miércoles, 11 de marzo de 2009

EL PERDON


¿Cuántas veces debo perdonar? ...

Esta fue una de tantas preguntas que los apóstoles le hicieron a Jesús. A ellos les interesaba conocer sobre: Como orar, sobre quien se sentaría a su derecha en el reino, pero también les interesaba saber sobre una de las cosas más difíciles de lograr para el ser humano, difícil incluso para los cristianos.
A esta pregunta Jesús respondió: “Hasta 70 veces 7”. Que en otras palabras significa "siempre". No cabe duda que es difícil perdonar una vez, no se diga dos veces, pero Jesucristo nos deja en su enseñanza que no una, ni dos, ni siquiera siete veces debemos perdonar, debemos hacerlo siempre.
Y no 70 veces siete en toda nuestra vida a todas las personas sino 70 veces 7 a cada persona. (Quien quiera seguirme, que tome su cruz y que me siga).

No podemos evitar los conflictos, nunca se ha podido, hay guerra entre los países, conflictos en las ciudades y dificultades en las familias. Dios sabe entonces que tendremos desavenencias con los que nos rodean y que por nuestra debilidad y pequeñez nos será difícil perdonarnos por eso es que nos brinda en su Palabra la oportunidad de ir avanzando en el camino del perdón.

Vamos a seguir algunos pasos que nos ayudarán a ir conociendo lo que realmente es perdonar, además de ir creciendo como cristianos para prepararnos para perdonar así, como Jesús respondió a sus discípulos, a perdonar siempre.

Los pasos del perdón

1er paso: Delimitar la zona del conflicto.

Identificar con quien es el problema.
El primer paso y que ayuda al inicio de la solución del problema y que evita que se haga más grande es: Identificar con quien es el problema.

Éxodo 23;4-5 "Cuando encuentres perdido el buey o el burro de tu enemigo, se lo llevarás. Si ves caído con la carga el burro del que te quiere mal, no pases de largo, sino ayúdalo a levantarse".

En este texto bíblico, el Señor nos quiere enseñar que si tenemos alguna dificultad, esta tiene que ver con una persona y no con los que lo rodean, que si tenemos un problema con nuestro hermano mayor (por ejemplo) no tenemos que estar haciéndoles la vida de cuadritos también a nuestros padres y al resto de nuestros hermanos. Y más aún si nuestro problema (siguiendo el ejemplo) es en nuestra casa, entonces no tienen que sufrir las consecuencias de nuestro mal humos también en nuestro trabajo o escuela.

- No podemos evitar los conflictos, nunca se ha podido, pero debemos delimitarlo, definir con quien es nuestro problema y no llevarlo más allá.
- Hasta aquí, aún no hemos perdonado a nadie, el texto bíblico no nos dice que perdonemos a nuestro enemigo, sino que no se dañe a nadie más y con esto llevamos ya un gran avance.


2do. paso: Hacer una ofensa igual.

Una vez que todos los inocentes quedan fuera del problema, es momento de enfocarnos en quien nos hizo daño. Hemos recibido una ofensa, que es el motivo de nuestro rencor, pues La Biblia nos concede el derecho de hacer un daño igual.

Levítico 24;17-22 ...El que cause alguna lesión a su prójimo, como él hizo, así se le hará: fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él ha causado al otro...

Este texto nos habla de justicia, justicia muy primitiva si queremos verlo así, pero actualmente ni siquiera esto sabemos hacer. Cuando alguien nos hace un daño, ni siquiera esta ley conocida como del Talión, sabemos ejercer correctamente. Siempre superamos el daño, si alguien no nos dirige el saludo una mañana, nosotros le dejamos de hablar para siempre; si alguien nos falla una vez, entonces nosotros le fallamos diez.

En este segundo paso la Biblia nos concede el derecho de desquitarnos, con una ofensa igual, hasta aquí no se habla aún de perdonar; hasta aquí se nos indica que no debemos ir más allá de la ofensa recibida.



Para estas alturas seguramente más de un lector se encontrará inquieto por lo expresado en el punto anterior, pero recordemos que estos son pasos hacia el perdón, y que para algunos caminar lentamente es la única manera de llegar a la meta, que finalmente será: preparar nuestro corazón para perdonar.

Sabemos que La Biblia es palabra de Dios, y que todo lo que está en ella no tiene error, por tanto lo leído en el punto anterior es totalmente válido, pero, también sabemos que los católicos no somos cristianos de un solo versículo, que la Verdad de la Palabra de Dios se encuentra en toda la Biblia, por tanto sigamos descubriendo la verdad sobre el Perdón.



3er. paso: No desquitarse.

Hasta aquí hemos aprendido que en primer lugar, para evitar que el problema se haga más grande debemos dejar fuera del conflicto a todos los inocentes. En segundo lugar, sabemos que podemos hacer un daño igual al que recibimos pero no mayor.

En este tercer paso Dios nos invita a trascender, a crecer como verdaderos cristianos; puedes vengarte, pero Yo te apreciaré y bendeciré más si no lo haces.

Levítico 19;18 No seas vengativo ni rencoroso...

En pocas palabras se resumiría hasta aquí: Siente el consuelo (humano) de que puedes desquitarte, pero si realmente te dices seguidor de Cristo, entonces no lo hagas.

Aún como se observa no se habla de perdón, sólo estamos hablando de no desquitarse, aunque muchos de nosotros, erróneamente, cuando llegamos a este punto decimos que estamos perdonando, cuando estamos a mitad del camino. Y es por eso que el problema persiste por años y que en la primera oportunidad el conflicto se reanuda, porque aún la ofensa no se ha perdonado, tan sólo se ha hecho un esfuerzo por olvidarla.

Hasta aquí el Antiguo Testamento.
- Si logras llegar hasta aquí serías un perfecto Israelita.
- Pero la Ley del Antiguo Testamento, no contenía la perfección de las enseñanzas de Jesús.

Saltemos a lo perfecto, a lo nuestro. Nosotros ya conocemos a Jesucristo.

4to paso: Poner la otra mejilla.

Tal como veíamos en las películas antiguas cuando el protagonista era un sacerdote pensamos que la invitación de Jesús a ofrecer nuestras dos mejillas para que sean golpeados se refiere meramente al aspecto físico.
Esta enseñanza va mucho más allá e incluso nos invita a un esfuerzo todavía mayor, por tanto más santificante.

Mateo 5;38-42 Ustedes saben que se dijo: "Ojo por ojo y diente por diente." En cambio, yo les digo: No resistan a los malvados. Preséntale la mejilla izquierda al que te abofetea la derecha...

Pensamos que dejar que nos golpeen ambas mejillas resulta difícil, ya no sólo de aceptar sino también de permitir, pero este paso tiene mayor trascendencia, se trata sí, de poner nuestra cara, pero poner nuestra otra mejilla, significa responder con lo contrario al daño o agresión que recibimos.

- Tú eres ofensa, yo pongo la otra cara. Tú eres negro, yo soy blanco. Tu vienes a mí lleno de ira, mi respuesta es la calma. Tu vienes a mí con gritos, estos se estrellarán con mi serenidad. Tu me haces el mal, yo te responderé con un bien.

Esto realmente es para cristianos, para lograr esto necesitamos realmente hacernos violencia en nuestro corazón, no desquitarse es una cosa, pero devolver el mal recibido con un bien, esto si requiere de una voluntad férrea.
Llegar a este punto del perdón interior hace que la posibilidad de poner nuestra otra mejilla físicamente para que sea golpeada, resulte un juego de niños.

5to. paso: Restituir a la persona en su lugar.

Este punto es el máximo del perdón, que las relaciones vuelvan a ser como antes de la ofensa, siempre y cuando sea posible. (Ejemplo: físicamente no podrá darse si la parte ofensora a fallecido)

A la pregunta inicial: ¿Cuántas veces debemos perdonar? Jesús responde con hechos.

Jesús ama y confía en Pedro.
Mateo 16;18-19 Tú eres pedro y sobre esta piedra...
Vas a tener las llaves del reino, Serás la piedra de mi iglesia.

Sin embargo Pedro niega a Jesús.
Lucas 22 Pedro niega a Jesús 3 veces.

Aún así, Jesús perdona a Pedro y le confirma las promesas que le había hecho.
Juan 21;15-17 Pedro ¿Me amas...? "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Entonces Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas".

Esto es realmente perdonar.
Jesús no le dijo a Pedro: Te perdono, pero...
- No te saco de los doce pero te pongo al último, ya no será es primero.
- Recuerdas que serías la piedra sobre la que edificaría mi Iglesia, pues ya no será así.
- Te acuerdas de las llaves del reino, pues no te las voy a dar.

Jesús confirmó tres veces el cariño de Pedro y lo restituyó en su lugar y le confirmo las promesas, Jesús se olvidó de todo y lo perdonó.


Concluimos el Tema con una anécdota que nos ilustrará:
Cierto hombre caído en desgracia se encontraba sentado a la orilla de aquel camino pidiendo limosna a quien pasaba por ahí. Pasó entonces un hombre rico y el pobre le solicito una ayuda, pero el rico en vez de eso sólo respondió con burlas y azotando a su caballo dejó lleno de polvo a aquel hombre. Este se levantó tomó una roca de buen tamaño y se alistó para arrojarla sobre el hombre que se había mofado de él, pero, al levantarse se dio cuenta que este ya se encontraba demasiado lejos y que no lograría descargar su furia.
Pero no logró serenarse y decidió guardar en su gastado morral aquella piedra en espera de la oportunidad para desquitarse.
Y pasaron varios años y cierto día aquel pobre hombre pudo ver como la policía llevaba casi a rastras a un hombre, y pudo observar que era aquel que tiempo atrás le había causado tan enorme disgustó. Aquel hombre rico ahora había caído en desgracia y lo llevaban para ponerlo preso.
Nuestro hombre presuroso buscó en su raído morral aquella roca que había cargado ahí precisamente para esa ocasión, la encontró sin dificultad debido a su gran tamaño y empuñándola con fuerza la levantó para arrojarla sobre quien lo había ofendido.
Levantó su mano, esperó el momento en que aquella comitiva estuviera cerca de él, pero aquel tumulto pasó y este hombre no arrojó su piedra. Cuando todos pasaron, nuestro hombre bajo su brazo y dejando caer aquella pesada piedra dijo: "No, para que".


Aquel hombre había cargado su rencor por años, para darse cuenta finalmente que todo aquel tiempo había sufrido cargando un peso inútil.

Basado en el Tema: "Los pasos del Perdón"
Por: Salvador Gómez.

La cruz estéril del mal ladrón Por Pbro. Dr. Enrique Cases


¿Es conveniente la pena de muerte? En el siglo XX es un tema controvertido, se dan altos y bajos en la discusión, existen partidarios y detractores, zonas en que se aplica y zonas donde se prohíbe. En tiempos de Jesús era aceptada por todos, y aplicada con frecuencia. El derecho romano pretendía evitar las arbitrariedades de los tiranos o de autoridades venales; fijaba los procesos y los delitos. Pero, aún así el sistema penal romano era objetivamente duro.

La crucifixión era el modo escogido para aplicar la pena de muerte por ser especialmente cruento y lento. El objetivo era escarmentar a los delincuentes en cabeza ajena. El crucificado, además de sufrir mucho, sufría a la vista de todos de una manera infamante. En el Imperio romano este tipo de muerte se reservaba para los esclavos y para los criminales insignes. Cicerón lo llamaba "crudelísimo suplicio"[784].

Los clavos atravesaban las muñecas adhiriendo el cuerpo a la cruz. Al levantar la cruz todo el cuerpo quedaba pendiente de los clavos con una forzada inmovilidad. La respiración era muy difícil y se nublaba la mente al no poder tener aire puro en los pulmones. Para respirar debían erguirse sobre los clavos. Los músculos de las piernas y del estómago se contraían con calambres. La fiebre aparecía pronto, así como convulsiones y espasmos, y también las moscas, que las llagas y la sangre atraían a centenares. Y con todo, como ningún órgano vital estaba herido, aunque todos los miembros estaban en tensión, el condenado podía permanecer un día, dos, y aún más en el cruel árbol antes de que llegase la muerte.

Tal proceso era bien conocido por todos y especialmente por los condenados a la crucifixión. ¿Cuales eran sus pensamientos? Miedo y terror; existía la posibilidad de salvarse por el indulto que se solía conceder en la Pascua; pero ya había sido dado a Barrabás. El ser humano es muy complejo y sus reacciones ante las mismas situaciones no son uniformes. Saber con certeza cuanto tiempo queda de vida, sin el sedante de la enfermedad, es un suplicio no pequeño. Arrepentimiento o desesperación son los extremos en que se puede mover el condenado. Caben otras reacciones como morir con valentía sólo por motivos humanos. Pero la disyuntiva central es: o rectificar ante Dios una vida desastrosa, o morir blasfemando con lo que la muerte se convertía en puerta dolorosa para otro suplicio peor en el infierno. Los dos ladrones crucificados junto a Jesús esperarían este momento con verdadera angustia.

Jesús fue condenado a muerte con apresuramiento. Unas horas, escasamente, pasaron entre su llegada al pretorio y su salida con la Cruz a cuestas hacia el Calvario. La hora de su condena coincidió, de una manera no casual, con la del sacrificio oficial del cordero pascual que se celebraba en el Templo. Jesús era inocente y fue condenado al suplicio más infamante y humillante que existía entonces. Además no estaba solo pues con Él crucificaron a dos ladrones: uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: Y fue contado entre los malhechores [785]. Juan precisa que fue crucificado en medio[786] , como indicando que su delito era el mayor de los tres.

Era una humillación más entre las muchas que recibió El Señor. La compañía aumenta la ignominia. Esa humillación a Jesús será, sin embargo, una oportunidad preciosa para los ladrones, sólo aprovechada por uno de ellos, pero es un descrédito más de Jesús ante el pueblo. Los comienzos de la crucifixión no pudieron ser peores, pues los ladrones también le injuriaban[787]. Lucas precisa que sólo era uno el que le insultaba y el otro le recriminaba[788].

Los hechos debieron ser complejos a lo largo de aquellas horas de extraña compañía. Es de suponer que en un comienzo los dos ladrones injuriasen a todos y a todo. Después se fijarían en los insultos que los sanedritas, los sacerdotes y los escribas dirigían a Jesús y se unirían a ellos. Oyen que dicen: Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo reedificas, sálvate a tí mismo si eres Hijo de Dios y baja de la cruz[789]. Esta expresión es la que recoge uno de los ladrones ¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti y a nosotros[790].



Era como un coro de endemoniados. Aquellos insultos eran una auténtica blasfemia que condensaba todas las tentaciones que superó Jesús: cambiar la salvación del pecado por una salvación terrena. ¿Qué hubiera sucedido si Jesús accede a su petición? salvarse de aquellos dolores, retrasar la muerte, pero no se habría realizado la redención, y la Humanidad permanecería alejada de Dios. También será tema de otra meditación el contenido de esta tentación radical. Centrémonos de nuevo en el ladrón blasfemo.

Es comprensible la desesperación del condenado a muerte, pero no lo es tanto su resistencia al arrepentimiento teniendo la muerte tan cerca. Quizá sus pecados anteriores le ciegan de tal modo que le impiden recurrir a Dios en el último trance. Su cruz es una cruz estéril. Muere rebelde. Muere impenitente, desesperado, blasfemando. Está lleno de odio a todos, incluido a Dios. No sabemos si al final rectificó como su compañero, pero es muy posible que los evangelistas lo hubieran transmitido con gozo. Aquel hombre no supo morir, no quiso pedir perdón a quien podía concedérselo. Murió rebelde.

La cruz del mal ladrón es una cruz inútil. Su dolor es un dolor estéril. Su rebeldía es absurda. Vio morir a Jesús. ¡Qué diferencia!. Escuchó el arrepentimiento de su compañero de pena y de insultos, así como la extraña respuesta de Jesús que le promete el Paraíso. ¿Por qué no reflexionó entonces?. No lo sabemos. Después pudo contemplar las tinieblas que llenaron la tierra y oscurecieron totalmente la luz del sol; escucharía con sobresalto el gran grito de Cristo cuando entregó su vida y expiró. Sentiría bambolearse la cruz con el temblor de tierra que se produjo. Quizá también escuchó al centurión que se convierte al ver morir a Jesús, así como el pánico de los que le enseñaron a insultar a Cristo. Pero nada de esto le hizo reaccionar.

¿Por qué? Meditar en su muerte nos debe ayudar a evitar todo lo que pueda producir similares reacciones. Aquel hombre estaba demasiado cegado, y ya no quedaban resquicios para que entrase luz en su alma y poder así arrepentirse. La lluvia de la gracia resbaló en la dureza de su conciencia. La proximidad del divino Paciente no le ablandó sino que le irritó. Y se dejó caer en el pozo de la desesperación. No podemos olvidar que la esperanza se pierde cuando no queda ni pizca de amor en el corazón. Era un pecador obstinado. Sólo se condenan los pecadores obstinados, no los que se arrepienten con esperanza, por grandes que sean sus miserias.

Jesús refiriéndose a Judas Iscariote había dicho: Más le valiera no haber nacido[791]. Esta expresión es válida para expresar la desgracia de todo pecado cometido. También sirve para lamentar la horrible pena en que incurre el pecador obstinado, en este caso Judas el traidor. No cabe pena mayor que la pena del infierno, eterna y mucho más dolorosa y desesperante que todos los dolores de la cruz. Podía Dios quitar la posibilidad de pecar pero sólo al precio de desposeer al hombre de la libertad, y Dios lo estima como un mal mucho mayor.

Todo condenado cae en la blasfemia, como los demonios. Sabe que Dios existe y ama. Cree, pero odiando. Cuesta llegar a captar esa rebeldía consciente, pero ahí está. En el condenado se expresa el orgullo humanamente pleno y absurdo en su impotencia. Ciertamente, "más les valiera no haber nacido".

Jesús en la Ultima Cena dijo palabras consoladoras: Cuando estaba con ellos, yo los guardaba por el nombre que tú me has dado. He velado, y ninguno de ellos se ha perdido, excepto el hijo de la perdición[792]. Consuelan porque nos cuida a cada uno de los hombres en nuestras particularidades con una proximidad mayor aún que la de los Apóstoles. Sólo debemos no separarnos de esa divina protección. No ser hijos de la perdición. Dejarnos querer y saber temer las consecuencias de separarnos del Salvador del dolor, de la muerte y del pecado. Y convertir las cruces y el dolor en medios de arrepentimiento, no en ocasiones para cavar más honda la sepultura del alma.

La cruz del mal ladrón es una cruz horrible no aceptada ni aprovechada ni robada al corazón de Cristo tan sólo crucificada por su furibundo junto a Cristo sin Cristo esa oscura madera sin cara ni gloria esa cruz sin paraíso hoy mismo ni mañana ni tal vez nunca la cruz del mal ladrón maldita cruz [793].



El contraste con la bendita Cruz de Cristo, o con la cruz del arrepentimiento del buen ladrón, es tan grande, que nos llevan a considerar como posible para todo ser humano un triste final semejante al del ladrón rebelde si no somos capaces de llevar la propia cruz con amor a arrepentimiento.

Hombre, amigo, que tienes que llevar tu cruz, a pesar tuyo. Tu cruz será la misma. Vendrá sobre ti aunque no quieras. Pero tu cruz, tu vida, tendrá un sentido y un valor distinto, según el espíritu con que la lleves.

Estás condenado a muerte y no hay quien te libre de esta condena. Lo mismo acontece con los golpes que caen sobre ti a pesar tuyo.

Por mucho que hagas, no puedes ni cambiar la sentencia, ni retrasar tu ejecución. Tu deseo de vivir tiene el poder de hacerte creer que es largo el tiempo corto, y que es incierta tu muerte segura.

Vivir no es tan necesario como amar.

Te tienes por prudente y no niego que lo seas, ¿pero cómo es posible que seas tan ciego y vivas tan de espaldas a la realidad de tu muerte? ¡Qué empeño de apegarte a la tierra y engañarte, engañando a otros, de que ésta es la vida! Y sólo consigues ser un hombre más, de los que han pasado inútilmente por la tierra, gastando su tiempo en el deseo imposible de quedarse.

¡Abrázate a la cruz!

Que solamente una vez se vive.

Decídete por la cruz. Y llévala como Cristo la llevó

martes, 10 de marzo de 2009

Viviendo la Cuaresma


Durante este tiempo especial de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal.
Ante todo, la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios. En la oración, si el creyente ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia divina penetre su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre la oración del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).

Asimismo, también debemos intensificar la escucha y la meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo la práctica del ayuno, según las posibilidades de cada uno.
La mortificación y la renuncia en las circunstancias ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir el espíritu de Cuaresma. No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias, sino más bien, de saber ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que nos son molestas, de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos que se nos presentan a diario. De la misma manera, el saber renunciar a ciertas cosas legítimas nos ayuda a vivir el desapego y desprendimiento.

De entre las distintas prácticas cuaresmales que nos propone la Iglesia, Ia vivencia de Ia caridad ocupa un lugar especial. Así nos lo recuerda San León Magno: "Estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante al ejercicio de Ia caridad; si deseamos Ilegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialisimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en si a las demás y cubre multitud de pecados".

Esta vivencia de la caridad debemos vivirla de manera especial con aquél a quien tenemos más cerca, en el ambiente concreto en el que nos movemos. Así, vamos construyendo en el otro "el bien más precioso y efectivo, que es el de Ia coherencia con la propia vocación cristiana" (Juan Pablo II).

Cómo vivir la Cuaresma

1. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome.

Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Éste es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de la Iglesia para poder hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para estructurar tu confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo.

2. Luchando por cambiar.

Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de un escalón en un escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser realista, práctico y concreto para poderlo cumplir.

3. Haciendo sacrificios.

La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa "hacer sagrado". Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio.

4. Haciendo oración.

Aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para Cuaresma. Puedes leer en la Biblia pasajes relacionados con la Cuaresma.

Y ahora, como en otro rollo, voy a dar unos puntos importantes para vivir la cuaresma, nada más que los míos son 19:

1. Procura ser amable con las personas con quienes convives.

2. Haz un esfuerzo por dialogar en familia sobre aquellos asuntos que convienen al espíritu familiar.

3. Sé atento con tus semejantes. y si conduces, hazlo cristianamente.

4. Recorta las horas de T. V. y amplia las de reflexión y oración.

5. Haz alguna lectura que te ayude a profundizar tu fe.

6. Controla tus apetitos: dulces, refrescos, tabaco, y sé más libre.

7. Dedica algún tiempo diario a la lectura de la Palabra de Dios.

8. Lucha contra el malhumor y la tristeza. Saborea lo bello de la vida.

9. Presta mayor atención a las personas que a las cosas. En especial quienes más lo necesitan: ancianos, necesitados. Trátalos con cariño.

10. Comparte tu dinero un poco más con otros que tienen menos, a costa de caprichos, chucherías, aperitivos, etc, etc.

11. Mejora en el trabajo, consciente de tu ideal cristiano.

12. Cuida la naturaleza como don de Dios, evitando todo desorden.

13. Evita la crítica negativa, viendo y hablando de lo positivo que puedes descubrir en cada semejante.

14. Disminuye el consumo de alcohol y si alguien cercano se excede, ayúdale a planteárselo e intentar superar el vicio.

15. Fomenta la paz a tu alrededor. Prescinde de enfados, violencias, malos modales, groserías, insultos, etc.

16.
Participa más en los actos y celebraciones de la Comunidad y de los Sacramentos.

17. Di la verdad. Habla claro, sin hipocresías ni mentiras.

18. Intenta hacer felices a los tuyos, con tus de talles y cariños.

19. Haz un propósito concreto, signo principal de tu ejercicio cuaresmal, de tu primera atención; y participa en todas las celebraciones de Cuaresma y Pascua.

HORA SANTA PASOS PARA LA PROSPERIDAD # 1

  HORA SANTA PASOS PARA LA PROSPERIDAD # 1   Queridos hermanos y hermanas, estamos reunidos esta noche en Presencia de Jesús Eucarist...