sábado, 31 de enero de 2009

HORA SANTA Para pedir por la vocación del catequista.

1. Oración Inicial.

Señor mío Jesucristo, que por el amor que tienes a los hombres estás de noche y de día en este Sacramento, lleno de piedad y de amor. Esperando... llamando... y recibiendo a cuantos vienen a visitarte. Creo realmente que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todos los dones que me has hecho, especialmente por haberme dado en este Sacramento tu cuerpo, sangre, alma, y divinidad; por haberme dado como abogada a tu Santísima Madre, la siempre Virgen, María, y por haberme llamado a visitarte en este santo lugar.

Canto: Entra en la presencia.

2. Amame como eres.

Conozco tu miseria, las luchas y las tribulaciones de tu alma, las deficiencias y las enfermedades de tu cuerpo; sé de tu pequeñez, de tus pecados, y aún así te pido: Dame tu corazón, ámame como eres.
Si esperas ser un ángel para abandonarte al amor, no amarás nunca. Aún si eres mezquino en la práctica del deber y de la virtud, si vuelves a caer a menudo en aquellas culpas que quisieras no cometer más, no te permito que no me ames. Al contrario, ámame como eres.
En cada instante y en cualquier situación que te encuentres, en el fervor o en la aridez, en la fidelidad o en la infidelidad, ámame como eres. Quiero el amor de tu pobre corazón; si esperas ser perfecto, no me amarás nunca. ¿Acaso no podría Yo hacer de cada granito de arena un serafín radiante de pureza, nobleza y amor? ¿Acaso no soy Yo el Omnipotente? Y si me gusta dejar en la nada a aquellos seres maravillosos y preferir el pobre amor de tu corazón, ¿No soy dueño de mi amor?
Hijo mío, deja que te ame, quiero tu corazón. Ciertamente que deseo con el tiempo transformarte, pero por ahora te amo tal y como eres. Y deseo que tú hagas lo mismo; Yo quiero ver surgir el amor desde lo más bajo de tu miseria. Amo en ti incluso tu debilidad; amo el amor de los pobres y de los miserables; quiero que desde los harapos se eleve continuamente un gran grito: “Jesús, te amo”.
Quiero únicamente el canto de tu corazón, no necesito tu ciencia, ni tu talento. Una sola cosa me importa, verte trabajar con amor. No son las virtudes lo que Yo deseo; si te las diera, eres tan débil, que alimentaría tu amor propio; no te preocupes por eso. Habría podido destinarte a grandes cosas; pero no, serías el siervo inútil. Te quitaré hasta lo poco que tienes porque te he creado sólo para el amor. Hoy estoy ante la puerta de tu corazón como un mendigo, ¡Yo, rey de reyes, llamo y espero, apresúrate a abrirme! No alegues tu miseria; si conocieras totalmente tu indigencia, morirías de dolor. Lo que heriría mi corazón sería verte dudar de mí y que no me tuvieras confianza.
Quiero que pienses en mi cada hora del día y de la noche; quiero que hagas la acción más insignificante sólo por amor. Cuento contigo para darme alegría.
No te preocupes por no poseer virtudes; te daré las mías. Cuando tengas que sufrir, te daré fortaleza. Me has dado tu amor, te daré el saber amar más allá de cuanto puedas soñar; pero recuerda... ámame como eres. Te he dado a mi Madre, haz pasar todo por su corazón purísimo, cualquier cosa que suceda. No esperes a ser santo para abandonarte al amor o no me amarías nunca.

Canto: Abandónate a mí.

3. Jesús es el Señor.

La vida del hombre sobre la tierra es dolorosa. Nadie es plenamente feliz. Nadie obtiene lo que desea. Nadie es perfecto. Nuestras limitaciones nos hacen sufrir. Nuestras enfermedades nos hacen sufrir. Nuestros semejantes, incluso nuestros seres queridos, nos hacen sufrir.
Vivimos en un mundo de miedo, en el que la violencia esta a la orden del día. Vivimos en un mundo de pecado, en el que ya no se distingue entre el bien y el mal. Sentimos un vacío en nuestras vidas por la falta de amor y comprensión.
La soledad, la tristeza, la angustia e incluso la desesperación nos agobian. Con frecuencia la vida nos parece absurda y sin sentido y nos justificamos fácilmente, echando la culpa a nuestra mala suerte o a la maldad de los demás. Y, a veces, incluso llegamos al extremo de querer solucionar nuestras enfermedades y problemas con el suicidio. Todo nos parece oscuridad y maldad a nuestro alrededor, como si no hubiera salida para nosotros.
Pero, he ahí, que en la oscuridad de este abismo sin salida aparece una luz: Jesucristo, la luz del mundo. El viene a darnos la esperanza, El nos enseña el camino de la verdad y de la felicidad, El nos habla del amor de un Dios bueno y poderoso. El nos trae la liberación y la salvación. El nos habla de paz, de luz y de vida. Por eso digamos con confianza:
Yo te adoro, OH Dios mío, con la sumisión que me inspira la presencia de tu soberana grandeza. Creo en ti porque eres la verdad misma, espero en ti porque eres infinitamente bueno, te amo con todo mi corazón, porque eres soberanamente amable, y amo a mi prójimo como a mí mismo, por tu amor, no por mérito propio.
Dios mío venimos con toda confianza a dirigirte nuestras oraciones en común, los unos por los otros, porque todos formamos juntos una sola familia, ante tus ojos. Concédenos la gracia de amarnos como hermanos, esparce tus más abundantes beneficios sobre aquellos a quienes amamos, ya estén aquí o lejos de nosotros. Haz que los padres y las madres sean bendecidos de sus hijos y les den en todo buen ejemplo; Que los hijos sean sumisos y reconocidos con sus padres; que los amos velen con bondad de sus criados, y que éstos sean fieles a sus amos.
Que toda división, toda envidia, todo rencor, sean desterrados de nosotros. Que nuestra casa sea hospitalaria, que nuestras manos estén siempre abiertas para dar y que nuestro corazón esté siempre dispuesto a compadecer y a perdonar.
Haz que cesen todos los escándalos sociales, y que vuelva a reinar la modestia, el pudor y la pureza de costumbres, en los hogares cristianos.
No olvides, OH Dios mío, a aquellos de entre tus hijos a quienes oprime la miseria y el dolor, a aquellos que viajan lejos del hogar y de su familia; a aquellos que languidecen sobre el lecho del sufrimiento; y a quienes toca ya su última hora y cuya alma debe comparecer muy pronto ante ti.
Esparce tu divina luz sobre todo aquél que no te conoce, sobre tanto hereje que esta fuera de tu Iglesia, sobre todo pecador que vive alejado de tu gracia.
Una súplica especialísima, Señor, por el clero, a fin de que encendidos todos los sacerdotes en el fuego de tu amor, abunden en castidad y en celo para ganarte muchas almas.
Compadécete, Señor, de nuestra patria; haz que reconozca sus errores y sus vicios, que vuelva a ti, que busque en ti el alivio de sus males; que en ti hallé su consuelo, su esperanza y su salvación. Olvídate, Señor, de sus pecados y acuérdate únicamente de tu gran misericordia.
Dios de bondad, ten compasión de las almas que sufren en el purgatorio, libra la de nuestros padres, de nuestros hermanos, de nuestros amigos; de todos aquellos cuya memoria será siempre querida, así como de la de aquellos de quien nadie se acuerda aquí en la tierra y por la de los que no se te dirigen oraciones. Amén.

Canto: Tal como soy.

4. Sal y luz del mundo. Mt. 5, 13-16.

“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal deja de ser sal, ¿Cómo podrá ser salada de nuevo? Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera y es pisoteada por la gente.
Ustedes son la luz del mundo: ¿Cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte?
Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón; la ponen más bien sobre un candelero, y alumbrará a todos los que estén en la casa.
Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean sus buenas obras, y por ello den gloria al padre de ustedes que está en los cielos.”

Es preciso que la luz de Cristo brille en nosotros, que seamos luz para los demás. Ese es el llamado y la exigencia principal de nuestro ministerio. Pidamos pues al Señor que nunca nos apaguemos ni permitamos que nuestras debilidades humanas nos hagan apartar del camino a nuestros hermanos. Que Dios derrame el fuego de su Espíritu Santo en nosotros y nos encienda con una luz inextinguible.

(Nota: en este momento se reparten las velas.)

Canto: Enciende una luz.

HORA SANTA

12 Pasos para una Hora Santa.

1. Alabanzas festivas al Señor.


2. Cantos varios al Señor.


3. Batalla espiritual. Leer Efesios 6.


4. Momento de entrega. Abandono en el Amor del Señor. Leer Apocalipsis 3, 20.


5. Invocación al Espíritu Santo.


6. Arrepentimiento. Disponer nuestro corazón.


7. Perdón. Hacer un examen de conciencia. Leer Marcos 11, 25.


8. Reflexión sobre alguna cita bíblica.


9. Oración en silencio. Escuchar a Dios.


10. Intercesión. Orar por la humanidad. Leer 1 Timoteo 2, 1.


11. Peticiones. Orar por nuestras necesidades. Leer Hebreos 4, 16.


12. Acción de Gracias. Es Dios quien nos da la vida, démosle gracias.

viernes, 30 de enero de 2009

LA CONFESIÓN

Dios entregó a su propio Hijo a la muerte para salvar a los hombres pecadores y reconciliarlos con Él. La iglesia, cumple la misión de perdonar los pecados.

- En el Bautismo se perdona todos los pecados.

- Cuando pecamos, en el sacramento de la penitencia Dios nos perdona. Nos reconciliamos con Dios.

PARTES DEL SACRAMENTO:

Examen de conciencia.

Es reflexionar que hemos hecho para apartarnos de Dios. Momento en el que reconocemos nuestros pecados.

Dolor de los pecados.

También se llama contrición, consiste en el arrepentimiento de haber pecado. Nos damos cuenta de que nos hemos desviado del camino que nos lleva a Él. Y que Dios nos ha amado mucho y no se merece que pequemos. Por eso nos sentimos tristes.

Propósito de la enmienda.

Es cuando no queremos el pecado, lo rechazamos porque queremos ser buenos y hacer lo que Dios quiere. Es luchar por ser mejor.

Confesión de los pecados.

Es decirle al ministro de Jesús (Sacerdote) los pecados para recibir el perdón de Dios. Con sinceridad y confianza. En la parábola del hijo pródigo refleja este momento.

Oveja perdida Mt 18, 12-14.

Absolución

Es el momento más importante de la confesión.

La fórmula que se utiliza es:

Dios Padre bueno que reconcilió consigo al mundo por la muerte y resurrección de su Hijo, y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados te conceda por el ministerio de la Iglesia el perdón y la paz, yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. AMEN.

Penitencia

Son las obras que el Sacerdote propone al que se ha confesado. Que sirve para agradecerle a Dios el perdón y también manifestación seria de enmendar la conducta y de hacerse convertido.


Cuando pecamos nos ensuciamos a nosotros y también a la Iglesia porque somos miembros de ellas.

Cuando nos vamos a confesar lo tenemos que hacer con alegría siempre.

Jesucristo dijo:

“TUS PECADOS ESTÁN PERDONADOS, VETE EN PAZ”

“PERDONAD Y SEREIS PERDONADOS”


Primera carta de San Juan 1, 8-10 –Si decimos que no hemos pecado…

ORACIONES DEL CATECISMO

LOS 10 MANDAMIENTOS



Amarás a Dios sobre todas las cosas.
No tomarás el nombre de Dios en vano.
Santificarás las fiestas.
Honrarás a tu padre y a tu madre.
No matarás.
Nocometerás actos impuros.
No hurtarás.
No dirás falso testimonio ni mentirás.
No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
No codiciarás los bienes ajenos.
LOS MANDAMIENTOS DE LA
DE LA SANTA MADRE IGLESIA
Oir,Misa entera todos los domingos
y fiestas de guardar.
Confesar los pecados mortales al
menos una vez al año y en peligro
de muerte y si se ha de comulgar
Comulgar por pascua de resurreción.
Ayunar y abstenerse de comer carne
cuando lo mande la Santa Madre Iglesia
Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.
EL AVE MARIA

Dios te salve, Maria;
llena eres de gracia;
el señor es contigo;
Bendita tú eres entre todas
las mujeres , y bendito
es el fruto de tu vientre,Jesús.
Santa Maria, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra
muerte,
Amén.
GLORIA


Gloria al Padre
y al hijo y al
Espíritu Santo.
Como era en el
principio
ahora y siempre,
por los siglos
de los siglos.
Amén

LOS SACRAMENTOS


Bautismo.
Confirmación.
Penitencia.
Eucaristia.
Unción de
los enfermos.
Orden Sacerdotal
Matrimonio.



LOS PECADOS CAPITALES




Soberbia
Avaricia
Lujuria
Ira
Gula
Envidia
Pereza


EL CREDO

Creo en DIOS PADRE todopoderoso.
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en jesucristo, su único hijo, nuestro señor;
que fue concebido por obra y gracia
del ESPIRITU SANTO,
nació de Santa Maria Virgen;
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado;
descendió a los infiernos,
al tercer dia resucitó de entre los muertos;
subió a los cielos y esta sentado a la
diestra del padre;
desde alli ha de venir a juzgar
a los vivos y a los muertos.
Creo en el ESPIRITU SANTO;
la Santa Iglesia Católica,
el perdon de los pecados;
la resirrección de la carne;
y la vida eterna.
Amén. LA SALVE


Dios te salve, Reina y Madre
de Misericordia, vida, dulzura
y esperanza nuestra; Dios te salve.
A Ti llamamos los desterrados hijos
de Eva;
A Ti suspiramos, gimiendo y
llorando, en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora,abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos
tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen Maria!
ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén. EL PADRENUESTRO



Padre nuestro que
estas en los cielos
santificado sea tu nombre
venga a nosotros tu reino
hágase tu voluntad
aqui en la tierra
como en el cielo
dános hoy nuestro pan
de cada dia
perdona nuestras ofensas,
como tambien
perdonamos a los
que nos ofenden
no nos dejes de caer
en la tentación
y libranos del mal.
Amen.

jueves, 29 de enero de 2009

LA SANTA BIBLIA

LA SAGRADA BIBLIA





A.- ¿QUE ES LA BIBLIA?



1. La Biblia es un libro que contiene la Palabra de Dios, escrita para nuestra salvación. La palabra Biblia, es una palabra griega que significa " Libros".



2. Nosotros, generalmente no la llamamos "La Biblia ", sino que le damos otros nombres que expresan la naturaleza de este libro, la fe de la Iglesia y la reverencia con que lo trata.



Estos son algunos de estos nombres:

LIBROS SANTOS, LAS ESCRITURAS, LA ESCRITURA, SANTAS ESCRITURAS, SAGRADAS LETRAS, LIBRO SAGRADO.



3. La Sagrada Escritura está dividida en dos grandes partes:

ANTIGUO TESTAMENTO Y NUEVO TESTAMENTO



4. Aquí la palabra "Testamento " no significa la disposición que hace de sus bienes una persona de antes de morir. Aquí significa Alianza o Pacto.

Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, no significan en primer lugar dos colecciones de libros, sino que expresan dos etapas de la historia de la salvación:



a. El Antiguo Testamento es "etapa de preparación", tiene su centro en la alianza pactada en el monte Sinaí con Israel, por mediación de Moisés.

Contiene todos los escritos que nos narran todo aquello que sucedió en la historia de la salvación, antes de la venida de Jesucristo.

b. El Nuevo Testamento es la "etapa de plenitud". Tiene su centro en la Nueva y eterna Alianza pactada con la humanidad por medio de Jesucristo en el calvario.

Contiene la obra de salvación realizada por Jesucristo y la obra y la predicación apostólica.



c. La Biblia está conformada por 73 libros:

El antiguo testamento está compuesto por 46 libros que se pueden clasificar en tres géneros literarios: Libros históricos 21, Libros didácticos 7, y Libros proféticos 18.

El antiguo testamento está compuesto por 27 libros que igualmente se pueden clasificar en tres géneros: Libros históricos 5, Libros didácticos 21, y Libros proféticos 1.



Las Biblias protestantes sólo tienen 66 libros pues no aceptan como inspirados los siete libros que nosotros llamamos Deuterocanónicos.





B. LA REVELACION DIVINA



1. Revelar, significa: Quitar el velo que cubre algo desconocido. Dar a conocer algo que estaba en secreto.

Aquí hablamos de la Revelación Divina, es decir, nos referimos a todas aquellas palabras y acciones, por las cuales Dios se nos ha dado a conocer.



2. ¿Que es lo que Dios nos revela?



a. En primer lugar El mismo se nos da a conocer, nos da a conocer su Santo Nombre (Exodo 3;13-15), es decir, su propia personalidad.



b. Nos abre su corazón expresándonos sus deseos y su voluntad, sus planes y designios de salvación.



c. Nos da a conocer el camino que nos conduce a la salvación, es decir, hasta El mismo.



3. ¿Cómo se revela Dios?

La Revelación divina se lleva acabó a través de obras y palabras íntimamente ligadas. Así las obras que Dios realiza en la historia, manifiestan y confirman lo que su Palabra anuncia; y a su vez, las palabras proclaman que las obras y explicar su sentido profundo.



4. ¿Cómo se transmitió la Revelación Divina?

Esta revelación divina se transmite de dos maneras: Primero por LA TRADICIÓN ORAL, después quedó consignada por escrito en la Santa Biblia.



a. La Tradición Oral

La palabra de Dios, antes de transmitirse por escrito, se transmitió oralmente, es decir, de viva voz, antes de quedar guardaba en un Libro, quedo guardaba en el corazón del pueblo de Dios. Así sucedió, tanto con el Antiguo Testamento como con el Nuevo Testamento.



b. La Palabra de Dios se escribe.

Quiso Dios en su infinita bondad y sabiduría que su Palabra, grabada ya en el corazón y en la vida de su pueblo, quedara consignada por escrito como un testimonio perenne de su amor y su fidelidad, como la expresión escrita de su voluntad.



1. ¿Quién escribió la Biblia?

La Biblia, aunque es palabra de Dios, fue puesta por escrito por autores humanos, que usaron todas sus facultades y cualidades para escribir la Santa Biblia bajo la inspiración del Espíritu Santo. A estos escritores humanos les llamamos HAGIOGRAFOS o Escritores Sagrados.

Cómo vimos antes la Biblia no es un libro, sino una colección de 73 libros. Con esto ya podemos saber que no fue una sola persona quién escribió la Biblia, sino varias.



En el tiempo en que se escribió la Biblia, no se le daba tanta importancia al autor, la literatura solía ser anónima; las composiciones, orales o escritas pertenecían a la comunidad, no al individuo. Esto hace muy difícil que podamos saber quiénes son los autores que escribieron la Biblia, sobre todo del Antiguo Testamento. De manera muy sencilla podemos decir que del Nuevo Testamento nos quedaremos con los nombres de los autores que tradicionalmente se reconocen como escritores de los libros.

Pero no olvidemos que el Autor de las Escrituras es Dios mismo.



2. Materiales de escritura.

La Biblia se escribió usando los materiales de escritura de aquella época. La Biblia fue escrita en Papiro y Pergamino.

El papiro, era usado en Egipto desde el año 3000 a.C.. Es una planta acuática cultivada en estanques que todo el antiguo Egipto. Con la fibra interior de su caña se hacían tiras de " papel " de unos 36 cms. de largo por 25 cms. de ancho, pegadas una sobre otra con almidón, hasta hacer hojas de papel blanco que duraban bastante tiempo.



El pergamino era un material más caro y más durable. Se usaban para su elaboración pieles de ternera, oveja o cabra.



La tinta con que escribían se hacía mezclando hollín y aceite con una sustancia mucilaginosa que producía una tinta bastante durable.

Estos escritos se conservaban en rollos cosiendo las hojas de papiro o pergamino unas con otras, hasta formar largas tiras que luego se enrollaban para facilitar su lectura y guardarse.



3. ¿Dónde se escribió la Biblia?

La Biblia no se escribió en un solo lugar, ni siquiera en un solo país. Podemos decir que la mayoría de los libros bíblicos del A.T. fueron escritos en Palestina y quizá algunos en Egipto. Los del N.T. algunos se escribieron en Palestina, en Asia Menor, en Grecia, y Macedonia.



4. ¿Cuándo se escribió la Biblia?

La composición del A.T. empezó alrededor del año 1000 a.C. y se terminó alrededor del año 50 a.C. con el libro de la Sabiduría.

El N.T. se empezó a escribir alrededor del año 50 d.C. y se terminó el año 100 o 150 d.C. de tal manera que para escribir la Biblia como la tenemos ahora, duraron para escribirla alrededor de 1150 años.



5. Las lenguas bíblicas

El A.T. fue escrito en Hebreo, excepto los libros de Sabiduría y II Macabeos que fueron escritos en Griego, fueron escritos también en griego las adiciones deuterocanónicas de los libros de Esther y Daniel y unos pequeños pasajes en Arameo.

El N.T. fue escrito todo en griego.



C. INSPIRACIÓN

La Iglesia, enseñada por el Espíritu Santo, siempre ha creído que la Biblia es verdaderamente Palabra de Dios.



Veamos como expresa la Iglesia esta fe:

"La Revelación que la Sagrada Escritura contiene y ofrece, ha sido escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo. La Santa Madre Iglesia, fiel a la fe de los apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo testamento, con todas sus partes, son Sagrados y canónicos, porque fueron escritos por inspiración del Espíritu Santo (vea Juan 20;31, 2Timoteo 3;16) y Dios es el Autor.

En la composición de los Libros sagrados, Dios evadió de hombres elegidos, que usaban todas sus facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores pusieron por escrito aquello y sólo aquello de Dios quería. (D.V. 11)



Tanto el antiguo Israel como la Iglesia, ha tenido siempre la firme convicción de poseer unas Escrituras sagradas en la que escuchan la Palabra de Dios y son la Regla Suprema de su Fe y de su conducta.



1. ¿Que es la Inspiración?

a. Es la acción que Espíritu Santo ha ejercido en los Escritores sagrados, para impulsarlos a escribir bajo su influencia directa y guiándolos constantemente mientras escriben, para que pongan por escrito aquella verdad que Dios quiere comunicar para nuestra salvación.



b. Influjo especial del Espíritu Santo que impulsa a los autores bíblicos a escribir, bajo su influencia directa y guiándolos constantemente mientras escriben (1Corintios 2;13), de tal forma que lo que escriben es la autorizada Palabra de Dios con plena cualidad de revelación divina.



2. El canon de las escrituras.

La palabra "canon ", significa: Regla, medida, norma.

Cuando hablamos del Canon de las Escrituras, estamos diciendo, en primer lugar que Las Sagradas Escrituras son "la norma suprema de nuestra fe y de nuestra conducta", tal como nos lo ha enseñado siempre la Iglesia.



El segundo sentido de la palabra Canon es: La lista oficial de los libros que la Iglesia ha reconocido como inspirados. En este sentido vamos a estudiar el " Canon de las Escrituras ".



3. ¿Que es el Canon de las escrituras?

Es la lista o colección, regulada por la Tradición y la autoridad de la Iglesia, de los libros, que por tener un origen divino y una autoridad infalible contiene o forman ellos mismos la regla de la Verdad inspirada por Dios para la instrucción de los hombres.

Cuando decimos que un libro es Canónico, estamos diciendo que la Iglesia lo ha reconocido oficialmente como INSPIRADO POR DIOS.



El pueblo de Dios, guiado por el Espíritu Santo, fue aprendiendo a reconocer aquellos escritos inspirados por Dios y a distinguirlos de otros escritos religiosos que pretendían pasar como inspirados sin serlo.

Recuerdo de nuevo que la Biblia no es un libro, sino una colección de libros que la Iglesia reconoce como inspirados por el Espíritu Santo. Tuvo que pasar un tiempo de experimentación y análisis para que el Pueblo de Dios los reconociera como inspirados.



4. La Verdad de las escrituras

Si decimos que la Biblia es la Palabra de Dios porque en ella está consignada por escrito la Divina Revelación, entonces surge una consecuencia fundamental: en la Biblia está contenida aquella Verdad que Dios quiso revelarnos para nuestra salvación, de tal manera que la Santa Biblia no puede contener ningún error o mentira. Así nos lo dice la Iglesia:

"Como todo lo que afirman los Hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el Espíritu Santo, entonces se sigue que los Libros Sagrados ENSEÑAN SÓLIDAMENTE, FIELMENTE Y SIN ERROR LA VERDAD QUE DIOS HIZO CONSIGNAR EN DICHOS LIBROS PARA SALVACION NUESTRA. Toda la escritura, inspirada por Dios es útil para enseñar, reprender, corregir, instruir en la justicia; para que el hombre de Dios esté en forma, equipado para toda obra buena". (D.V. 11)



5. ¿Cómo encontrar en la Biblia esta Verdad?.

Es cierto que en la Santa Biblia está consignada aquella Verdad que nos salva y debemos buscarla allí. Pero es igualmente cierto que está Verdad puede ser interpretada mal, ya sea por ignorancia, por defender posiciones personales o de un grupo, o por abierta malicia. Y es tan grave está incorrecta interpretación de la Biblia que puede llevarnos a la perdición (2a. Pedro 3;16).

Por eso es necesario tener claros algunos criterios para hacer una lectura sana de la Biblia. Vamos a ver algunos que son fundamentales.



1er. Criterio: La Verdad que está en TODA la Escritura.

La verdad está contenida en la Santa Biblia, reside en la totalidad de la Escritura y no en los textos aislados.

Aunque la Biblia es una colección de 73 libros, tienen entre ellos una perfecta y maravillosa unidad y armonía que nos hace ver que aunque son muchos, todos tienen un mismo origen: Dios.

En el conjunto total de las Escrituras está la verdad que no lleva a la salvación y ningún texto o libro de la Escritura puede ser entendido aisladamente, sino que debe ser cotejado y descifrado a la luz del conjunto, del mensaje total del Antiguo y Nuevo Testamento.



2o. Criterio: La Revelación Divina es progresiva.

Dios se fue revelado poco a poco, PROGRESIVAMENTE, con una pedagogía, como un verdadero Maestro que va enseñando la ciencia que la medida en que el alumno va siendo capaz de entender.

El Antiguo Testamento, es revelación divina, pero como preparación, como promesa, como profecía, como sombra y figura de lo que habría de venir. (Hebreos 8;5)

En el Nuevo Testamento está la plenitud de la Revelación Divina. En él, Dios nos habla por medio de su Verbo hecho carne (Juan 1;1-14)



Estos criterios son muy importantes. La clave para entender toda la Biblia es Cristo Jesús. Toda la Biblia, la Ley, los Profetas y los Salmos hablar de Jesús, el Antiguo y el Nuevo Testamento giran en torno a El y hacia El se orienta toda la Revelación divina.



3er. Criterio: Leer la Biblia con la Iglesia.

"Pero ante todo, tengan presente QUE NINGUNA PROFECIA DE LA ESCRITURA PUEDE INTERPRETARSE POR CUENTA PROPIA; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo han hablado de parte de Dios" (2Pedro 1;20)



Jesucristo confió a su Iglesia la tarea de ENSEÑAR y de prometió su asistencia permanente (Mateo 28;19).



Debemos leer las Escrituras en comunión con la Iglesia, asidos firmemente al bastón Pastoral del Papa y los Obispos.



D. LAS VERSIONES

Llamamos "VERSIONES" a las traducciones de los libros bíblicos que se han hecho a lo largo de los siglos a los diferentes idiomas. Cada traducción es una "Versión".



1. Los manuscritos originales. De los manuscritos originales de la Biblia, es decir los escritos por la misma mano del autor, no existe ninguno, ni del A.T. ni del N.T. sólo copias muy antiguas.



2. Versiones que Español. Se han hecho muchas Versiones de la Biblia español. Tanto de la Biblia completa como del A.T. solo o del N.T. solo.



Veamos un poco de la historia de estas Versiones de la Biblia español fijándonos sólo en las más importantes y conocidas.



a. La Septuaginta: Es una traducción de las Escrituras Hebreas del A.T. al griego, hecha entre los años 250 y 150 a.C.



b. La Vulgata: Es la Biblia completa traducida de las lenguas originales, hebreo y griego al latín por San Jerónimo. Fue terminada cerca del año 400 d.C.



c. El Texto Masorético: Una edición del texto hebreo del A.T., desarrollada por judíos eruditos del año 500 al 950 d.C.. Fueron introducidos los puntos que hacen de vocales que el texto hebreo consonántico. "MASORA" significa "TRADICION".



Las Versiones Españolas



d. La Biblia Alfonsina: Hecha en 1260, esa primera versión castellana de que tenemos noticia. Contiene todo el A.T. traducido al español de la Vulgata de San Jerónimo. Fue hecha por orden del rey Alfonso X.



e. Biblia de Quiroga: El cardenal Quiroga tradujo de la Vulgata el A.T. en 1527.



f. La Biblia de Scio: Traducida de la Vulgata Latina al español por Felipe Scio de San Miguel.



g. Torres Amat: Traducida de la Vulgata Latina al español por Felix Torres Amat en 1825.



Versión Protestante.



h. La Biblia del Oso: Hecha en 1569 por el protestante Casiodoro de Reina. Es la primera traducción hecha al español de la Biblia completa, A.T. y N.T. traducida directamente de las lenguas originales. Se llama " del oso " porque en su portada aparece un oso que con deleite, come la miel de un panal, fiel emblema del creyente y la Palabra.

Esta Versión fue revisada por Cipriano de Valera, por lo que posteriormente fue conocida como la Versión Reina-Valera, y a sido desde entonces la versión referida de las comunidades protestantes de habla hispana.

La Biblia del OSO si contiene los Libros Deuterocanónicos.



Las Versiones Católicas modernas (en español)



i. Nacar-Colunga: En 1943 se inicia una nueva época en las versiones católicas de la Biblia. Eloíno Nácar y Alberto Colunga hacen una traducción de la Biblia al español, pero ya no de la Vulgata Latina, sino directamente de las lenguas originales.

Está versión que apareció en 1944 y de aquí en adelante sólo se harán Versiones al español traducidas de las lenguas originales.



j. Bover-Cantera: Hecha en España en 1947 también traducida de las lenguas originales.



k. Straubinger: Traducida de los originales por el obispo Straubinger. Tiene la característica especialísima de haber sido hecha y editada en Argentina en 1952. Contiene hermosos comentarios sobre todo de los Santos Padres. Fue la primera versión que se hizo en América.



l. La Biblia de Jerusalén: Apareció en 1967. Está es una versión de grandes méritos. Magnífico instrumento para el estudio de la Biblia.



m. La Biblia Latinoamericana: Apareció en 1972. Está pensada especialmente para las comunidades cristianas de América Latina, utiliza un lenguaje popular y sencillo adaptado al español que hablamos los latinoamericanos. Contiene valiosos comentarios que orientan para la lectura bíblica.



n. La Nueva Biblia Española: Realizada en 1976. Traducción hecha por Luis Alonso Shokel y Juan Mateos. Hecha con mucho cuidado sobre todo en el aspecto literario, lo cual facilita mucho su lectura.



Versión Ecuménica.



o. La Versión Popular "Dios Habla Hoy": Apareció en 1979, Versión hecha por eruditos católicos y protestantes, por iniciativa de "Las Sociedades Bíblicas Unidas" y aprobada para el uso de los católicos en 1979.



Extractado de: "Introducción a la Biblia"

de: Escuela Bíblica Católica.

SESION DE CATECISMO

¿CÓMO PREPARAR UNA CATEQUESIS?

A todos nos ha ocurrido que, al llegar al grupo de catequesis, de repente nos tiemblan las piernas, no nos sale la voz, se nos olvida lo que queríamos decir, etc., son pequeñas cosas que no deben desmotivarnos. Dar una catequesis es menos complicado de lo que parece.
Iniciar a los demás a la vida cristiana ha sido una práctica de la Iglesia a lo largo de toda su historia y han sido, en la mayoría de los casos, cristianos sencillos, los que han comunicado a otros la fe recibida, de manera competente y fructífera. Así que no te desanimes, todos estamos llamados a catequizar siendo humildes, sencillos y poniéndonos al servicio del Señor, confiando en que es Él quien hace crecer la semilla que plantamos.



Para dar una catequesis existen muchos métodos, sería demasiado extenso describir todos ellos. Para unificar un poco la metodología del catequista salesiano, a continuación encontrarás algunos criterios que seguramente serán útiles.
Preparar una catequesis es, ante todo, no improvisar:
¿Qué tema toca hoy? ¡Ah, sí, ya me acordé! , y empezamos a titubear y decir lo primero que se nos ocurre del tema.
Preparar tampoco es precipitar: una lectura rápida del texto cinco minutos antes, un ir pensando alguna actividad mientras voy de camino hacia la catequesis, la preocupación de lo que me pasó horas antes, llegar al grupo con el tiempo justo y, ¡Bueno, ya me voy!, hasta la próxima.

Preparar una catequesis requiere TIEMPO, DEDICACIÓN,ENTREGA,COMPROMISO, SINCERIDAD para reconocer mis limitaciones de todo tipo.

Criterios para la preparación de una catequesis:

1 Empezar por la experiencia del Catequizando:

Debemos sensibilizarnos con la experiencia personal, humana del catequizando (o del grupo de catequesis): la vida concreta que está viviendo y que tiene importancia para él y por lo tanto para mí: ¿qué le afecta?,¿ qué le impacta?
No se trata de partir de la experiencia personal del catequista.
Es importante conocer también el marco socio-económico y cultural en el que se desarrolla el catequizando. No podemos hacer una catequesis olvidándonos de estas situaciones reales por las que pasa el catequizando.

El estudio de las características sociales, culturales, políticas, debemos hacerlo en los lugares que frecuenta al catequizando:
 la familia: economía familiar, profesión de los padres, religión de la familia, situación que ocupa el catequizando en casa con respecto a los hermanos, etc.
 la escuela: principalmente en catequesis extraescolar nos interesa saber ¿qué clase de religión recibe el niño en la escuela o colegio?. Luego debemos cuestionarnos si nuestra catequesis va en la línea de la Educación Religiosa que recibe el niño en la escuela.
 el barrio o localidad: es importante saber si el barrio es rural, ambiente urbano, céntrico o periférico, obrero o burgués, etc.;
 la parroquia: ¿las actividades de la parroquia y comunidad cristiana avalan la catequesis que estamos impartiendo en la misma parroquia?

Después se ayuda al catequizando a profundizar en su experiencia (buscar sus causas, sus consecuencias), a que la relacione con lo que les pasa también a otros.
Esa experiencia humana, esa parte de la vida humana es la que se ilumina y transforma con el Mensaje.

2 La Experiencia es vista a la luz del evangelio:

La experiencia del catequizando es importante para él, pero también es importante para Dios, para Cristo. En este paso ayudamos al catequizando a descubrir la significación cristiana de su experiencia concreta, es decir: la presencia-ausencia de Dios en esa experiencia: un Dios que ama al Catequizando, que quiere encontrarlo en su propia vida, que lo llama, lo juzga, lo salva. La luz del Evangelio algunas veces iluminará nuestra experiencia, otras veces la criticará, la juzgará; otras veces nos acusará, invitará, despertará, empujará. Debemos provocar en la catequesis el encuentro del catequizando con Dios, encuentro que lleva al catequizando a convertirse, a vivir como vivió Jesús, como quiere Dios.


3 La respuesta desde la experiencia de fe:

La vivencia de la fe, de la conversión, no llega a ser parte vital de la persona si no se expresa, se exterioriza.
Así, haciendo suyo el Mensaje, el catequizando vive las mismas experiencias de las que ha partido la Catequesis, pero de una forma cristiana.

La exteriorización de la fe puede darse por medio de:
- Actividades
- Celebraciones
- Compromisos

Actividades tales como: dibujos, diapositivas,fotos,
representaciones, carteles, murales, cantos, trabajos en equipo, investigaciones, visitas,etc.; se trata de buscar actividades que expresen lo mejor posible el sentir de los catequizandos, el significado cristiano de su experiencia.

Se celebra la experiencia por medio de oraciones, cantos, celebraciones litúrgicas, que digan, proclamen, “celebren” lo que se quiere vivir.

El catequizando se compromete (según su edad, capacidad, nivel de maduración de su fe) a vivir cristianamente. Es el aspecto fundamental de la sesión de catequesis.
Momentos en la Catequesis:

• Conexión: La Catequesis nunca debe darse a base de “llego, digo, hago callar y me voy” Se supone que llevo la sesión preparada, pero antes de decir lo que toca en ese día, tengo que esforzarme por conectar con los del grupo, por ver e intuir ¿cómo está hoy el grupo? de niños, jóvenes o adultos; debo estar consciente de la realidad: conecto con lo que se hizo el último día.
• Transmisión: La catequesis es un anuncio de los acontecimientos de salvación vividos como pueblo y en la historia; realizados en la Iglesia. El mensaje, la buena nueva, no puede inventarse ni cambiarse; exige una transmisión fiel. Que no sean catequesis sin contenido, con muchas palabras que no dicen nada, con abundancia de gestos insignificantes.
• Reacción: No todos los temas ni todas las sesiones tienen la misma intensidad, pero si hablamos, profundizamos en el mensaje y vemos que no llega a los catequizandos, que no se ve la connversión al Evangelio... es que falta algo, ahí no hay catequesis.

• Comunicación: Debe existir diálogo fraterno entre catequista y catequizando, para que la catequesis pueda ser vida. En la catequesis todos son interlocutores.

• Celebración: Que lo expuesto, descubierto, comunicado, vivido, no quede en conocimiento o sentimiento. Debe celebrarse. Sea grito, sea canto, sea oración, que la catequesis vivida culmine en realidad celebrada.

Desarrollo de la sesión de catequesis:

a) Es importante aclarar que la programación de la catequesis no es algo estático: toda la programación debe ser:

-Flexible: no todo lo que se prepara tiiene que salir tal y como lo habíamos pensado; hay que dar un cierto margen a la creatividad del catequizando.
-Con unidad: todos los apartados deben elaborarse siguiendo una misma línea y en función de los mismos objetivos.
-Continua: Cada sesión debe guaardar relación con la anterior y con la siguiente.
-Adecuada a la realidad: para lo cual ees importante el conocimiento del catequizando y su contexto.

b) Para la reunión de la catequesis es importante que se observen varios aspectos:

-El catequista es un colaborador del grrupo, que ilumina y enriquece con su experiencia.

-La hora, el lugar y la puntualidad dell grupo son aspectos a tener en cuenta para que la asistencia a la catequesis sea regular. Si la catequesis no se hace de una forma atrayente para el catequizando, posiblemente a las dos semanas el grupo se haya reducido y al poco tiempo desaparecido, con la consiguiente desmotivación del catequista.

-El catequista debe ejercer el control del grupo; es el animador que interviene en los momentos cruciales de la reunión. El resto del tiempo son los catequizandos los propios protagonistas.

c) Las aplicaciones de juegos y técnicas, de dinámicas de grupo son importantes para hacer la reunión más dinámica y amena. Posiblemente se aprenda más, ya que favorecen la participación del catequizando.

Es importante nuestro papel motivador como catequistas. Motivar es hacer que el catequizando se interese por el tema que vamos a tratar. Para motivarlos se puede hacer alguna experiencia al principio de la reunión en la que participen todos, o un juego del que se saquen consecuencias prácticas (no jugar por llenar espacios vacíos).
Los aspectos anteriores sumados a la experiencia particular del catequista, ayudarán a que la preparación de la sesión de catequesis dé los resultados esperados.





Unas preguntas claves
Para darte una idea de lo que debes tomar en cuenta al organizar la catequesis, presentamos algunos interrogantes:
 ¿A qué destinatarios estamos llamados a catequizar? ¿En qué situación viven? ¿Cuál es su condición personal?
 ¿Cuál (es) objetivo (s) corresponden a la realidad de los catequizandos?
 ¿Qué experiencias educativas son positivos y eficaces para la transmisión de la Palabra en la catequesis?
 ¿Cómo organizar esta experiencia (secuencia de aprendizaje, unidad,...) en vista a los objetivos fijados?
 ¿Cómo verificar si los objetivos, experiencias y metodología utilizados son válidos?

CUESTIÓNATE:
• ¿Conozco la realidad de los niños y jóvenes entre los cuales realizo mi trabajo catequístico?
• ¿Tengo claramente definidos los objetivos que deben prevalecer en la actividad catequética?
• ¿Selecciono el método adecuado para la catequesis?
• ¿El método que he empleado hasta hoy, en qué me ha ayudado? ¿En qué ha desfavorecido?
• ¿Adapto los objetivos, contenidos y metodología, a la realidad de los destinatarios?
• ¿Creo que la evaluación es importante? ¿Por qué?
• ¿En qué puede ayudar la evaluación de la catequesis?

SER CATEQUISTA

ITINERARIOS DE FE PARA LA FORMACIÓN ESPIRITUAL DEL
«MINISTRO DE LA PALABRA»

SER CATEQUISTA HOY 6-5
por GAETANO GATTI



V

LA ALEGRÍA


VUESTRA ALEGRÍA NADIE OS LA PODRÁ QUITAR (Jn 16,22)
«HE AQUÍ QUE OS ANUNCIO UNA GRAN ALEGRÍA» (Lc 2,10)

Las actitudes interiores que experimentas en ti mismo están
destinadas a manifestarse cuando te encuentres con los
muchachos de tu grupo. Estás preocupado, pensativo, contento,
triste, aburrido, sereno... Todo esto no es una simple premisa a la
comunicación catequética, sino que es ya anuncio de la Palabra de
Dios que se trasluce de tu rostro, de tu modo de accionar, del tono
de tu voz...
Fiarse de los estados emocionales de un determinado momento
es, por tanto, condicionar ya el contenido del anuncio cristiano. Por
este motivo, la propuesta de fe exige de ti una actitud interior
fundamental que debe acompañarla de continuo. Todo encuentro
con el Señor es anunciado en términos de alegría: «He aquí que
os anuncio una gran alegría»' (Lc 2,10).
«Es muy humano el que a veces el catequista se sienta tentado
por el aburrimiento y el cansancio. Pero el alumno no deberá
percibir talas sentimientos en su mirada y en su rostro, sino la
alegría. El Señor ama al que da con alegría (2 Cor 9,7). Estas
palabras pueden aplicarse de manera especial al catequista, y el
Señor no consentirá que le falte el Espíritu de la alegría que hace
gustar la sobria embriaguez de los apóstoles en el día de
Pentecostés'' (Card. Giovanni Colombo).


1. LA PALABRA DE DIOS ES SIEMPRE
UNA «BUENA NOTICIA»
EV/BUENA-NOTICIA: Toda comunicación catequética es
siempre un «evangelio», es decir, que, por naturaleza, es una
«buena noticia», por el contenido que ofrece, por la meta que
propone y por las normas de vida que presenta.
Es un aspecto intrínseco de la Palabra que no puede ser
desatendido sin comprometer seriamente la autenticidad del
anuncio.
La alegría cristiana, más que un contenido temático, es una
dimensión permanente de la catequesis que no puede hacerse
depender del flujo y reflujo de los estados de ánimo del catequista,
de su temperamento o de su carácter. En realidad, es una actitud
interior que no depende de factores externos, porque esta
profundamente enraizada en la vertiente de la relación con Dios.
No resulta fácil y, sin embargo, tienes que presentarte en la
catequesis con la alegría en el alma, con la sonrisa en los labios,
con el entusiasmo en el corazón, no sólo porque en el plano
pedagógico tu tarea resultara más atrayente, los muchachos se te
mostrarán con una imagen distinta y disminuirán las dificultades,
sino sobre todo porque la alegría es un componente fundamental
del ministerio catequético. Pero, ¿que clase de alegría? _.

La alegría del corazón de Cristo
ALEGRIA-CRA: De suyo, la alegría del catequista no proviene
de que los muchachos correspondan o no a su ministerio. Esta
sería una alegría que significaría una recompensa y un premio
visible al esfuerzo. Tal vez esta satisfacción se te conceda pocas
veces, porque no serán muchos los resultados que puedas
verificar.
La alegría cristiana sólo se comprende en la fe, porque no es
una conquista, sino un don del Espíritu.
«Fruto del Espíritu es... la alegría» (Gal 5,22). De hecho, «la
alegría cristiana es esencialmente participación espiritual en la
alegría insondable, a un mismo tiempo humana y divina, que habita
en el corazón de Jesucristo glorificado» (DG 2). Es en Cristo, por lo
tanto, donde se invita al catequista a alcanzar la alegría y a
transmitírsela a los muchachos. En Jesucristo, el Padre presenta la
verdadera alegría y la comunica en el Espíritu. La alegría de
Jesucristo consiste:
­en sentirse amado por el Padre: «Me has amado antes de la
creación del mundo» (Jn 17,24);
­en dar gloria al Padre a través del ministerio de la Palabra: «Te
he glorificado... llevando a cabo la obra que me encomendaste»
(Jn 17,4);
­en sentirse en comunión con el Padre: «Yo estoy en el Padre y
el Padre está en mi» (Jn 14,10);
­en cumplir la voluntad del Padre: «Yo amo al Padre y obro
según el Padre me ha ordenado» (Jn 14,3 1).

Es una alegría que proviene del Padre y se manifiesta en las
diversas circunstancias de la vida, incluso en el dolor y en la
prueba, porque se fundamenta en Dios. Es una alegría teologal.
El Espíritu, al infundir en el cristiano el amor de Dios, comunica
la misma alegría de Jesucristo y le introduce en la experiencia de la
relación con el Padre.
En particular, la alegría del catequista consiste en desempeñar
su ministerio en comunión de vida con Cristo, es decir, en saber
que el Señor le acompaña y está cerca de él en su servicio de
anuncio de la salvación.
No trata de averiguar, por consiguiente, los resultados del propio
ministerio, sino que le es suficiente haber dado gloria a Dios
proclamando su Palabra a los muchachos. No pretende otra cosa.


El anuncio de la mañana de pascua
EV/RS: La alegría cristiana lleva siempre el sello pascual, porque
se remite siempre al anuncio de la resurrección del Señor, que es
su motivo central.
La pascua es el alegre anuncio que, por su importancia y su
significado, está destinado a volver del revés la vida de los
hombres y a determinar un nuevo rumbo a la historia y a los
acontecimientos. Es el «evangelio», es decir, la buena noticia que
el Padre nos ofrece en Jesucristo.
En el lenguaje del protocolo imperial, de donde está tomado, el
término «evangelio» se refiere por lo general al nacimiento del
príncipe o de un heredero del trono: en la comunidad cristiana, en
general, indica la muerte y la resurrección del Señor.
Este es, en realidad, el «evangelio» de los creyentes que hay
que proclamar a todos a través de los heraldos oficiales, en
contraposición con el carácter más bien secreto de la profesión de
fe de los grupos religiosos de aquel tiempo. El catequista lleva
siempre a los muchachos el anuncio de la mañana de pascua,
cuya alegría prolonga.
Pero no es el suyo el relato de un episodio del pasado, sino la
presentación de la experiencia de la comunidad cristiana.
­Es la comunidad cristiana la que, con su vida, confirma y
anuncia con alegría que el Señor ha resucitado, porque en ella se
trata de vivir como resucitados, dando testimonio de ello a las
nuevas generaciones.
­La alegría pascual es una realidad cotidiana, en el sentido de
que se propone como programa de vida de cada día, de que se
anuncia al Señor vivo presente en medio de nosotros y al que hay
que descubrir y proclamar.
­Para el cristiano todos los días son pascua; más aún, él mismo
es el signo más válido de la pascua del Señor. «Se ilumina de vida
la condición cristiana y se descubre la situación más atrayente de
nuestra experiencia de creyentes. Somos en verdad la pascua del
mundo» (G. Agresti).

Para los catequistas la pascua es un día sin ocaso, destinado a
prolongar siempre la hora de la resurrección del Señor, para que
cada muchacho viva el encuentro con el resucitado, ante todo en
el interior de la propia experiencia.

La alegría por la salvación
La pascua es el día de la alegría por ser el día de la salvación.
El sentido de la salvación acompaña siempre. como nota
inconfundible y original, a la alegría cristiana.
Es evidente, por tanto, que uno de los momentos privilegiados
del evangelio en los que se encuentra la alegría es el del retorno
del hombre después del pecado. Es la alegría de la salvación que
se experimenta después del extravío, la confusión, el pesar de
haberse alejado de Dios. Ahora bien, dicha alegría es ante todo
alegría de Dios que le es comunicada al hombre. En tales
circunstancias, cada uno de nosotros puede experimentar la
alegría misma de Dios y comunicarla a los demás.
­Dios encuentra su alegría en perdonar los pecados y en
purificar el corazón humano. Esto «será para mi un nombre
evocador de alegría, será prez y ornato para todas las naciones de
la tierra» (Jer 33,9). En las parábolas de la misericordia es
particularmente evidenciada la alegría de Dios, más que la del
hombre.
­La alegría del hombre tiene su origen en la salvación llevada a
cabo por Dios, cuya misericordia, amor, bondad y perdón
proclama. Canta el salmista: «Vuélveme la alegría de tu salvación»
(Ps 51,14).
­La alegría acompaña de una manera particular al
(ALEGRIA/ENCONTRAR-J) encuentro con Jesucristo. Se trata de
una alegría esperada y prometida: Abraham se regocijó pensando
en ver mi día» (de Cristo) (Jn 8,56); es un don en María de
Nazaret: «Alégrate, el Señor está contigo» (Lc 1,28), es anuncio
para los pastores: «Os anuncio una gran alegría» (Lc 2,10); es
consolación para Simeón: «Mis ojos han visto tu salvación» (Lc
2,30); es encuentro pascual: «Los discípulos se alegraron de ver
al Señor» (Jn 20,20).

El ministerio de la Palabra, que por su naturaleza tiende a
comunicar la salvación, se convierte en un lugar privilegiado en el
que poder compartir la alegría de Dios al entrar en comunión de
vida con los que te escuchaban y ayudar a tus muchachos a
redescubrir, en el misterio de la pascua, la fuente de la verdadera
alegría.


2. LA ALEGRÍA DEL CATEQUISTA
CR/ALEGRIA: La alegría del catequista proviene de una
disposición interior habitual que trasciende toda su vida de
creyente. En realidad, donde a diario se perfila la alegría que el
catequista comparte con sus muchachos, es en la experiencia
cotidiana del compromiso familiar, del estudio y del trabajo.

Existe hoy día «necesidad de un paciente esfuerzo de educación para
aprender, o volver a aprender, a gustar sencillamente las múltiples
alegrías humanas que el Creador pone ya en nuestro camino: la alegría
del amor casto y santificado; la alegría sedante de la naturaleza y del
silencio; la alegría transparente de la pureza, del servicio, de la
participación; la alegría exigente del sacrificio... La alegría cristiana
presupone un hombre capaz de alegrías naturales. Muchas veces
partiendo de ellas, Cristo ha anunciado el reino de Diosa (GD I,7).

Solo de esta manera podrá el catequista llegar a ser «donante
gozoso de riquezas espirituales».

Un servicio humilde y alegre
El catequista, antes que nada, vive su ministerio con un
profundo sentido de alegría. Lo mismo que el profeta, también él
ha de poder decir: «Se presentaban tus palabras, y yo las
devoraba; era tu palabra para mi un gozo y alegría de corazón,
porque se me llamaba por tu Nombre, Yahveh, Dios Sebaot» (Jer
15,16). En este sentido se siente él enviado a «ayudar a los
hermanos a encaminarse por los senderos de la alegría
evangélica, en medio de las realidades que constituyen su vida y
de las que no podrían evadirse» (GD V,8).
Se trata de una alegría que se expresa también en el servicio
humilde y escondido de anunciar la Palabra de Dios a un grupo de
muchachos.
­El catequista acoge «con alegría y gratitud el propio don
espiritual» (RdC 182), desempeñando su ministerio con «la dulce y
confortadora alegría de evangelizar, aun cuando haya que
sembrar con lágrimas» (EN 80).
­Habla de Jesucristo, animado de un profundo entusiasmo que
deja traslucir en el tono de su voz, pero sobre todo en la
experiencia de la familiaridad que vive él con el Señor.
­La alegría interior del catequista coexiste también ante las
dificultades, las incomprensiones, la indiferencia. También en estas
ocasiones ha de saber alegrarse, tal como se anuncia en el
evangelio: «bienaventurados seréis cuando os injurien, y os
persigan, y digan contra vosotros toda clase de mal por mi causa.
Alegraos y regocijaos...» (Mt 5,11-12).

Es verdad que los muchachos de hoy esperan recibir «la buena
nueva no de evangelizadores tristes y desalentados, ansiosos e
impacientes, sino de ministros del evangelio cuya vida irradie
fervor, que hayan recibido previamente en si mismos la alegría de
Cristo...» (EN 80).

La verdadera alegría en el encuentro con el Señor
El catequista adquiere la alegría cristiana a través de un
encuentro asiduo con el Señor, de manera particular con la
participación en la experiencia sacramental. En el encuentro
comunitario con el Señor resucitado, celebra en la alegría el
misterio de la pascua que se renueva bajo los signos de los
sacramentos.
­En la reconciliación, el catequista descubre el rostro de un Dios
que, en Jesucristo, se revela misericordioso, pronto al perdón y a
la rehabilitación. La confesión se convierte, por lo tanto, en fuente
de santidad, de paz y de alegría» (GD V,10). El sentirse renovado,
acogido continuamente por el Señor, suscita un sentido de
admiración que no puedes dejar de transmitir a tus muchachos.
­El pensamiento de un Dios en el que se puede siempre
encontrar confianza y amor, por encima de nuestras infidelidades,
es motivo de una profunda alegría interior. ¿Cómo hablar de él sin
sentirse agradecido? Debería resultarte natural desempeñar tu
ministerio «con amor, celo y alegría siempre crecientes» (EN 1)
­En la eucaristía vive el catequista la experiencia del amor de
Dios Padre, que se manifiesta en el don de Jesucristo muerto y
resucitado. Es un misterio del que proviene la alegría de sentirse
hijos del Padre y acogidos como hermanos en su gran familia. En
la eucaristía alcanzas la alegría de la Iglesia, que celebra la
salvación y proclama a todos los hombres. Al despedirte de la
asamblea litúrgica deberías sentirte enviado por la comunidad a
anunciar, con entusiasmo, a Jesucristo.

Sin una participación frecuente en los sacramentos te será difícil
transmitir la alegría cristiana. Tu palabra podrá ser tal vez
agradable, simpática, atrayente, pero, si carece de la alegría que
se experimenta en el encuentro con el Señor, es siempre vacía y
pobre, destinada, por consiguiente, a decepcionar.

Catequista: heraldo de la alegría pascual
CATI/HERALDO PREDICADOR/HERALDO: El catequista es un
heraldo de la alegría pascual. El heraldo es el portavoz oficial de
un mensaje gozoso en nombre de otro. Tu palabra repropone a
distancia, pero con la misma fuerza incisiva, el anuncio del
evangelio: «Ha resucitado, no está aquí... ¿por qué buscáis entre
los muertos al que vive?» (Lc 24,5s), y la queja de Jesús a los
discípulos de Emaús: «¿Por qué os turbáis y por qué se suscitan
dudas en vuestro corazón?» (Lc 24,38). El catequista es fiel a la
alegría de pascua con la que sabe animar, con diversos acentos,
su comunicación a los muchachos. Se presenta ante ellos como un
heraldo, imagen grata al apóstol Pablo, que habitualmente inicia
sus cartas a las comunidades cristianas con el anuncio de un
mensaje de alegría, de paz, de gracia de parte del Señor.
El evangelista Juan proclama al comienzo de su carta: «Os
escribimos esto para que vuestro gozo sea completo» (1 Jn 1,4).
Todo catequista se sitúa frente a los muchachos con estas
actitudes.
­Es un heraldo, es decir, un enviado, un escogido, un mandado
de confianza por la comunidad a anunciar que el Señor ha
resucitado. Según el protocolo imperial del que está tomado, el
término «heraldo» designa siempre a un amigo del rey, el cual ha
comprobado previamente sus aptitudes y la potencia de su voz.
Para ti, catequista, la fuerza de tu anuncio se encuentra en otra
parte; depende de la profundidad de tu fe y de la intensidad con la
que tu comunidad viva y testimonie el misterio pascual en su propia
vida.
­El heraldo desempeña siempre una función sacerdotal, porque
proclama la presencia de Dios en medio de su pueblo, al que dirige
la invitación a alabar al Señor por las maravillosas obras que ha
realizado. El paso de la alegría a la acción de gracias y a la
expresión cultural es inmediato.
­El heraldo congrega con su voz, a fin de que su anuncio sea
conocido por todos, pero especialmente para que el gozo sea
comunitario. La propuesta que él ha venido a traer es un
acontecimiento alegre para todo el pueblo y para su historia.

La riqueza de la imagen del heraldo, a quien es confiado el
anuncio del Evangelio», perfila tu identidad de catequista con
relieves que confieren un significado gozoso al ministerio de la
Palabra. Deberías ser capaz de encontrarte siempre con tus
muchachos con un «evangelio» es decir, una buena noticia que
Dios, a través de ti, quiere comunicarles a ellos


3. EDUCAR EN LA ALEGRÍA CRISTIANA
EDUCO/EN-LA-ALEGRIA ALEGRIA/EDUCAR-EN-LA: En una
apoca en la que los muchachos están precozmente en contacto
con las contradicciones de la sociedad y, consiguientemente, más
inclinados a captar los aspectos negativos, es menester enseñar a
gustar la alegría cristiana en las realidades de cada día.
La critica disgregadora no deja a veces traslucir el empano, la
buena voluntad, las intenciones que animan a aquellos que
trabajan por el bien de todos en medio de múltiples dificultades. De
ello se deriva una visión negativa que provoca la violencia y la
rebelión. El espíritu critico es autentico si sabe captar también los
aspectos positivos, es decir, los gérmenes de bondad, de
generosidad, escondidos en las relaciones humanas y que dejan
espacio a la esperanza y a la alegría. Se trata de una exigencia
pedagógica, pero para los creyentes es, antes que nada, una
respuesta de fe a la Palabra de Dios.
La educación cristiana es, en realidad, inseparable de la alegría,
es decir, de una visión positiva de la realidad, sin por ello pasar
por alto el mal, sino captándolo dentro de una perspectiva en la
que todo converge, en los individuos aislados y en la sociedad, a
la construcción del reino de Dios. Esto comporta la adopción de
una pedagogía de la alegría que prepare a la conversión al
evangelio, para celebrar después la propia fe en la asamblea
litúrgica.

La pedagogía de la alegría
El anuncio de la alegría, implícito en la Palabra de Dios, es
inseparable del entramado de relaciones que el catequista acierte
sabiamente a establecer entre él y quienes le escuchan, entre los
muchachos, la propuesta cristiana y la finalidad a la que tiende.
Se sitúa, por tanto, en el centro de una serle de mediaciones
que implican directamente el mensaje cristiano. No cabe duda de
que la alegría se expresa, ante todo, procurando guardar una
serie de requisitos que transforman el encuentro catequético en un
momento agradable, esperado y querido.
­El catequista tiene que esmerarse particularmente en la acogida
de los muchachos, expresándoles personalmente la alegría de
poder verles de nuevo con el saludo, la sonrisa, entreteniéndose
con ellos en una conversación cordial. San Agustín dice del
catequista: «Cuanto más alegre se muestre, tanto más agradable
resultará para los que le escuchan... Si, efectivamente, Dios ama al
que da con alegría las riquezas materiales, con mayor razón amará
al que da con alegría riquezas espirituales». Pero no debes
engañarte pensando que la alegría que consigues transmitir
depende de ti. «Hacer conocer tal alegría en el momento oportuno
corresponde a la misericordia de aquel que enseña a ser
generosos» (S. Agustín).
­El ambiente en que se desarrolla el encuentro catequético debe
poder transmitir a los que en él entran una sensación de alegría,
que se refleja en los objetos, la ornamentación, los posters,
cuadros murales, etc. La elección de los mismos instrumentos
didácticos, para poder transmitir la alegría del mensaje cristiano,
debe asociarse al sentido de lo bello, de lo sugestivo y de lo
atrayente
­El catequista no tiene que aburrir nunca a los muchachos
siendo demasiado prolijo en la explicación, demasiado exigente en
las preguntas o incomprensible en el lenguaje que emplea. Es
indispensable que sea breve y eficaz en el modo de proponer la fe
y capaz de mantener despierta la atención, a fin de que su palabra
sea acogida con alegría. Si se acierta, «Alegrémonos, porque ello
complace no a nosotros, sino a Dios» (S. Agustín)

Este conjunto de formalidades es un modo de colaborar con el
Espíritu para que conceda a los muchachos la alegría de la
acogida de la Palabra de Dios. A este propósito nada debe
parecerte secundario en la catequesis, porque la simple omisión
de algunos detalles, por modestos que sean, como la cómoda
disposición de los muchachos o la armonía del ambiente, puede ir
acompañada de una sensación de tedio y de aburrimiento que son
preludio de la impaciencia y, más tarde, del rechazo.

La conversión al evangelio
La alegría del mensaje cristiano debe acentuarse de una
manera particular cuando las propuestas que ofrece son
comprometedoras. No en vano la conversión, que es el cambio
radical que Jesús exige, es considerada siempre en función de un
Evangelio: «convertíos... al evangelio» (Mc 1,15); en función del
reino de Dios, que es la alegre noticia; en función de la Palabra,
que es siempre un anuncio gozoso.
En esta dimensión se sitúa la respuesta de fe que el catequista
trata de hacer madurar en los muchachos.
­Lo creado constituye el lugar del descubrimiento de los dones
gratuitos del Padre; constituye, pues, un «evangelio» del amor de
Dios a todo ser humano, bueno o malo, del cual cuida él siempre.
Es una deferencia de la que brota un sentido de gozoso
agradecimiento que libera de toda utilización egoísta.
­La pertenencia a la Iglesia (I/ALEGRIA-DE-SER), cuya vida es
comunión con el Señor, es tal vez un dato fáctico que ya no causa
admiración. Y sin embargo, la comunidad cristiana es un
«evangelio» que anuncia cómo cada uno, dentro de ella, es amado
como hijo, hermano y amigo por el Padre, por Jesucristo y por el
Espíritu Santo. Es menester convertirse a la gozosa conciencia de
haber sido bautizados, confirmados, acogidos a la mesa
eucarística, a la reconciliación...
­La propuesta moral es un «evangelio» para el cristiano, en el
sentido de que quienes la viven son «bienaventurados». La
conversión que requiere es ya un camino hacia la alegría, es un
abandonar algo para volver a encontrar el todo; un desasirse para
hacerse libres. Todo muchacho tiene que ser «consciente de que
su fe se halla en armonía con las aspiraciones mas secretas del
corazón humano... seguro de que su gozosa esperanza está
destinada a difundirse» (RdC 51).

La celebración de la alegría en la comunidad
La alegría del catequista adquiere y recupera el timbre pascual
en las celebraciones litúrgicas. Aquí es donde se revive y se
actualiza para la comunidad y para cada uno de sus miembros el
misterio de la pascua. Por esta razón el catequista participa en las
asambleas litúrgicas con un sentimiento de alegría e introduce en
ella a los muchachos, a fin de que también ellos vivan tal
experiencia de una manera alegre.
­El poder alabar a Dios y, consiguientemente, ejercer el culto es
un motivo de alegría, porque es expresión del propio
agradecimiento que se asocia al de la comunidad entera.
­La alegría cristiana es siempre comunitaria, puesto que las
maravillosas obras realizadas por el Señor conciernen a todo el
pueblo de Dios. Por lo tanto, únicamente con otros existe
verdadera alegría, haciendo comunión con formas expresivas que
creen la unidad recíproca. Entre ellas, el canto es un modo
privilegiado. No sé si estarás acostumbrado a hacer cantar a los
muchachos en la catequesis. Y sin embargo, es ésta una
respuesta comunitaria a la Palabra ya en el grupo, que se expresa
en cuanto tal.
­La alegría cristiana va unida a la fiesta semanal de la pascua
que se celebra en el día del Señor. Es importante, pues, iniciar a
los muchachos en el sentido del domingo como día de fiesta para
el Señor y con el Señor.

Sin la celebración de la alegría cristiana en la comunidad
reunida, de manera particular el domingo, resultará difícil para
cada uno de nosotros conservar en el ánimo el sentido de la
alegría que proviene de Dios.

PARA LA ORACIÓN
Danos, Padre, te pedimos, el gozo
de la presencia vivificante de tu Espíritu.
Concédenos que él esté siempre con nosotros,
el Espíritu que espera compasivo al que se descarría,
que acoge con amor al que regresa,
que sostiene el caminar del fatigado,
da esperanza a quien ha desesperado,
defiende el derecho de quien padece opresión.
Infunde, Padre, vigor a nuestra dulzura,
da tu luz sapiencial a nuestra mente:
haznos fuertes en la fe
y ardientes en la práctica del amor. Amén.
(De la Liturgia mozárabe)

GAETANO GATTI
SER CATEQUISTA HOY
Itinerario de fe para la formación espiritual
del "Ministro de la Palabra"
SAL-TERRAE Santander-1981. Págs.123-164

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