silencio,
adora, contempla la Sagrada Hostia.
Oración Comunitaria
Salmo 112 - ALABADO
SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Coro 1
Alabad, siervos del
Señor,
alabad el nombre del
Señor.
Bendito sea el
nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol
hasta su ocaso,
alabado sea el
nombre del Señor.
Coro 2
El Señor se eleva
sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los
cielos.
¿Quién como el Señor
Dios nuestro,
que se eleva en su
trono
y se abaja para
mirar
al cielo y a la
tierra?
Coro 1
Levanta del polvo al
desvalido,
alza de la basura al
pobre,
para sentarlo con
los príncipes,
los príncipes de su
pueblo;
a la estéril le da
un puesto en la casa,
como madre feliz de
hijos.
Todos
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Terminamos con la
oración que Jesucristo nos enseñó: Padre nuestro que…
Pedimos a nuestra
Madre santísima que interceda por nuestras necesidades: Dios te salve María…